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Greg Holden, ‘folk’ con espíritu de cuentacuentos

El cantante británico narra historias propias y ajenas en su emotivo disco 'Chase the Sun'

REID ROLLS

Una calidez relajada brota de la voz de Greg Holden (Aberdeen, Reino Unido) cuando explica de dónde nace su último disco: "He intentado salirme de mi cabeza para ver por qué cosas han pasado otras personas", dice el cantante y compositor británico, que llega a Madrid para ofrecer las pequeñas historias de su Chase the Sun, envueltas todas en una bien medida mezcla de folk, rock y pop y cantadas con espíritu de cuentacuentos. Holden dará un único concierto mañana martes 22 de noviembre en Costello Club, donde junto a su amigo Garrett Kato interpretará un repertorio "acústico e íntimo", apropiado para las canciones de su reciente trabajo, inspirado o provocado tras un viaje a India y Nepal.

"Parte del álbum está basado en experiencias personales y otra parte al observar la vida de las otras personas", dice Holden, que con 16 años recibió varios discos de Bob Dylan, entre ellos el Desire y el Blood on the Tracks, que "le golpearon" y le hicieron agarrar la guitarra. Años más tarde publicaría en 2009 A Word in Edgeways, con el que se dio a conocer, y se mudó a Nueva York. Allí alcanzaría cierta notoriedad al coescribir Home junto a Philip Phillips, ganador de la undécima edición del programa American Idol. Y encontraría materia prima y experiencias para sus siguientes composiciones.

Tiempos que parecen lejanos para el Holden de Chase the Sun, trabajo en el que el británico trata dolores del alma, vivencias propias y ajenas, luchas, emociones y sinsabores. Como en Boys in the streets, donde muestra su escritura más personal y relata cómo un padre no acepta la homosexualidad de su hijo. "Me he animado a mí mismo a ser más empático y comprensivo con las situaciones de otras personas", explica. La narración, cronológica y con aroma formal a algunos de sus ídolos (de nuevo Dylan), tiene un cierre agridulce: el padre acepta al hijo casi al final, ya cerca de la muerte. El británico le quita solemnidad al asunto: "He intentado combinar las dos perspectivas de una situación, desde fuera y desde dentro, para que no fuera un álbum egocéntrico". Pero la canción dejó rastro en las redes sociales: el hashtag #boysinthestreet aglutinó cientos de mensajes y avivó durante días el debate.

Ahora Holden busca inspiración tras exprimir sus años neoyorquinos. "Me he mudado de Nueva York a Los Ángeles. Todos mis amigos músicos se fueron para allá y quería volver a rodearme de gente creativa, que es algo que me ayuda. Amo Nuevo York pero tristemente llegó un punto en el que no podía entender por qué seguía viviendo allí", reflexiona el cantante, que trabaja ya en otras canciones. "Estoy probando y tocando nuevos temas para ver si la gente los odia o no", dice entre risas. "No me gustaría hacer dos veces el mismo disco".

El álbum, producido por Greg Wells, habitual de las grabaciones de One Republic o Adele, despliega arreglos que lo acercan por momentos a la épica optimista de Mumford and Sons o The Lumineers. Pero el arrojo lírico es solo de Holden. Y también el ánimo con el que llega a Madrid para contarnos las muchas vidas que pasan por sus canciones: "Quiero que la gente disfrute".

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