_
_
_
_
_

El cantautor tranquilo

El músico Íñigo Coppel publica su cuarto disco, 'Los Nobles Salvajes'

El músico Íñigo Coppel en la sala Galileo Galilei.
El músico Íñigo Coppel en la sala Galileo Galilei.ULY MARTÍN

Íñigo Coppel, (Bilbao, 39 años), abre mucho los ojos cuando escucha a su interlocutor. Pone la misma cara de un recién llegado a clase. Como si todo estuviera por conocer. Curiosidad pura, tranquilidad, tacto.  Coppel viste con americana y camisa. Luce una larga melena y barba canosa. Pide una cerveza antes de charlar un rato en la sala Galileo Galilei (Calle de Galileo, 100) el día antes subirse a las tablas del mismo local, donde hace años le parecía “impensable” tocar. Pero Coppel no es una recién llegado a la capital, ni habita en el imaginario de los cantautores de tercera. Las palabras salen de su boca con cadencia, casi en susurros.

Coppel llega a la sala con su guitarra Gretsch White Falcon y su amplificador Fender Deluxe bajo el brazo. Acaba de publicar su cuarto disco, Los nobles salvajes (Calvario). “Es la primera vez que el resultado es clavado a las ideas que tenía en la cabeza. Es el disco que quería”, señala el músico. El disco está inspirado en una frase Jackes Brel: “Je crois que Die ce sont les hommes et un jour ils sauront “(Yo creo que Dios son los hombres y algún día lo sabrán). “Dentro del desastre global, hay casos e historias de personas que valen la pena”, cuenta. Precisamente la canción francesa ha sido uno de los referentes en este disco, junto al tango. 

Más información
Los Zigarros: Pelotazos de rock‘n’roll en castellano
“Al poder no le interesa una sociedad avispada”

El álbum fue producido por José Nortes (Quique González, Ariel Rot…) en los estudios Black Betty de Madrid. “Con Nortes tengo sintonía y amistad; en seguida sabe que canciones valen y cuales encajan en el disco. Ni se me pasa por la cabeza cambiar de productor”. Jairo Martín al piano y Manu Clavijo a la viola y el violín completan el trío que formaron con Coppel en la grabación, que se ocupó de guitarras, armónicas y voces. Las composiciones nacieron a piano y violín y así han quedado reflejadas en la producción. "Si las canciones son buenas envejecen mucho mejor con poca producción", afirma Coppel. Los tres músicos grabaron los diez temas en directo en una semana: solo se regrabaron algunas voces y se añadieron instrumentos de viento.

Pero la carrera de Coppel no ha sido un camino de rosas. Ha sido la de un maratoniano y no la de un velocista. El músico bilbaíno comenzó a rasguear la guitarra con 15 años y con 20 empezó a escribir canciones. Poco después se unió en su ciudad natal a Los Zodiacs, su banda favorita de entonces. “Me ficharon en una noche de borrachera sin escucharme tocar”, se ríe. A Madrid llegó hace 12 años con la sana intención de dedicarse a la música. Pero pronto se dio cuenta de que tenía que ir paso a paso. Su primer concierto lo dio en el Rincón del Arte Nuevo. Allí estuvo esperando a que llegara un espectador, aforo mínimo para que no se cancele el concierto. “Llegó un tipo borracho y una pareja; entonces me puse a tocar y a montar espectáculo. Desde entonces ha habido épocas he tocado una vez a la semana durante años”, asegura.

En la capital se dio cuenta de que viviendo con poco dinero la música podía ser su prioridad. “No hice una apuesta de dos años, me vine para hacer una carrera a largo plazo. Cada año he cumplido metas y he llegado a sitios donde no había llegado el año anterior”, explica. “La inmediatez del éxito es errónea y creo que viene de los años de Operación Triunfo. Hay que conquistar a un público fiel, que le emocione tu música y que escuche el disco en casa, no el que está de paso”. 

En aquellos años, la intrincada industria musical le provocó el hastío y el retiro momentáneo por el pago de su segundo disco: el músico se puso a trabajar en una tienda de discos. Allí observó que muchos artistas tenían un directo en el teatro parisino Olympia. “Desde mi decepción y mal estar con las discográficas me prometí que si grababa el tercer disco se llamaría En el Olympia. Entonces empecé a componer las mejores canciones de mi vida y reactivé mi carrera dando mis primeros bolos en Libertad 8”. Y cumplió su promesa. Su tercera obra, En el Olympia, fue un punto de inflexión en su concepto de canción. “Me di cuenta de que menos es más”. Y el resultado se ve reflejado en su cuarta obra, Los Nobles Salvajes, donde prima el minimalismo y las letras narrativas sobre historias de redención.

Los referentes del músico son Bob Dylan, Leonard Cohen, Hank Williams, Hendrik Röver (Los Deltonos), Carlos Gardel, Violeta Parra o Javier Krahe. "Ahora me gustan mucho Gatoperro y Alicia Ramos", aclara. Al artista bilbaíno le gustaría que las discográficas buscaran "talento de verdad". "Últimamente, las canciones realmente buenas las he escuchado en los bares", afirma. El cantautor explica, cerveza en mano, y a pocas horas de tocar en la sala Galileo Galilei, que no vive de la música y que “sobrevive” dando conciertos y clases de guitarra e inglés. “Nunca he tenido prisa, pero voy cumpliendo metas año a año”, concluye.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_