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“Hay que corregir y detener el mal uso de la historia”

El autor, gran experto en los Balcanes y defensor del ‘Brexit’, rompe los mitos sobre las relaciones entre Occidente y el Imperio Otomano

Andrea Aguilar
Noel Malcolm, historiador británico.
Noel Malcolm, historiador británico. Ione Saizar

Hubo algo más que enfrentamientos entre el Imperio Otomano y las potencias cristianas en el siglo XVI. Ambos mundos tejieron un rico tapiz en el que además de conflictos hubo también colaboración, comercio e intercambio de información. En estas tradiciones comunes y “formas transmediterráneas” de hacer las cosas se detiene el historiador británico Noel Malcolm en su libro Agentes del Imperio. Caballeros, corsarios, jesuitas y espías en el Mediterráneo del siglo XVI (Galaxia Gutenberg). Fue en un antiguo estudio sobre la potencia musulmana, publicado en la Europa renacentista por Lazaro Soranzo, donde Malcolm encontró una clave para reconstruir aquel mundo mediterráneo: la mención a Antonio Bruni, un comerciante de grano, cabeza de una influyente saga albanesa. Y ahí comenzó la “búsqueda detectivesca” que a lo largo de 20 años le ha llevado a consultar miles de documentos en archivos de media Europa.

Doctor por la Universidad de Cambridge, el historiador especializado en los Balcanes y autor de un libro fundamental sobre la historia de Kosovo (Kosovo: A Short History, 1998) aparcó el mundo académico durante una década y trabajó como editor en la revista The Spectator. Hoy, sir Noel Malcolm, de 59 años, ocupa una cátedra de investigación en el All Souls College de la Universidad de Oxford, donde se celebra la entrevista en un amplio salón con chimenea donde tiene desperdigados sus papeles.

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Pregunta. En Agentes del Imperio desmonta la construcción de mitos nacionales: escribe acerca de las revueltas que en el siglo XVI tuvieron lugar en los Balcanes y desmiente que todas fueran contra el Imperio Otomano como poder opresor.

Respuesta. Es que esto es algo que debe ser subrayado, el nacionalismo romántico que caló en la historiografía siempre presenta una lucha heroica que se remonta muchos siglos atrás. En el relato romántico todo se interpreta desde un mismo ángulo, peinan la historia para reforzar sus argumentos.

P. ¿Qué efecto tiene esa lectura de la historia en la actual relación de Occidente con el islam?

R. Hay una larga historia de simplificación por motivos políticos. Lo que podríamos llamar publicistas occidentales enfatizan de forma estratégica y claramente deliberada ese “ellos contra nosotros” para que más países participen en ello. Es muy fácil pensar en el modelo de la Guerra Fría y extrapolarlo a las relaciones entre el islam y Occidente en la edad moderna, pero no tiene nada que ver: en el siglo XVI había una muy notable interacción debido en gran medida a la naturaleza misma del Imperio Otomano, sacerdotes cristianos cruzaban la frontera para atender a sus feligreses, había constantes intercambios comerciales, lazos familiares entre personas que estaban a uno y otro lado de la frontera.

P. Incluso miembros de una misma familia profesaban distinta fe, y esto podía llegar a ser una ventaja.

“Respecto del mundo musulmán, los publicistas occidentales enfatizan de forma deliberada ese ‘ellos contra nosotros”

R. Sí, porque en ese mundo las conexiones personales y los contactos familiares tenían un valor fundamental, eran la principal manera de establecer redes de información o de comercio. Por encima de la religión había una serie de tradiciones comunes, unas formas de hacer las cosas transmediterráneas. La historia se ha ocupado poco de esto. Por ejemplo, los Caballeros de la Orden de Malta han sido presentados como una especie de guardianes o policía marítima, y lo cierto es que actuaban como corsarios, es decir, como caballeros piratas, igual que los que se establecían en la costa de África.

P. La obra de Fernand Braudel El Mediterráneo abordó la relación transmediterránea. ¿Se quedó corta?

R. Es un gran trabajo. Braudel tiene un profundo conocimiento de los lazos económicos y políticos que unieron el Mediterráneo, pero no ahonda en ese código común que caracterizó la forma de hacer las cosas al que me refería. También difiero de su opinión en algunas cosas, por ejemplo en la importancia que tuvo la victoria de Lepanto. Él sostiene que fue simplemente simbólica porque realmente no tuvo muchas consecuencias. Yo creo que fue mucho más trascendental, porque, si el Imperio Otomano hubiera ganado, podría haber extendido sus dominios hasta el sur de Italia y establecido un control mayor del mar.

P. ¿La historia del Mediterráneo en la edad moderna ayuda a entender lo que ocurre hoy en ese mar?

R. Las migraciones de hoy proceden básicamente de Siria, del norte de África y de la región subsahariana. En el siglo XVI, la más grande que se produjo fue la de los moriscos cuando fueron expulsados de España.

P. ¿Qué lecciones se desprenden de la historia del Imperio Otomano que puedan ayudar a entender la situación actual?

R. No soy partidario de explicar el presente a través del pasado, pero la forma en que se desarrolló el ideal nacional en determinados territorios del Imperio Otomano como Líbano o Bosnia puede ayudar a entender la mezcla pacífica y la convivencia durante 50 años. El islam moderno es una reinvención con su propio código. En el panorama político actual es patente la necesidad de corregir y detener el mal uso de la historia. Cuando el Gobierno húngaro dice que no acepta a refugiados musulmanes porque la historia demostró lo que ocurre con ellos, queda claro que esto es una manera irresponsable de actuar políticamente. La historia debe marcar los límites y hacer las matizaciones y correcciones necesarias, para describir un paisaje más rico del que se obtiene colocando las cosas en casillas crudas e inadecuadas.

“Mis motivos para abogar por la salida de la UE se fundamentan en la defensa de la democracia, de la representatividad y del poder soberano”

P. En mayo publicó un artículo a favor del Brexit. En la campaña de ese referéndum, ¿hubo una manipulación nacionalista de la historia?

R. Mis motivos para abogar por la salida de la UE están fundamentados en una defensa de la democracia, de la representatividad y del poder soberano de Reino Unido. Estoy satisfecho con el resultado, pero sí, efectivamente, tanto los partidarios de la salida —que apelaron a una “histórica diferencia”— como los que hicieron campaña a favor de seguir en la Unión —y se remontaban a “las históricas conexiones” con el continente— apelaron a argumentos fundamentados en la historia.

P. Ha publicado dos volúmenes con la correspondencia de Thomas Hobbes y estudiado a fondo su obra. ¿Qué comentario o postura cree que tomaría el filósofo sobre las elecciones estadounidenses?

R. La postura fundamental de Hob­bes es que no se puede cambiar la Constitución y que la soberanía reside en la gente. La victoria de uno u otro candidato no altera la Constitución, se han seguido las reglas.

P. ¿Y sobre el auge del populismo?

R. Hobbes escribió sobre los predicadores protestantes cuya retórica populista simplificaba los problemas políticos y presentaba un mundo engañoso, en blanco y negro. Pero el populismo es un fenómeno político moderno vinculado a las comunicaciones. Hay algo de verdad en que la clase política comparte una serie de intereses y valores. La insatisfacción económica y un establishment político autocomplaciente hacen que surjan engañosas soluciones políticas instantáneas que explotan los problemas y demonizan a un grupo u otro.

La insatisfacción económica y un establishment político autocomplaciente hacen que surjan engañosas soluciones políticas”

P. La corriente historiográfica dominante en los setenta, cuando empezó a estudiar, era el marxismo; luego, el posmodernismo. ¿Y ahora?

R. Ahora el panorama es muy diverso. Efectivamente, se superó el marxismo y el posmodernismo, y hasta cierto punto el enfoque de género que enfatiza el papel de las mujeres, aunque se tarda más de una década en incorporar la historia de la mitad de la población, que ha sido ignorada durante siglos. Creo que la corriente más fuerte ahora es la denominada historia global, que a pesar de las limitaciones trata la historia como una sola entidad conectada. Resulta complicado, sin embargo, hacer una historia global de la Edad Media y conectar uno y otro continente antes del descubrimiento de América. Este intento de presentar un relato global, que hoy goza de gran popularidad en Estados Unidos, se supone que trata de superar una visión eurocéntrica u occidental, pero al final prácticamente solo emplea bibliografía escrita en inglés, no fuentes directas. Los historiadores no pueden leer chino, árabe y otras tantas lenguas directamente, así que su acceso a la información es muy limitado. Lo mismo ocurre con la historia del medio ambiente, otra subcorriente de la historia global que tiene este mismo problema.

P. Su libro se centra particularmente en el Imperio Otomano. ¿Ha sido esta historia mayormente ignorada?

R. Es el área de la historia europea donde se han hecho los mayores descubrimientos y donde se producen las aportaciones más interesantes. Los archivos empezaron a abrirse tras la II Guerra Mundial y el trabajo que los historiadores turcos han realizado es realmente original.

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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