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Kore-eda: “El cine me abre la puerta hacia la felicidad”

El director japonés regresa al universo familiar con 'Después de la tormenta'

Rocío García
El director japonés Hirokazu Kore-eda.
El director japonés Hirokazu Kore-eda.

De nuevo la familia como obsesión en el cine de Hirokazu Kore-eda. Lejos de reflexiones filosóficas o intelectuales, el director japonés lo explica de manera muy simple y directa: “Desde hace años he experimentado grandes cambios en mi vida personal y familiar. Se murió mi padre, nació mi hija y todo eso se traslada de manera natural a mis sensaciones a la hora de hacer películas. En los últimos diez años todo lo que me ha ocurrido en mi vida lo he trasladado de alguna manera a mi cine. De manera deliberada, he realizado mis películas tras una reflexión sobre lo que me estaba pasando”, asegura el cineasta que estrena este viernes Después de la tormenta, una deliciosa historia, de tintes dramáticos, en torno a las responsabilidades paternas. Después de la tormenta, que se presentó en el Festival de Cine de San Sebastián en la sección Perlas, es deudora en cuanto a temática y sencillez en su puesta en escena de los anteriores títulos de este director, nacido en Tokio en 1962,o como Nuestra hermana pequeña o De tal padre, tal hijo.

Después de la tormenta narra la historia de un escritor que vive de sus momentos de gloria en el pasado. Divorciado y alejado de la familia, este hombre, que tiene que buscarse la vida haciendo de detective privado, decide retomar las riendas de su vida, y buscar un hueco en la de su hijo. Kore-eda aborda en este filme la figura de un padre perdedor y desorientado, a la vez que centra mucha atención en el papel de la abuela, una mujer sabia pero algo complicada y castradora, que, de alguna manera, ha impedido la independencia de su hijo. “Hace una década que murió mi padre y, aunque en los últimos tiempos no teníamos una relación buena, me descubrí, un año después tras el nacimiento de mi hija, analizando y pensando en cómo era mi padre. La paternidad no es fácil, pero para reflexionar sobre ello casi debería de acudir a una consulta de psicología. No soy el típico padre que cena todas las noches con sus hijos y les lleva los fines de semana al camping. Mi trabajo y mis viajes me impiden estar mucho tiempo con mi hija. Por eso, para mí, mi hija es tiempo”, asegura el realizador, nombre clave en la cinematografía mundial siempre presente en los grandes festivales.

Maestro a la hora de reflejar las historias más pequeñas y cercanas, Kore-eda, un hombre afable y de pocas palabras, no niega su obsesión por trasladar al cine la búsqueda de la felicidad. Él tiene claro que la suya está íntimamente relacionada con su profesión. “El cine no me da la felicidad, pero sí me ha abierto la puerta para ir en su busca, además de conectarme con muchas cosas que me interesan”. Nunca soñó este hombre en convertirse en la figura venerada que es hoy en el mundo del cine. “Cuando era pequeño nunca soñé con ser director de cine, yo quería ser funcionario. Mi familia era entonces muy inestable y mi madre consideraba que ser funcionario me iba a procurar un futuro estable. Pero fue precisamente la pasión de mi madre por las películas que veía en la televisión, la que terminó desatando mi pasión por el cine. Ahora, a mis 54 años, puedo decir que adoro mi oficio. Creo que no hubiera sido feliz siendo funcionario. Hoy, más que sueños, persigo una doble meta, que es la de seguir haciendo películas y ser mejor padre”.

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