_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Tumbas

Francia hace tiempo que realiza excelentes productos televisivos en los que las tramas policiacas son la base

Ángel S. Harguindey

Los desenterrados de Le Tréport, de la que Cuatro emitió sus seis capítulos los pasados lunes y martes, es una excelente serie policiaca francesa que parte de una idea original y macabra: unos cadáveres aparecerán, tras ser profanadas sus tumbas, colocados a modo de escenas familiares en varios chalets piloto alrededor de la ciudad normanda. Para desentrañar el caso se recurre a Paul Maisonnave (Thierry Lhermitte), un comisario retirado, y a la tenaz detective Sara Winckler (Marie Dompnier), con un coprotagonista más: los impresionantes paisajes de una Normandía invernal.

Probablemente fue esa atmósfera gris, brumosa, una de las referencias clave para que la crítica relacionara la serie con los ya muy reconocidos seriales nórdicos (The Killing o Wallander, entre otros), y así es, pero también es cierto que Francia hace tiempo que realiza excelentes productos televisivos en los que las tramas policiacas son la base. Braquo, por ejemplo. Hay otro dato coincidente: unos diálogos precisos y breves. El propio Lhermitte reconocía días atrás en este diario que una de las ventajas de su personaje era que “por una vez, no tenía mucho diálogo”. Sin duda, los guionistas tienden a eliminar lo superfluo y a dejar que sea la imagen la que se imponga a las palabras.

La contemporaneidad de la serie se constata en que el desencadenante de la historia es la crisis económica, y muy especialmente la llamada “burbuja inmobiliaria”, esa desquiciada actividad que generó las mayores tramas de corrupción y los más crueles problemas personales (sólo en 2015, en España, fueron desahuciadas 29.000 familias).

El comisario y la detective desentrañarán el caso. Los productores lograrán un gran éxito cualitativo y cuantitativo, y a los espectadores nos quedará el recuerdo de unos acantilados impresionantes, una trama bien construida y el mal sabor de boca que deja el vivir en un tiempo en el que la codicia es la reina de la casa.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_