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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Estetoscopios

Entre lo visto y lo que uno imagina el programa 'Centro Médico' cumple con creces

Juan Jesús Aznárez
'Centro Médico'.
'Centro Médico'.TVE

Contrita, se comunicó con el amante desde el móvil: “Alfredo, lo nuestro no puede continuar”. Su novio yacía en una cama hospitalaria, en aparente estado vegetativo, pero se había enterado de que era cornudo porque sufría un “síndrome de enclaustramiento incompleto”: pudo escuchar la conversación pero no reaccionar, ni manifestar vida. Un médico descubrió que era capaz de comunicarse subiendo y bajando el globo ocular. “¿Me perdonas mi amor?”. El yaciente le dijo que sí, que seguía queriéndola, con un movimiento de pupila enamorada. La mía también se humedeció. ¿Culebrón venezolano? No, un hecho real escenificado en Centro Médico, que goza de buena salud en TVE desde su estreno hace un año,

Mi apego a la adaptación española de The Clinic no tiene mucho mérito pues soy mediopensionista en hospitales nacionales e internacionales desde que me rompí la crisma en Alicante al tropezar en bici con un camión aparcado. Años después, me deshuesé el codo en Cuba despegando de una moto, corregí una diplopía por trauma en Estados Unidos, y un calambrazo cerebral viendo telebasura me espabiló. Como hace poco me reventaron el cristalino, indago sobre la colección primavera verano de parches pirata por si falla el cañoneo de colirios al que estoy siendo sometido.

Pero no hace falta conocer la tesis del italiano Valsalva sobre el cierre de la glotis, ni las causas del hipo incesante, para engancharse a un programa con muchos finales felices para no asustar. Si la lumbalgia y la gastritis le traen al pairo, Centro Médico cuenta con un adictivo arsenal de broncas, enredos amorosos y seminaristas reacios a la exploración testicular.

Abundan los casos “humanos”, edificantes: un hijo irrumpe a gritos en la habitación de su padre con cáncer llamando furcia a su segunda pareja, una joven extranjera allí presente. Sólo quiere la herencia del moribundo, acusa. Pero resulta que el padre se cura y ella, feliz. Entre lo visto y lo que uno imagina el programa cumple con creces.

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