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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La Balcells

El 'Imprescindibles' que emitió en su honor La 2 el lunes se dejaba constancia de una luchadora obstinada

Ángel S. Harguindey
Carmen Balcells en su casa en 2009.
Carmen Balcells en su casa en 2009.CARMEN SECANELLA

Si pudiera definirse a Carmen Balcells con el título de una película podría ser Dios y el Diablo en la tierra del sol, tal era la personalidad de la agente literaria mas importante de España. Dios para todos sus autores y diablo para casi todos los editores. Tonterías aparte, lo cierto es que el espacio Imprescindibles, con guión de Pau Subirós y Xavi Ayén, que emitió en su honor La 2 el pasado lunes, dejaba constancia de una luchadora obstinada que consiguió liberar a los escritores de los contratos leoninos que imperaban hasta que llegó ella y situar a Barcelona en la élite de las capitales mundiales de la literatura.

Volcánica, Mamá grande... surgen todos los elogios habidos y por haber de la muy agradecida, y mejor, escudería de la literatura en castellano. Su bonhomía impone a quienes le rinden sus cariñosos recuerdos alejarse de la pedantería: hablan de ella con la misma sencillez con la que ella se expresaba. Vargas Llosa, Marsé, Carme Riera, Rodrigo García (hijo de Gabo), Isabel Allende, la viuda de Mutis, Cercas, Mendoza... son algunas de las piezas del mosaico que perfila su humanidad, una manera de ser que, como señalaba Juan Cruz, "pudo haber sido la directora de la CIA o la jefa del KGB. No pedía favores, daba órdenes. A mi me llamó para decirme que tenía que conseguir un helicóptero de los de la SER, de los que van a la Vuelta, para sacar de la nevada Soria a Nélida Piñón y al taxista y llevarles a Barajas". Ordeno y mando, y también generosa y querida.

Dejemos que sea la propia Balcells la que resuma su obra y su vida en la comida que le dieron sus autores en su 80 cumpleaños: "Pero bueno, ¿qué es esto? Cuando se mueren hay un minuto de silencio en todas partes. Después les ponen una calle y mientras viven les pagan 100 dólares... Muchísimas gracias por existir a cuya sombra yo he tenido una vida excepcional".

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