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La tormenta eléctrica de Kate Tempest

Con 30 años y varios libros y discos a sus espaldas, la rapera londinense es la gran esperanza del micro y las letras británicas

Lucía Lijtmaer
La rapera londinense Kate Tempest.
La rapera londinense Kate Tempest.

“Europa está perdida / América está perdida / Londres está perdido, / aun así clamamos victoria”. Esta es una estrofa del tema ‘Europe is Lost’, del último disco de Kate Tempest, Let Them Eat Chaos (Fiction / Music As Usual). Pero podría tratarse de uno de los versos de Mantente firme, el libro de poemas que publica ahora (La Bella Varsovia). También podría ser una línea de Wasted, su obra teatral, o The Bricks That Built the Houses, su debut como novelista que publicará Sexto Piso en 2017.

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Kate Tempest es inclasificable, pero queda claro que lo que hace lo hace a conciencia —acaba de cumplir 30— y con resultados excepcionales. En los últimos años ha sido nominada al prestigioso Mercury Prize por su primer disco, Everybody Down (Big Dada), ha ganado el reputado Ted Hughes por su innovación en poesía, y está considerada la nueva voz poética más relevante en inglés por la Poetry Society. Sus discos han sido producidos por Dan Carey —que ha trabajado con MIA, Kylie Minogue y Hot Chip—, y entre sus admiradores se cuentan Billy Bragg y Chuck D, de Public Enemy. Quien la ha visto en directo ha podido comprobar que se trata de una intérprete electrizante que, además, usa exclusivamente la fuerza arrasadora de un hip-hop comprometido. Tempest es, en el escenario y fuera de él, una mezcla de trovadora, Janis Joplin y James Joyce.

¿De dónde sale la gran esperanza del micro y las letras británicas? De ­Brockley, una zona empobrecida del sureste londinense, donde la población de origen africano, caribeño y asiático alcanza el 50% de los habitantes. Crecer en Brockley en la década de los noventa la instaló por defecto en la tradición de jazz, spoken word y hip-hop —antes de que las clases creativas arrasaran la zona se podían encontrar una docena de actuaciones gratuitas semanales con micro abierto—, y fue en esos locales donde Tempest empezó a recitar en la adolescencia. Tempest fue primero rapera que poeta, y paradójicamente no tuvo éxito inicialmente como tal. Con apenas 20 años una amiga le aconsejó que cambiara el foco y acudió a un slam poético a micro abierto. Fue en la improvisación y las batallas rapsodas donde se hizo un nombre rápidamente.

“Las casas okupas donde hacíamos fiestas/son pisos que ya no nos podemos permitir”, murmura consciente de su pérdida

Tras convertirse en la poeta joven más fulgurante de Reino Unido, volvió a la música. Fue al rapear ante uno de sus ídolos —GZA, de los legendarios Wu-Tang Clan— cuando comprendió que podía ser todo a la vez. Lanzó su debut, Everybody Down, y de ahí, al estrellato. La combinación resultó arrasadora y funcionó en parte porque Tempest mezcla sin pudor sus referentes. W. B. Yeats, W. H. Auden, Wu-Tang Clan, Virginia Woolf o la Odisea se entrecruzan para una artista joven que podría haberse instalado como la nueva gran promesa poética, pero prefirió el escenario porque, como ella afirma, el rap le cambió la vida.

Y de rap va la cosa en su nuevo trabajo, Let Them Eat Chaos, que se publica el 7 de octubre. Tempest regresa ahora con la que es su marca identitaria: la familia, la ciudad y la belleza de lo cotidiano se entrelazan en historias con personajes que aparecen y reaparecen en su obra. Londres, gigantesca e inabarcable, se convierte en su nuevo álbum en un espacio en el que sus habitantes sobreviven buscando afecto y solidaridad. Tempest crea y recrea unos cuerpos que se mueven frente a la soledad, pero que forman parte de un todo. “Somos un solo cuer­po, una constelación”, declama la intérprete, en unos ecos que recuerdan a Walt Whitman y al T. S. Eliot de La tierra baldía.

Y como en la obra de Eliot, esos cuerpos despiertan después de la nieve y el hielo que causan las atrocidades mundiales. Tempest expresa preocupación con las injusticias políticas, que pueden sonar abstractas pero son reales. Hold You Own, su trabajo poético más autobiográfico, retomaba el mito del profeta ciego Tiresias y relataba su propia infancia, el acoso escolar y la homofobia en la primera adolescencia. Brand New Ancients usaba el hecho mitológico de dos familias enfrentadas en el sur de Londres, su propia patria. Ahora, el disco Let Them Eat Chaos hilvana a sus personajes en mosaicos. “Las casas okupas donde hacíamos fiestas / son pisos que ya no nos podemos permitir”, murmura una voz consciente de la pérdida de todo lo que la rodea.

La pasión de Tempest por conectar con su entorno quedó patente recientemente en un festival literario en Sídney, en el que exhortó a la audiencia a “cambiar la narrativa cultural”. Lo político se convierte en urgencia para una autora que encuentra en el escenario un contacto espiritual con el público. “El escritor, la escritura y el lector tienen que arder al mayor volumen y temperatura para que la corriente eléctrica estalle”. La tormenta eléctrica de Kate Tempest ha explotado y viene para quedarse.

Mantente firme. Kate Tempest. Traducción de A. Acerete. La Bella Varsovia. Córdoba, 2016.

Let Them Eat Chaos (Fiction / Music As Usual). A la venta el 7 de octubre.

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Sobre la firma

Lucía Lijtmaer
Escritora y crítica cultural. Es autora de la crónica híbrida 'Casi nada que ponerte'; el ensayo 'Ofendiditos. Sobre la criminalización de la protesta' y la novela 'Cauterio', traducida al inglés, francés, alemán e italiano. Codirige junto con Isa Calderón el podcast cultural 'Deforme Semanal', merecedor de dos Premios Ondas.

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