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“Todo músico necesita una porción de tierra para echar raíces”

El cantautor argentino Abel Pintos publica ‘11’, un álbum coproducido por Leiva

El cantante argentino Abel Pintos posando en la sede de Sony en Madrid.
El cantante argentino Abel Pintos posando en la sede de Sony en Madrid.Kike Para
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A los 11 años, Abel Pintos (Bahía Blanca, Argentina, 1984) empezó a cantar como solista. 11 son también los discos que ha editado, y el nombre con el que ha bautizado su próximo álbum. Por eso el número tiene significados artísticos, metafísicos y emocionales, según explica el cantautor en la sede de Sony en Madrid, en medio de la producción. Es el primer disco, de hecho, editado principalmente fuera de Argentina, y por primera vez, el músico ha buscado la coproducción con otros artistas. “Creímos que era el momento indicado para trabajar con gente que pudiera vernos desde fuera. Que no estuviera contaminada, en el buen sentido de la palabra, con nada de lo que hubiera hecho hasta el momento”. Así, ha acabado grabando a caballo entre Londres, con Martin Terefe y Madrid, codo con codo junto a su gran amigo Leiva, productor del primer adelanto del disco, Cómo te extraño. Con el exvocalista de Pereza comparte un dúo. “Nos identificamos muy rápidamente, me encontré en su forma de ser, me encontré con una persona que siento que hace tiempo que estaba aquí para ser mi amigo. Conocerlo y sentirme tan afín a él de inmediato, me provocaron ganas de cantar con él´. Y además le admiro mucho y es un referente musical para mí”.

El largo viaje del disco se ha acabado traduciendo también en conceptos nuevos en lo musical, sostiene Pintos. Sin embargo, incide que para él la importancia de cada álbum reside en que le abre el camino de una etapa nueva de su vida. “Hace un año que estoy trabajando en este álbum  y sé que voy a pasar por lo menos tres o cuatro girando y promocionándolo. Cinco años de la vida de un ser humano es un tiempo importante. Por tanto, todo lo que tenga de nuevo tiene más que ver con lo que estoy contando en las canciones o vale más esa diferencia, que los detalles musicales artísticos que cada uno pueda advertir”.

Eso sí, hay algo que no ha cambiado a lo largo de su carrera: su filosofía de vida de que todo lo inherente y lo adherente al ser humano tiene raíz en el amor. “Es la fuente de lo que luego hacemos por distintas decisiones”, narra el músico. “Yo me baso en las emociones que me provocan las distintas experiencias que vivo a diario, aunque no soy del tipo de cantautores que utilizan la música como un diario o como una bitácora de viaje”. En cambio, compara el proceso de creación de las canciones como cuando una persona llora de emoción o ríe de manera desmedida. “La suma de emociones que vamos acumulando necesita expresarse. Y salen de repente, no piden permiso. A mí me pasa cuando escribo. Al final, son brotes de emoción. Y siempre que procesé algo emocionalmente, llegó el momento de que tenía que salir, y entonces se expresó a través de la música”.

Unas canciones que beben de aires flamencos, pop, rock, y otros registros, pero que para su autor mantienen por completo la esencia de sí mismo, esa que se empapó de voces como Mercedes Sosa o León Gieco. “La raíz de mi música es folclórica, y yo creo que todo artista necesita una porción de tierra desde donde echar raíces y luego crecer. No siento que vaya cambiando de géneros, siento que me voy ramificando”. Es por lo que se considera, sobre todo, embajador de la música popular argentina y se siente orgulloso de haber conseguido hazañas como abarrotar estadios de fútbol en su país, unos recintos que al folclore les habían estado vetados hasta no hace mucho. “Esos espacios en Argentina, durante muchos años estuvieron dedicados en exclusiva a artistas internacionales. Más tarde, grandes de bandas de rock nacionales pudieron brindarle al público otro tipo de espectáculo. Para mí, no es solo juntar mucha gente, sino que me da la oportunidad de hacer un tipo de concierto que no se puede hacer en otro sitio”.

Asegura, no obstante, no perder la perspectiva ante tales éxitos, con los que ha convivido desde que publicó su primer disco en 1997 a los 13 años. “Me doy cuenta de que hice cosas muy distintas de las que hicieron mis amigos, pero también entiendo que todos los seres humanos vivimos una historia única e irrepetible. No siento como especial lo mío, sino que es distinto. Nada más”.

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