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El sonido del joven Egipto

Entre la tradición y la electrónica, Islam Chipsy & EEK y Maurice Louca presentan la música que escucha la juventud cairota

Los tres componentes de la banda Islam Chipsy & EEK. Desde la izquierda, Khaled Mando, el teclista Islam Chipsy y Mahmoud Refat.
Los tres componentes de la banda Islam Chipsy & EEK. Desde la izquierda, Khaled Mando, el teclista Islam Chipsy y Mahmoud Refat.

Islam Chipsy & EEK debutó en Madrid en la última jornada del Festival Villamanuela 2015. Actuó entre Golden Teacher, enésimo grupo de funkpunk de Manchester, y Lindstrom, refinada estrella del dancenoruego, pero el trío de El Cairo fue lo más memorable. Un exultante teclista machacando su instrumento flanqueado por dos poderosos baterías. Una fórmula energética y compacta, pero a la vez festiva y desprejuiciada. Islam Chipsy se mueve en la frontera que separa lo genial de lo vulgar y funciona porque no hay un átomo de pose. “Esta formación surgió por casualidad”, cuenta desde El Cairo. “Se me ocurrió para una boda que se celebraba en la calle. Quería sonar más fuerte. Lo hice y empezaron a pedirme más directos”.

No al exotismo

Confinada al circuito de la World Music, hoy la música africana se cuela entre la programación sin etiquetas étnicas. Se busca sacarla del gueto del exotismo y situarla entre propuestas cuyo origen geográfico no es lo más importante. Imarhan, que el viernes actúa en Madrid y el sábado en Barcelona son el ejemplo. Tuaregs crecidos en el Sáhara argelino. Descendientes del exilio maliense y salidos de las filas de Tinariwen, el mito del blues del desierto, lo suyo es cercano al rock, y publican sus discos en City Slang, sello alemán especializado en música estadounidense.

Mañana vuelven a Madrid (Café Berlín). El viernes actuarán en Barcelona, dentro de la programación del Barcelona Acció Musical (BAM). Es de suponer que sonarán temas de su segundo álbum, The Bullet, editado en julio y que va todavía más allá que el primero. Kahraba, electricidad en árabe, fue publicado en 2015. Y es eso, una descarga eléctrica. Islam (“Es mi nombre real”, aclara, “lo de Chipsy viene porque cuando dejé de fumar comía chips hasta en el escenario”) ataca su teclado con los puños, con las palmas, con las muñecas, sin dejar de ser un virtuoso curtido tras miles de horas tocando en fiestas.

Es lo que llaman electro chaabi, nuevo eslabón en la tradición del chaabi o shaabi, que se puede traducir como “música del pueblo”. Hay diferentes escuelas según el origen, pero siempre vinculada al baile. “Electro chaabi es un término inventado en Occidente, pero diría que es la música que hacemos ahora en Egipto. Música para la juventud hecha por jóvenes”, explica. Empezó a llegar a Europa en 2011, gracias a la renovada atención que suscitó la primavera árabe. “Occidente empezó a darse cuenta de nuestra existencia porque entonces llegaron a Egipto muchos periodistas. Pero yo llevo haciendo música desde 2007 y el sello discográfico en el que publico, 100Copies Music, está activo desde 2006. Hasta entonces la cultura juvenil de mi país había sido ignorada. Muy pocos se fijaban en la música underground de los últimos siete años”.

Discográfica, festival y club

100 copies se define como “un sello egipcio centrado en la música experimental y los sonidos relacionados con el jazz, nacido para crear una plataforma para la escena de la música independiente en El Cairo”. Su fundador, Mahmoud Refat, es uno de los dos baterías que acompañan a Islam Chipsy. Como discográfica publica ediciones limitadas de sus discos, de ahí su nombre, cien copias. Además, mantiene un festival de música electrónica y un club. Con 100Copies graba también otro de los nombres más conocidos de la nueva música egipcia, Maurice Louca. “Islam Chipsy es un amigo y una inspiración. Me encanta su música, pero no la incluiría dentro del electro chaabi. Él tiene su propio lugar. El electro chaabi me sorprendió cuando nació. Su energía es increíble. Ahora empieza a repetirse”, dice el músico.

Louca, que actuará por primera vez en España el 23 de septiembre dentro del BAM barcelonés, es menos pasional que Islam Chipsy aunque su sonido es también muy egipcio —“un 78% oriental y un 22% occidental”, bromea—. Su primer disco publicado fuera de su país, Salute The Parrot, le situó en el radar europeo.

Muy activo, combina varios proyectos, uno es The Dwarfs of East Agouza, un trío con Sam Shalabi y Alan Bishop, norteamericanos residentes en El Cairo. Con este proyecto, más psicodélico, volverá a Madrid el 8 de octubre y al festival Keroxen de Tenerife.

El East Agouza del nombre es un vecindario cosmopolita del área de Giza. “Soy parte de la escena de la música de la ciudad que se lleva moviendo desde antes de los levantamientos. Aunque no cabe duda de que aquel momento tuvo un gran impacto en la música de la ciudad”, dice Louca que, como Islam Chipsy, rechaza que su música tenga un contenido político. Islam se ríe ante la sugerencia. “Si lo encuentras en mi música, explícamelo”. Louca asocia política con propaganda. “Espero no ser culpable de eso, lo que tampoco significa que lo que ocurre a mi alrededor me sea indiferente”.

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