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André Rieu, el violinista de las masas

El holandés, que ha vendido más de 40 millones de discos, inicia en Buenos Aires su gira mundial con la Orquesta Johann Strauss

André Rieu, durante un concierto en 2011.Vídeo: EL PAÍS VÍDEO
Isabel Ferrer

La música de vals no tiene letra, pero el violinista holandés André Rieu ha conseguido que su público tararee las melodías como si fueran canciones. Con un tirón popular superior en ocasiones a estrellas del pop, y más de 40 millones de discos vendidos, lo ha convertido en un espectáculo de masas. Las cifras que presenta son de récord, sobre todo para conciertos clásicos. En 2009, por ejemplo, reunió en Melbourne (Australia) a 38.000 personas en torno a su Orquesta Johann Strauss. En comparación, el pasado agosto, la cantante estadounidense Beyoncé, diva indiscutible del momento, congregó a unas 46.000 personas en su concierto de Barcelona. Las giras anuales de Rieu suman en conjunto unos 700.000 espectadores, datos contrastados con la venta de entradas. Con un pie en Argentina, donde actuará entre el 17 y el 22 de septiembre en el estadio Luna Park (Buenos Aires), atribuye el entusiasmo de un público que llora y se abraza “al poder de esta música, alegre y melancólica, para hacer feliz a la gente”. Su próximo deseo para 2017 es una gira por España, país que no visita desde 1999.

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Hijo del antiguo director de la Orquesta Sinfónica de Maastricht, su ciudad natal, Rieu, de 66 años, está casado y tiene dos hijos. Estudió violín desde los 5 años y toca un Stradivarius de 1732. Con 50 músicos y un coro de 10 cantantes, su orquesta es la mayor privada del mundo. Tiene más de 1,8 millones de seguidores en Facebook, y ha ganado tres veces seguidas (de 2011 a 2013) el premio al álbum de año en la gala de los Classic Brit Awards. Posee 487 discos de platino y 271 de oro… y vive en un castillo. Rieu lo hace todo a lo grande, pero su enfoque de la música que interpreta no puede ser más íntimo. “Escojo mis programas con el corazón, porque si una melodía me emociona, también llegará a los demás. Se trata de generar emociones y recuperar las propias. ¿Cuándo bailó usted por última vez? ¿Cuándo se rio o lo pasó bien? En mis conciertos, la gente olvida sus penas y sus problemas. Veo tantos rostros alegres a mi alrededor que es maravilloso”, dice, en contestación a un cuestionario remitido por EL PAÍS durante sus vacaciones veraniegas, que son intocables. Teniendo en cuenta que viaja el 90% de su tiempo, no concede entrevistas en persona esos días.

De su castillo personal se dice que allí tomó el famoso mosquetero D´Artagnan su último refrigerio antes de morir al servicio del rey Luis XIV. Lo mataron en 1673, en el sitio de Maastricht, durante la guerra franco-holandesa. Otras aventuras no le han salido tan redondas al violinista. En su afán de ofrecer espectáculo, en 2008 reprodujo a tamaño natural el Palacio Imperial vienés de Schönbrunn. Como suele actuar en estadios o grandes escenarios al aire libre, pensó que sería el fondo perfecto para su gira mundial, titulada entonces Una noche romántica en Viena. Le llevó a la quiebra, pero fue recuperando el dinero en años sucesivos a base de más conciertos. ¿No le parece que fue demasiado lejos? “No. Adoro darle al público algo bello. ¿Por qué las mujeres van siempre vestidas de negro en una orquesta? Parecen monjas. Nosotros invertimos mucho tiempo y energía en crear vestidos para intérpretes y solistas. También en la presentación. Tratamos de ofrecer una obra de arte completa (gesamtkunstwerk) un término wagneriano, pero cierto. La música, ropajes y emociones deben encajar”.

Desde su salto a la fama en 1994 con la interpretación de El Segundo Vals, del compositor ruso Dmitri Shostakovich (es el séptimo movimiento de una suite para orquesta), Rieu no solo ha elaborado diferentes programas anuales para sus giras. Ha añadido música de películas, canciones famosas, de Los paraguas de Cherburgo al Romance anónimo, y ha compuesto. La vida es bella es el título de su vals, creado en el año 2000 junto con hermano, Jean-Philippe. También cuenta con El vals de la coronación, dedicado en 2013 a los reyes Guillermo y Máxima de Holanda. Y con un aliado muy especial. En 2011, el actor y músico británico Anthony Hopkins, compuso pensando en él la pieza Y el vals continúa. En 2012, el disco que encabeza este trabajo se llevó el premio Classic Brit Award. “Varias canciones pop son valses, pero los nuestros son clásicos. El vals siempre será moderno, como la buena música”.

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