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Crónica
Texto informativo con interpretación

Gladiadores de arena invisible

La final mundial de 'Call of duty' permite comprobar cómo los videojuegos quieren ser también líderes en el deporte

El momento en el que EnvyUs gana la final de 'Call of duty'.
El momento en el que EnvyUs gana la final de 'Call of duty'.Á.L.S.

El centro del mundo son dos guantes y una pelota azul. El atleta que la posee es sobrehumano, como sobrehumanas son las amenazas que enfrenta. Corre por una ciudad derruida, mientras silban las balas, retumban las explosiones y se desploman los muertos. Corre burlando la gravedad por el costado de la pared de una iglesia. Salta de tejado en tejado. Lanza su pelota a las nubes momentáneamente para desenfundar una pistola y vaciar el cargador en un rival. Y, finalmente, de un salto de más de doce metros, introduce su cuerpo en un orbe naranja y brillante. Dos puntos.

Este lance fue solo uno de los muchos que se vivieron en la final mundial de Call of duty ayer domingo en Los Ángeles. Se celebró dentro del COD XP 2016, un evento multitudinario, mitad presentación para la prensa, mitad parte temático para el público, con el que Activision-Blizzard, una de las compañías más poderosas del sector, quiere honrar a su saga de videojuegos Call of duty. Una franquicia bélica que en 13 años ha conseguido doblar el dinero acumulado por la taquilla de todos los filmes de Star wars en casi cuatro décadas.

La final era especial porque por primera vez se plantaba un equipo europeo en ella. De "histórica" la tachaban los comentaristas en directo del evento, aunque la historia de este campeonato tenga apenas cuatro años; es la retórica del videojuego, que vive anabolizada como todo en esta industria cultural en constante explosión económica y mediática. Splice, un equipo británico, fue el contendiente europeo que se plantó en este desenlace que ofrecía en premios más de dos millones de dólares (1,8 millones de euros).

No le fue bien a Splice. Perdieron por 3-1 la primera de las dos finales que debían de ganar a los estadounidenses de EnvyUs por un algo enrevesado sistema que permite al que no pierde ningún partido guardarse un comodín para la final. Es como si un equipo de fútbol, si ganara todos sus partidos de Champions, llegara a la final con la posibilidad de perderla una vez y obligar a que se repitiera el encuentro. El arranque del partido fue una victoria espejismo para Splice que pronto se diluyó. El rey de Call of duty continúa siendo del país que ha creado esta saga que ha vendido más de 250 millones de juegos, tan yanqui como las barras y estrellas.

Al Call of duty se juega por equipos de cuatro personas. Se disputa al mejor de cinco puntos; es decir, el que gane tres, gana el partido. En cada punto, las reglas cambian radicalmente. En Uplink por ejemplo el juego se convierte en una suerte de baloncesto. Dos orbes relucientes en dos extremos del escenario sirven de las canastas y los jugadores tienen que encestar una pelota mientras los rivales intentan asesinarlos y hacerse con el balón; por supuesto, mientras se tiene el esférico en las manos, no se puede disparar. Captura la bandera exige una constante movilidad a los atletas digitales. Deben correr hasta territorio enemigo, hacerse con la bandera enemiga y dar media vuelta hasta su propio terreno. Si un enemigo mata al portador del estandarte, este queda desprotegido para que los dos equipos se lo disputen. Si el equipo contrario al que lo portaba lo toca, la bandera vuelve a su territorio y permite que la captura del estandarte enemigo cuente como punto.  

Un instante del concierto de Snoop Dog y Wiz Khalifa en el COD XP.
Un instante del concierto de Snoop Dog y Wiz Khalifa en el COD XP.Á.L.S.

Hay una belleza innegable en la cinética de movimientos de los maestros en Call of duty. Su forma de entender el espacio y cómo relacionarse con él son ajenas al de un humano convencional. Cada pared puede convertirse en una superficie por la que correr burlando a la realidad. Para exponer sus cuerpos lo menos posible a los disparos avanzan deslizándose con los pies por delante, en un fugaz y fluido movimiento que en fracciones de segundo se puede transformar en una posición de combate. Pero hay también una barrera de entrada para entender lo que ocurre en pantalla. La velocidad de los encuentros es enorme, la variabilidad de las reglas que rigen cada punto, también. Y los detalles técnicos apuntados por los comentaristas solo resultan descifrables para los muy entendidos. Eric Hirshberg, CEO de la compañía creadora de Call of duty, reconoció a EL PAÍS la necesidad de hacer más accesible este deporte. La ventaja de lograrlo, establecer los cimientos de un negocio paralelo para los videojuegos, los eSports, que este año ya moverá cerca de 500 millones de euros

Pero a falta de que todos los entiendan, los videojuegos están dispuestos a quemar millones de dólares en espectáculo. Tras la final, los raperos Snoop Doog y Wiz Khalifa dieron un concierto ante los miles de personas presentes en el Forum de Inglewood donde se celebró todo el evento. Arrancó con un Snoop Doog fumándose un enorme puro, o el porro más grueso de la historia, y vaharadas de marihuana contangiando al personal de la atmósfera del hip hop. Y alcanzó su punto álgido cuando el rapero lanzó esta pregunta al público.

—¿Qué hacemos todo el día?

—¡Fumar maría!

"Y jugar a videojuegos también", sentenció el artista. El público enloqueció. El videojuego se anotó otro tanto en su obsesiva carrera por ser el más grande y el más fuerte de la cultura pop. A golpe de talonario.

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