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Las estrellas iluminan los canales

El certamen acoge en su segundo día un impresionante desfile de divos y una convincente película de Villeneueve sobre la visita de los extraterrestres

Alicia Vikander y Michael Fassbender posan en la alfombra roja de la premiere de 'La luz entre los océnanos' en Venecia.Vídeo: FILIPPO MONTEFORTE
Tommaso Koch
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En el fondo, se parecen. Llevan vidas distintas, en otros planetas. Los comunes mortales se preguntan cómo serán de verdad o qué sienten. Y fantasean con acercarse a ellos, algún día. La ocasión ha llegado hoy, en Venecia, donde los que habitan las estrellas han bajado a la Tierra. Alienígenas y grandes divos del cine han aterrizado juntos en la Mostra, en una segunda jornada tan ambiciosa que parecía toda una declaración de intenciones: La llegada, de Denis Villeneuve con Amy Adams, obra de ciencia ficción sobre la visita de los extraterrestres; La luz entre los océanos, drama con Michael Fassbender y Alicia Vikander; y Les Beaux Jours d’Aranjuez, donde el astro brilla detrás de la cámara: Wim Wenders.

Aparte de sus grandes nombres, las tres películas comparten más. Para empezar, compiten por el León de Oro. Además, han multiplicado la presencia de periodistas y fans por las calles y las salas del festival. Pero, sobre todo, están basadas en tres obras (un relato, una novela y una pieza teatral, respectivamente) y hablan de asuntos parecidos, cada una a su manera: las relaciones humanas, la comunicación, las elecciones y las encrucijadas. “Si pudieras ver toda tu vida de principio a fin, ¿cambiarías algo?”, pregunta Adams en La llegada. “En cada existencia hay un punto de inflexión determinante”, dice Fassbender en La luz entre los océanos.

Dos pruebas más del entusiasmo en Venecia: el final de la rueda de prensa de Fassbender y compañía fue una auténtica agresión masiva al germano-irlandés a la caza de una foto. Y del comienzo se encargó la siguiente pregunta de una periodista: “Mírame a los ojos, te amo”. La redactora pidió disculpas a Vikander, pareja del intérprete: ambos se conocieron en el rodaje, donde pasaron un mes a solas en una isla desierta. Allí ambienta el director, Derek Cianfrance, un drama que recuerda al filme con el que se dio a conocer: Blue Valentine.

En un trozo de tierra tan salvaje como la trama, en el mar australiano, un hombre y una mujer se aíslan tras la Primera Guerra Mundial y viven un idilio. Pero su paraíso terrenal se perturba cuando pierden dos hijos y acaban apoderándose de un tercer bebé, que no es suyo. A partir de ahí la película y la pareja bailan sobre varias líneas sutiles: entre verdad y mentira, paternidad y pérdida, amor y rencor. Aunque lo que en Blue Valentine era descorazonador, aquí resulta excesivo: por mucho que entre ambos actores lloren siete veces, y Vikander confirme una vez más su talento, en la sala generaron más resoplidos que suspiros.

“Es una batalla sobre la verdad y el amor. No hay héroes o villanos. Me interesaban los momentos en los que el corazón dirige la mente”, dijo Cianfrance. “Me sentía cercana a todos los personajes de la película”, añadió Vikander. “La vida es así: la gente se equivoca y sigue decidiendo. Este filme enseña el perdón, a dejar ir las cosas”, agregó Fassbender. Ambos actores compartieron los miedos que experimentaron en el proyecto. Ella estaba “muy nerviosa”, por trabajar con dos hombres que admiraba. Él afrontó las “grandes exigencias” del director y el “hambre” de su joven compañera de reparto, lo que le llevó a dar lo mejor de sí.

La protagonista de La llegada también se esmera. No es para menos: la lingüista a la que interpreta Adams trata de comprender a toda costa a qué han venido los extraterrestres. He aquí la clave que halló Villeneuve para contar algo distinto, como siempre le ocurre: hay alienígenas y naves espaciales, pero que nadie imagine Independence Day. Hasta el presupuesto -50 millones- desvela que no se trata de una superproducción: el eje del filme son la comunicación entre la experta y las criaturas y cómo esta se mezcla con su vida. Tanto que para Adams es una historia “muy personal, sobre una madre y una hija, y las grandes elecciones” del ser humano. Un filme convincente y atrevido, aunque el listón de Villeneuve es tan alto (Incendies, Prisioneros, Enemy) que La llegada se queda algo por debajo.

Sin Villeneuve, ocupado en el rodaje de Blade Runner 2, la rueda de prensa fue protagonizada por Adams y Jeremy Renner, el otro protagonista. Ambos celebraron el guion, basado en el breve relato The story of your life. “Lo leí todo de una vez y me dejó muy sorprendida. Pensé que estaría en las manos de un director especial. Trabajar con él ha sido una de las grandes alegrías de mi carrera”, aseguró ella, quien quizás acabe optando a su sexto Oscar tras este papel. “Es uno de los mejores guiones que me hubieran propuesto nunca. Creo que Denis es un genio”, defendió él.

En cuanto a Wenders, se vuelve a juntar con Peter Handke, 29 años después de la grandiosa El cielo sobre Berlín, para adaptar una obra de su amigo. Pero llevar el teatro al cine no siempre da resultados hermosos, como En la casa de Ozon o La Venus de las pieles de Polanski. También puede convertirse en un simple diálogo, en 3D, que en teoría debería analizar las diferencias entre hombres y mujeres, pero en la práctica hace comprender qué es el tedio. “La relación entre ambos géneros es una historia eterna. Ha causado amor y guerras”, señaló el director. Relató que volvió a escoger las tres dimensiones para introducir al espectador en la conversación y habló del futuro del cine: “Continuará. Hace falta un lugar donde las historias puedan realizarse y tener sentido”. Su filme, en cambio, difícilmente deje una huella para la posteridad. Pero, bueno, “el tiempo lo cura todo”, se decía en El cielo sobre Berlín.

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Sobre la firma

Tommaso Koch
Redactor de Cultura. Se dedica a temas de cine, cómics, derechos de autor, política cultural, literatura y videojuegos, además de casos judiciales que tengan que ver con el sector artístico. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Roma Tre y Máster de periodismo de El País. Nació en Roma, pero hace tiempo que se considera itañol.

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