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CRÍTICA | BEN-HUR
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Rumores y certezas de un mito

Es una película estupenda, con algunos cambios respecto de la novela y de la mítica y sensacional versión de William Wyler

Javier Ocaña

Por mucho que se intente evitar, en este mundo de rumores, redes sociales y críticos de trailers es imposible no enterarse de los malos augurios procedentes de todas partes (y de ninguna) acerca de la nueva versión de Ben-Hur (que no remake, ¿o es que se olvidan de la película de Fred Niblo de 1925?), la novela publicada por Lewis Wallace en 1880. Sin embargo, una vez más, las malas lenguas exageraban. Más que eso. El Ben-Hur de Timur Bekmambetov es una película estupenda, con algunos cambios respecto de la novela y de la mítica y sensacional versión de William Wyler, de 1959, pero en esencia el mismo relato de siempre, inmerso en el espíritu de nuestro tiempo.

BEN-HUR

Dirección: Timur Bekmambetov.

Intérpretes: Jack Huston, Tobby Kebbell, Rodrigo Santoro, Nazanin Boniadi, Morgan Freeman.

Género: histórico. EE UU, 2016.

Duración: 125 minutos.

Aparte de la duración, más ajustada, de una hora menos, el guion de Keith R. Clarke y John Ridley, el diseño de producción y la dirección de Bekmambetov abogan por una imagen hiperrealista en los escenarios y las salvajes batallas (Judea, la guerra de los romanos contra los germanos), un toque más político (el movimiento revolucionario de los zelotes, defensores de su tierra frente al invasor, Roma, adquiere un novedoso protagonismo, lo que puede dar pie a numerosos paralelismos con el conflicto actual en la misma tierra, aunque con distintos protagonistas), y una rebaja en las dosis de melodrama. La de Wyler era una película de aventuras con un esencial toque melodramático que desembocaba en una parábola bíblica, y la de Bekmambetov es una película casi bélica, asentada de nuevo en un conflicto entre hermanos que trasciende la individualidad para alcanzar a la colectividad, y que rebaja un tanto el elemento milagroso encarnado por Jesucristo, en beneficio de su mensaje moral (¡y político!).

Wyler era un director especializado en dramas, comedias y melodramas que, con su mayúsculo conocimiento del cine, también se supo mover en el espectacular territorio de la acción. Bekmambetov es un especialista de la tralla, que se mueve a la perfección en secuencias tan espectaculares como las de la batalla de barcos y la carrera de cuadrigas. Ni mejores ni peores; distintas, de otra época del cine. El personaje de Arrio (casi) desaparece, Ilderín toma el papel de segundo padre y, en el último minuto, se les va la pinza con una canción a trasmano. Pero este Ben-Hur nada tiene de fracasado.

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Sobre la firma

Javier Ocaña
Crítico de cine de EL PAÍS desde 2003. Profesor de cine para la Junta de Colegios Mayores de Madrid. Colaborador de 'Hoy por hoy', en la SER y de 'Historia de nuestro cine', en La2 de TVE. Autor de 'De Blancanieves a Kurosawa: La aventura de ver cine con los hijos'. Una vida disfrutando de las películas; media vida intentando desentrañar su arte.

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