‘Navajazo’, un poderoso ensayo sobre el desencanto
Un filme transgresor y provocador, que rompe las formas convencionales para narrar y transitar sin pudor de la ficción al documental
Hace un par de años el estreno de Navajazo, de Ricardo Silva, tomó por sorpresa al cine mexicano y cautivó a buena parte de la crítica en diferentes certámenes, al grado de conquistar el Leopardo de Oro en el Festival de Cine de Locarno. Esto se explica a través de un filme transgresor y provocador, que rompe las formas convencionales para narrar y transitar sin pudor entre la ficción y el documental.
Poblado de drogadictos, prostitutas y músicos callejeros apocalípticos, Navajazo es un ensayo sobre la descomposición social a través de personajes que habitan un limbo marginal en Tijuana, una ciudad fronteriza de contrastes donde todo puede suceder y en la cual el realizador pasó parte de su infancia. Es por esto que Silva decidió hacer este registro visual como un trabajo de tesis que se transformó en una película irreverente y por momentos incómoda.
Con cámara en mano, el director, sociólogo de carrera, logra sin victimizar a sus personajes crear un puente para mirar la miseria y desolación. Simplemente hace un retrato cercano a la realidad de gente que sobrevive a su propia devastación, con momentos de humor e ironía que nacen del absurdo cotidiano en una ciudad fronteriza.
Navajazo no es una película fácil, pero si un ejercicio interesante para acercarse a un mundo sórdido sin artificios. Es directa e implacable. Invita a la reflexión y a debatir sobre los personajes que habitan el descanto. También es un buen ejemplo de cómo hacer cine al margen de los grandes presupuestos, con espíritu guerrillero y una mirada honesta ante la realidad.
Esta película, considerada por el propio Ricardo Silva como una “etnoficción”, forma parte del catálogo de FilminLatino, plataforma de cine del mundo, y que bien valdría volver a revisitar.