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La ópera viaja en el metro de Buenos Aires

La compañía argentina Ópera Periférica interpreta 'La Serva Padrona' frente a decenas de viajeros

Representación de la ópera 'La serva padrona' en el subte de Buenos Aires.
Representación de la ópera 'La serva padrona' en el subte de Buenos Aires.Ricardo Ceppi

Pocos pasajeros se resistieron. Algunos se detuvieron solo un minuto, la mayoría sacó el teléfono móvil para inmortalizar el momento y unos pocos quedaron atrapados hasta el final de la puesta en escena de la ópera barroca La Serva Padrona este martes en el subterráneo de Buenos Aires. Una obra de 1733 trasladada a un paisaje urbano del siglo XXI por la compañía argentina Ópera Periférica, que busca sacar a la ópera de su torre de cristal y abrirla a nuevos espacios y públicos.

La orgullosa Serpina (interpretada por la soprano Julieta Schena) se rebeló contra su patrón, Uberto (el barítono Alfredo Martínez) en una estación de metro y logró conquistarlo en el segundo acto, en la otra punta de la línea H, con la complicidad de dos criados (Cristian Jensen y Candelaria Sesin). A diferencia del Teatro Colón, el escenario por excelencia de la ópera en Argentina, el público no siguió el plan de seducción en las butacas de un auditorio a oscuras, sino con las luces prendidas y de pie. Los cantantes y actores, situados a escasos metros de los espectadores improvisados, llegaron a romper la distancia del todo: estrecharon manos, lanzaron guiños y provocaron carcajadas al mezclar el antiguo libretto en italiano -"¿vos lo entendés, mamá?", pregunta un niño- con gestos cotidianos como el uso de la tarjeta del subte.

"Con Opera Periférica quería lograr que el público se interesara por la ópera, que sientan curiosidad, porque me parece que el público de ópera no se renueva, es siempre el mismo. La ópera es un objeto cultural con mucha fuerza, pero está asociada a un momento histórico anterior y sería bueno que eso cambie un poco, que se asocie con los medios masivos de comunicación y con la cotidianeidad", apunta Pablo Foladori, el artífice de Ópera Periférica.

Entre el público presente hay quienes confirman sus palabras. "Siempre vi la ópera como algo lejano, nunca vi una antes y creo que mis amigas tampoco. Pero me gustó, no sabía que podía ser divertida", comenta María, una estudiante de 17 años. "Fue una sorpresa, no lo sabía, pero me parece muy bueno que traigan la cultura al subte y que todo el mundo tenga la oportunidad de escuchar una ópera",  señala Patricio después de aplaudir con ganas al finalizar el primer acto.

Poética del movimiento

A lo largo de 45 minutos, las voces y la música de orquesta dirigida por Juan Casasbellas se imponen al ruido habitual del subterráneo, que reaparece tras la última nota. Casasbellas considera un desafío tocar en este escenario -porque "la acústica es muy resonante"- pero tras varios ensayos aprecia el entorno en el que debutaron este martes y repetirán a lo largo de los próximos días. "Estamos constantemente intervenidos por sonidos urbanos, el subte, la gente que camina y eso es muy interesante, me provoca una especie de desdoblamiento. Estoy haciendo una ópera del siglo XVIII, con temática del siglo XVIII, con música del siglo XVIII, con un paisaje urbano del siglo XXI y me siento como esos tipos que tienen regresiones de sus almas", afirma, acompañado de diez músicos.

Foladori explica que eligió La Serva Padrona por ser una pieza breve, con pocos actores en escena y "porque iba bien con la poética del movimiento y el traslado" que está interesado en trabajar y que en la adaptación se acentúa con el constante ir y venir de los protagonistas, siempre acompañados de grandes maletas. Planea replicar la experiencia en aeropuertos y también cruzar el Atlántico para llevar la ópera al metro madrileño.

"Muchas veces son espectadores momentáneos, porque tienen que seguir su paso. Pero imagino cómo queda lo vivido en la impresión de este viajante. Aunque sea por unos minutos, creo que se forma una imagen que permanece", agrega el fundador de Orquesta Periférica, mientras a su alrededor los músicos guardan los instrumentos y la multitud vuelve a acelerar el paso.

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