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Memoria con daguerrotipo

Los vecinos del municipio gallego de Salvaterra do Miño recopilan miles de fotografías familiares de los siglos XIX y XX para recomponer su historia

Diego Fonseca Rodríguez
Varias mujeres en la barca que unía Salvaterra con Monção antes de la instalación del trasbordador en el río Miño.
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Fue un acontecimiento al que acudió todo el pueblo: la inauguración en 1983 del transbordador entre Salvaterra do Miño —un municipio del suroeste de Galicia— y Monçao —una aldea del norte de Portugal— dejó atrás los años en los que para ir de un país a otro por ese tramo de la frontera había que embarcar en una chalana de madera para cruzar el río Miño. Alberto Grandal, secretario de Lazoiro, una asociación que se ha propuesto recuperar la historia de Salvaterra a través de las fotografías de sus vecinos, cuenta que el estreno del transbordador fue “como la llegada de la luz o la irrupción de la modernidad”. Del aparato solo quedan hoy las dos moles de hormigón a cada lado de la orilla y las imágenes y vídeos de su estreno, su uso y su adiós, cuando en 1994 la corriente del agua lo arrastró río abajo y el mecanismo terminó varado y destrozado en Tui, a 15 kilómetros de distancia.

Como el recuerdo del transbordador, el proyecto de Lazoiro Memoria de Salvaterra ha recuperado, con la ayuda de 60 familias que han cedido sus fotografías, otras 2.000 imágenes del siglo XIX y XX del pueblo. Desde que la idea se puso en marcha a finales de 2013, la asociación ha documentado las 17 parroquias del municipio y cada década desde 1890. El retrato más antiguo, cuenta Grandal, es un daguerrotipo familiar de 1893. Entre las instantáneas que la asociación ha recopilado hay fiestas populares, procesiones, carteles colgados dando la bienvenida al dictador Francisco Franco, un taxi de los años 50 que acercaba a los vecinos a verbenas, carros tirados por bueyes en veredas de tierra —antes de la construcción de las carreteras generales— o fotografías y cartas de gallegos emigrados a Latinoamérica dando recuerdos a su familia.

“El principio del proyecto fue lo más difícil. Había personas escépticas, que no querían dejar sus fotos en manos ajenas, pero al ver que otras nos las prestaban, poco a poco fueron perdiendo el miedo”, rememora Lucas Martínez, vocal de Lazoiro. También hubo asociaciones y un partido político, el Bloque Nacionalista Galego, que cedieron gran cantidad de imágenes. “Muchos vecinos quisieron participar activamente. Nos decían que no nos preocupásemos, que ya hablaban ellos con su familia y sus conocidos para recuperar instantáneas, y hubo gente que nos pasó centenares de ellas”, cuenta Martínez.

Vecinos junto al taxi que los llevaba a las verbenas en los cincuenta.
Vecinos junto al taxi que los llevaba a las verbenas en los cincuenta.

De este municipio de 9.000 habitantes que durante el siglo XVII estuvo bajo dominio portugués, más de 1.000 acudieron el pasado noviembre a la exposición que Lazoiro organizó en el castillo de Salvaterra do Miño, una construcción militar que fue escenario de varias batallas entre el reino de Castilla y el de Portugal. Este año, la asociación prepara otra muestra para finales de verano porque tanto los abuelos como los nietos “querían más”. “Antes, Salvaterra era un sitio de referencia. Además del transbordador para ir a Portugal, por aquí pasaba el tren que unía Vigo con Ourense y el resto del país. El ferrocarril proporcionaba comercio y mucha gente vivía de la industria. Había una fábrica de Pedramol, que hacía jabones y otros productos, y esta historia los jóvenes no la sabían”, explica Grandal. Por su parte, los mayores, como Rosa Souto, que es casi octogenaria, añoraron los recuerdos. “Vi una foto en la que aparecía en la barca mi marido, que ya está fallecido, y no supe reconocer a las chicas que salían con él. Entre ellas, seguramente estaba yo, pero no fui capaz de saberlo. Aún le doy vueltas y no logro darme cuenta”, relata Souto, que también cedió fotos.

El éxito de la exposición, en la que también se exhibieron objetos, como entradas o piezas del proyector del antiguo cine del pueblo, ha animado a muchas familias a prestar más fotografías y archivos. Entre los nuevos documentos hay, por ejemplo, una carta enviada desde Buenos Aires a Salvaterra el 22 de agosto de 1925 para un vecino llamado Xosé: “Tienes que disculparme por no haber escrito antes, porque recuerdo mucho las risas que nos echábamos los domingos, pero no tengas pena que en año y medio allí estoy de vuelta. […] Ojo con la carta que no te la agarren tus novias, no vayan ellas a reírse de nosotros dos”.

La cantidad de instantáneas y archivos ha saturado estos meses a la asociación, que no tiene capacidad para digitalizar tantos documentos. Solo de las décadas de los 60 y 70, cuando muchos gallegos emigraron por la pobreza y la falta de oportunidades a América, hay menor cantidad de fotografías. Aunque otros Ayuntamientos tenían la misma idea que Lazoiro, la diferencia, cree Marcos Blanco, el presidente, fue la seriedad y el compromiso con que se llevó a cabo en Salvaterra: “Estamos hablando de imágenes que tienen 100 años. Pocas personas centenarias viven, así que aprovechábamos ahora que nos podían contar esta parte de la historia, o ya no la podíamos rescatar nunca más”.

Abuelos y nietos

Los responsables de Lazoiro, la asociación cultural de Salvaterra do Miño que se ha encargado de recuperar fotografías del siglo XIX y XX de este pueblo del suroeste de Galicia para mostrar su historia, decidieron cuando comenzaron este proyecto que usarían una web para almacenar las imágenes y archivos que las familias les fuesen cediendo. Pronto la idea mutó. “Internet [donde solo tienen subido el 10% del material con el que cuentan] nos servía solo para los jóvenes. Empezamos a pensar en nuestros mayores y decidimos hacer una exposición. Esta idea era tanto para los abuelos, que recuerdan su infancia y su juventud, como para los nietos, que aprenden y ven cómo era antes la villa”, cuenta Samanta Vázquez, la vicepresidenta.

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Sobre la firma

Diego Fonseca Rodríguez
Es redactor en la sección de Última Hora de EL PAÍS. Antes trabajó en Efe, Cadena SER, ABC y Faro de Vigo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, Máster en Periodismo Multimedia por la Universidad Complutense y Máster de Periodismo EL PAÍS. En 2021 obtuvo el Premio Lilí Álvarez de Periodismo.

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