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CONTAR HASTA LOS 40

“El PP ha perdido la impronta de la honradez”

Con 19 años, Borja Sémper era ya concejal del PP en Irún, en una época en la que a los políticos se les asesinaba. Si hubiera sido mayor, tal vez lo hubiera pensado dos veces antes de aceptar el cargo

Borja Hermoso
Borja Sémper hace un gesto en San Sebastián en julio pasado.
Borja Sémper hace un gesto en San Sebastián en julio pasado.Javier Hernández Juantegui (EL PAÍS)

Se lanzó al foso de los cocodrilos con 19 tiernos añitos. No tan tiernos. A esa edad ya era concejal del PP en Irún (Guipúzcoa). Entonces, a los concejales del PP y a los del PSOE, en Euskadi, se les asesinaba. Los guardaespaldas y los insultos formaron parte de su paisaje cotidiano. Hoy, superada o casi la pesadilla, preside el PP guipuzcoano y es portavoz popular en el Parlamento Vasco. Pero tiene pinta de ir a más. No hay AVE entre San Sebastián y Madrid, pero Sémper se las arregla para ir en alta velocidad.

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Pregunta. Una vez me dijo El Juli: “Yo soy torero todo el día”. ¿Usted es político todo el día o trata de ser también persona?

Respuesta. Una pregunta jodida de responder, he pensado en eso muchas veces. Huyo de la condición de político de 24 horas, creo que hay que romper ese espacio cerrado, porque al final se traduce en que los políticos somos unos marcianos. Así que intento no ser político 24 horas al día.

P. Con 17 añitos se metió en Nuevas Generaciones, la rama juvenil del PP… Y con 19 años ya era concejal de Irún. ¿Qué demonios hace alguien de 19 años siendo concejal? ¿Es esa una edad para ser concejal?

R. Probablemente no. Yo, con 19 años no hubiera sido concejal en Murcia o en Madrid, eso está claro. Pero en Euskadi, si te producía un sarpullido lo que estaba ocurriendo —y hablo del nacionalismo obligatorio y de ETA, y separo las dos cosas, ¿eh?— pues te implicabas. Yo estaba fascinado por la figura de Gregorio Ordóñez y él nos ofreció a un grupo de jóvenes ser concejales, no porque fuéramos listos ni la esperanza blanca de Occidente… sino porque no había nadie. Si entonces hubiera sido un padre de familia con tres hijos habría dicho “¡Hostia, que aquí te matan, que esto va en serio!”.

P. No tenía hijos pero tenía padres. ETA estaba matando a diestro y siniestro. ¿Cómo fue ese momento de llegar a casa y soltarles “Voy a presentarme a concejal del PP”?

Hostia, que aquí te matan, que esto va en serio

R. Generé sorpresa y angustia. Un día me planté en la sede del PP y me afilié al partido. Mis padres fueron muy generosos conmigo. Porque en aquella época desde luego si eras del PP en Euskadi no eras precisamente el tío al que le invitaban a las fiestas.

P. Enterrar a amigos y a familiares debe de unir. Hasta tal punto que el PP y el PSOE de Euskadi en aquellos días eran casi la misma cosa, ¿no?

R. Pues sí…

P. Pero ser del PP tenía como peor prensa que ser del PSE…

R. En el hit-parade de los malos-malos el top éramos nosotros. El PP era la derechona, era la caspa. Pero lo bueno fue que también se fue forjando un volumen de afecto entre personas ideológicamente separadas pero que las estaba pasando igual de putas con el terrorismo.

P. Eso es emotivo pero es terrible.

R. Terrible. Yo creo que el germen social del inicio del fin de ETA empezó con los atentados contra concejales. Y decir eso es terrorífico, porque ETA ya había asesinado a muchísima gente que no era política.

P. La gente no se manifestaba para condenar el asesinato de un guardia civil, pero sí para condenar el de un político…

R. Y eso dice muy poco de la sociedad vasca.

P. ¿Se han cerrado todas las heridas?

Aquí no se podía hablar de política en un bar

R. Bah, yo creo que sí, creo que no hay heridas abiertas… lo que sí hay es una sociedad necesitada de pasar página y dejar de mirarse en el espejo examinando sus grandes defectos y su actitud mezquina en muchas ocasiones con el tema de la violencia. Es una sociedad que sabe que si ETA aguantó 40 años fue, en buena medida, porque esa misma sociedad se dejó avasallar por una minoría que defendía a los asesinos. Te recuerdo que aquí no se podía hablar de política en un bar.

P. ¿No cree que hubo en aquellos días negros y en los de después, y sigue la cosa, lo que podríamos llamar profesionales de la paz? Negociadores, intermediarios, periodistas…

R. Sí, claro. Esto ha movido mucho en todos los sentidos. Y en cierto modo es lógico que así sucediera… aunque esa profesionalización de la paz produjo intereses no confesables. Y todavía lo estamos viendo hoy.

P. Es usted donostiarra del PP, del Madrid… y poeta. La mezcla es, como poco, extravagante. ¿Qué le da la poesía?

R. ¡Del Real Madrid y del Real Unión de Irún! Y la poesía es una parte de mi vida… aunque ya era consciente de que me iba a convertir en un blanco fácil: del PP y poeta, uff…

P. Pues no corren buenos tiempos para la lírica, y el Gobierno del PP no ha ayudado mucho a que corran, con el 21% de IVA cultural y demás…

R. A mí eso me duele mucho. Tenemos que entender la cultura como un eje estratégico de nuestro desarrollo como país y por lo tanto de la acción política, y como un bien exportable. Y yo tengo la amarga sensación de que, nosotros por dejadez y otros por habilidad, se ha llegado a ver la cultura como algo ajeno al PP.

P. Muchos españoles no entienden que el PP haya vuelto a ganar las elecciones después de todo lo que ha pasado con la corrupción y después de todo lo que se ha robado. ¿Qué van a hacer ustedes?

El PP solo demostrará que ha entendido la situación cuando no sean otros los que destapen la corrupción, sino el propio partido

R. Primero, es una cuestión de selección de personal, aunque eso tampoco garantiza nada porque el ser humano se puede convertir en un sinvergüenza ante la tentación, y al final la política la hacemos seres humanos. Pero el PP solo demostrará que ha entendido la situación cuando no sea ni la Guardia Civil, ni la Fiscalía Anticorrupción, ni un medio de comunicación los que destapen la corrupción, sino el propio partido. Yo me metí en este partido porque creía que era honrado, y hoy el PP ha perdido la impronta de la honradez. Tenemos que recuperar ese perfil.

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Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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