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Un profesor que imparte esperanza a un Brasil en crisis

El director brasileño Sergio Machado presenta en su nueva película un mensaje alentador para los problemas a los que se enfrenta su país

El director brasileño Sergio Machado en un cine de Madrid.
El director brasileño Sergio Machado en un cine de Madrid.Samuel Sanchez (EL PAÍS)

En medio de crisis política, la recesión económica y la celebración de unos Juegos Olímpicos que se vaticinaban caóticos y a los que —según las encuestas— se opone la mitad de los ciudadanos, un joven músico lleva un mensaje de positividad a las favelas brasileñas. Al menos en el cine. En El profesor de violín, la nueva película del cineasta Sergio Machado (Salvador de Bahía, 1968), la música se presenta como un bálsamo más que como una solución. “La situación de Brasil está muy difícil y para mí, era importante hablar de los problemas, pero a partir de una mirada esperanzadora”, dice el director brasileño sobre el filme que se estrena este viernes 12 en España.

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Hijo de dos músicos de la orquesta de Bahía, Machado decidió contar una historia inspirada en Silvio Baccarelli, un maestro que en los años noventa consiguió estimular la inclusión social y cultural de los jóvenes de Heliópolis —la favela más grande de São Paulo— a través de la música y la creación de una orquesta. “Es muy fuerte la historia del Instituto Baccarelli, los hechos reales y la manera que ha cambiado el destino de los niños”, asegura desde la butaca de un cine vacío en el centro de Madrid.

En la película, Laertes es un violinista de gran talento que, tras ser rechazado por la Orquesta Sinfónica del Estado, acepta dar clases de música a adolescentes de una escuela pública en Heliópolis. El cambio que el músico promueve en la comunidad y las transformaciones que los jóvenes producen en su vida, es lo que, asegura el director, hace distinto al filme, pues todo está contado desde el punto de vista del profesor. A pesar de que su primera opción para interpretar a Laertes fue Wagner Moura (Pablo Escobar en la serie Narcos), Machado decidió darle el papel a Lázaro Ramos después de que este se lo pidiera con insistencia. El actor lo consideraba “la película más importante” de su vida, pues él también creció en las favelas de Bahía y tuvo un maestro que le ayudó. “Yo no estaba seguro de darle papel a Ramos, porque no imaginaba a un profesor como un hombre negro, pero ahora creo que es lo mejor que pudo haber pasado”, confiesa el director. “Le agrega otro nivel de complejidad a las cosas porque no hay violinistas negros en Brasil, transmite más complejidad para el personaje”.

Los jóvenes que interpretaron a los alumnos no son actores profesionales, son niños de la favela haciendo de sí mismos, por lo que la experiencia personal de Ramos le hizo conectar con ellos en un nivel más profundo. “Lázaro es un poco lo que los niños sueñan ser un día, y los niños son lo que Lázaro fue, entonces se creó una relación de iguales”, afirma Machado, quien animaba a los actores a improvisar y utilizar elementos de su propia vida. El nivel de realismo que logró con esta exhortación se puede ver reflejado en una escena en la que el profesor les pide argumentos para ir o no a clases los sábados. En medio de la discusión, una alumna grita: “tenemos que venir a clases porque yo fui abandonada en la basura y cuando toco me olvido de mis problemas y siento que soy una persona”. “Nadie estaba esperando eso, ella estaba hablando de su historia personal”, dice el brasileño, quien en 2005 ganó el Colón de Oro del Festival de Cine de Huelva por la película Cidade Baixa.

A pesar de esta mezcla de ficción y realidad, Sergio Machado asegura que este filme tiene mucho de autobiográfico. Sobre todo en Laertes, que es con el personaje que más se identifica. “Yo no sé hacer películas de encomienda, o bien son filmes muy personales, o tengo dificultades para conectar con ellas”. Para escribir la parte del docente, se inspiró en él mismo, en el miedo que siente al pensar qué pasaría si un día ya no pudiera dirigir más. “Decidí hacer una película sobre eso, sobre alguien que tiene un talento y en el que las personas tienen muchas expectativas y lo que pasa con él si un día se enfrenta con la posibilidad de no hacer más la única cosa que sabe”.

“Me parece un peligro jugar con la democracia, como pasó en Brasil”

Aunque la historia que inspiró a Machado para El profesor de violín es de los años noventa, los problemas en las favelas que retrata cobran especial relevancia actualmente. “Cuando empezamos a grabar la película, el país tenía muchísimos problemas, pero estábamos claramente en la dirección correcta, las cosas estaban mejores, pero ahora nadie lo sabe. Con el golpe todo está de cabeza, es un momento muy tenso”, dice preocupado.

"Con el golpe todo está de cabeza, es un momento muy tenso”, dice preocupado.

El director reconoce que los problemas no son exactamente los mismos, pues “Brasil ha crecido mucho, no se puede negar”. Y añade: “Hace 20 años las personas tenían hambre, estaban en las calles. Ahora una casa en Heliópolis tiene televisión, ordenador, consola de videojuegos, motocicleta, Internet, las personas comen”. Aunque considera que el acceso a la cultura y a la educación no se han producido a la misma velocidad: “Hemos tenido buenos ministros de cultura, pero no ha sido una prioridad tan grande como creo que debería ser, entonces esto es un problema”.

En cuanto a los Juegos Olímpicos, critica la construcción de vallas para tratar de ocultar los barrios pobres. “Los ricos colocan muros para no ver las favelas, pero pienso que lo que importa es hacer lo que Baccarelli sigue haciendo, que es construir puentes. Los muros no son solución, se debe quebrar un ciclo”. Considera como un “peligro” la situación en la que se encuentra su país, en donde asegura que la corrupción era “mucho mayor” de lo que todos esperaban. “Me parece un gran peligro jugar con la democracia, que es lo que pasó en Brasil, no está tan claro para todos que estemos en un camino tranquilo”.

A pesar de todo y como en su película, Machado espera que no todo sea malo y que en dos años (cuando haya elecciones) cambien las cosas. “Sí, hay problemas, y muy graves, pero hay también la posibilidad de cambiarlos, porque lo que más me preocupa es que se piense que no hay solución”.

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