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Ginés Marín destaca en una tarde con sabor a despedida en Vitoria

Al final del festejo, parte del público reclamó en el ruedo la continuidad de la fiesta

Los minutos finales del festejo fueron los más emotivos. Un grupo de Blusas, como se denomina en Vitoria a los peñistas festivos, saltó al ruedo con la pancarta que ha presidido uno de los tendidos de la plaza durante la feria con el siguiente lema: Prohibido prohibir #quieroTorosEnVitoria.

Dieron la vuelta al ruedo en medio de una ovación que combinó la emotividad de estar luchando por la continuidad de la fiesta con la injusticia de verse privados de ejercer la libertad de acceder a un espectáculo cultural. A los blusas los acompañaron algunos de los integrantes del servicio del moderno y acogedor Iradier Arena.

Fueron los minutos más emocionantes del festejo, porque los toros de Valdefresno se encargaron de proporcionar una corrida aburrida, que nunca llegó a despegar por el descastado comportamiento de los astados en el tercio de muleta.

Solamente el buen hacer de los espadas suplió la sosería de los atanasios de Fraile, y el joven Ginés Marín aprovechó el sexto, el único ejemplar que se movió con algo más de transmisión.

VALDEFRESNO / PERERA, ADAME, MARÍN

Cuatro toros de Valdefresno, bien presentados, pero muy apagados en la muleta salvo el sexto, y dos de Fraile Mazas, tercero y cuarto, también de comportamiento descastado.

Miguel Ángel Perera: estocada caída (oreja); estocada y descabello (oreja tras aviso).

Joselito Adame: estocada y descabello (saludos tras petición); estocada (oreja).

Ginés Marín: estocada y tres descabellos (saludos tras aviso); dos pinchazos, media y descabello (vuelta tras aviso).

Saludaron en las banderillas del primero Javier Ambel y Guillermo Barbero.

Plaza de Toros de Vitoria. 7 de agosto. Tercera de la Feria de la Virgen Blanca. Un tercio de entrada.

El torero formado en Badajoz llegó a Vitoria por el camino de la sustitución, ya que Cayetano envió un parte médico alegando un dolor lumbar que le imposibilitaba actuar. Ver para creer. Es la tercera ocasión en la que el menor de los Rivera se desapunta de una corrida en la que estaba anunciado en Vitoria.

El cambio salió bueno, pues Marín lo dio todo en su actuación. Primero, ante un manso huidizo, al que sacó de las tablas para encelarlo en su muleta, aunque falló con el descabello. Después, con el único que se movió de toda la corrida, el que cerró la feria, al que el joven diestro recibió con una larga de rodillas antes de recetar unas chicuelinas en los medios; no se privó de un quite ni de volver a ponerse de rodillas en el inicio de la faena. Toreó bien, con largura y temple y remató su labor con unas manoletinas ajustadísimas. Volvió a estrellarse el jerezano con los aceros y no tocó pelo a pesar de que se llevó los aplausos más fuertes.

A pesar de que no tuvieron astados interesantes enfrente, Perera y Adame se justificaron con solvencia. El extremeño ligó series ante un insulso primero y se arrimó sin reparos ante el parado cuarto, que como sus hermanos tuvo tanta nobleza como sosería. Estuvo breve con la espada por lo que el público le premió.

El mexicano, lejos de estrellarse con los dos mansos que le tocaron en suerte, sacó toda su experiencia para meter en la muleta al primero y lograr algunas series de mérito en el quinto cuando ya no quiso salir de tablas. Un esfuerzo que remató con un buen espadazo y se llevó una oreja. ¿Será el último trofeo que se entregue en el Iradier Arena? Ayer la afición reivindicó en la plaza la continuidad de la fiesta. Ojalá la escuchen.

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