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Mario Gas muestra el lado más humano de ‘Turandot’

Perelada acoge la ópera de Puccini protagonizada por Iréne Theorin

Imagen de un ensayo de 'Turandot', de Mario Gas.
Imagen de un ensayo de 'Turandot', de Mario Gas.Toti Ferrer
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“Eliminar lo superfluo hasta dejar solo lo necesario para explicar una historia”. El actor y director de escena Mario Gas sigue a rajatabla esta filosofía en el “esencialista” montaje de Turandot,la última e inacabada ópera de Giacomo Puccini, que estrena hoy en el Festival Castell de Perelada (Girona) con la gran soprano sueca Iréne Theorin en el papel titular. “Es una propuesta muy esencialista, sin un gramo de lo que es superfluo: lo que importa es lo que expresa la música y la voz”, afirma convencido del éxito de la empresa. “El elenco de voces es tan bueno que, aunque no guste la propuesta teatral, será un gran éxito”.

Título inédito en Perelada, escogido por su brillantez como apuesta estelar de su 30ª edición, sube por primera vez al escenario ampurdanés con las entradas agotadas en las dos funciones previstas, el sábado y el lunes (22.00). El director de orquesta italiano Giampaolo Bisanti asume la dirección musical del famoso título pucciniano al frente de la Orquesta Sinfónica del Gran Teatre del Liceu, el Cor Intermezzo, dirigido por Enrique Rueda, y el coro infantil Amics de la Unió, dirigido por Josep Vila.

Grandes voces

Ópera de suntuosa y refinada orquestación, Turandot necesita grandes voces y en Perelada han reunido un elenco de primer nivel: Theorin y el tenor italiano Roberto Aronica asumen los emblemáticos papeles de Turandot y Calaf, y la soprano mexicana María Katzarava (Liù) y el bajo italiano Andrea Mastroni (Timur) completan el cuarteto de voces estelares. El trío de ministros corre a cargo del barítono Manel Esteve y los tenores Francisco Vas y Vicenç Esteve Madrid, y completan el reparto el tenor Josep Fadó (Altoum) y el barítono José Manuel Díaz (mandarín). “Escuchar una gran voz y una buena orquesta te lleva a la felicidad y eso debe entenderlo un director de escena cuando monta una ópera”, comenta Mario Gas, feliz ante el reto de su primera Turandot en un festival en el que ha conseguido grandes éxitos, con óperas y musicales como L’elisir d’amore, de Donizetti, Il turco in Italia, de Rossini y Follies, de Sondheim.

Gas proclama su pasión por Puccini y confiesa una especial fascinación por su última ópera, que dirige por primera vez. “Es una ópera sobre el miedo al amor y la inevitabilidad del deseo. Más que una princesa de hielo, cruel y sanguinaria, Turandot tiene miedo del amor y ve como una amenaza el desafío de Calaf, capaz de poner su vida en sus manos para conseguir su amor”.

Tanto Gas como el escenógrafo y también director de escena Paco Azorín, que firma la escenografía del nuevo montaje, huyen del orientalismo de cartón piedra que a veces pesa como una losa sobre este título. “Gas ha llenado el escenario de ideas y pocas cosas, y la escenografía —una estructura sencilla— contribuye a transmitir la pasión y el respeto por la música”, explica Paco Azorín.

En cada acto, la escenografía se hace más simple hasta adquirir en el final de la ópera, completada por Franco Alfano, una dimensión concertante. “Con sus virtudes y sus defectos, usamos el final corto de Alfano y esa parte añadida, necesaria para completar la obra, tiene un tratamiento teatral diferente”, dice Gas.

Para el tenor Roberto Aronica, el papel de Calaf encierra un doble reto. “Tiene un aria que todo el mundo conoce y espera, Nessum dorma, y eso añade mucha presión al cantante”, afirma encantado de volver a Perelada, donde en 2004 cantó otro título pucciniano, Madame Butterfly.

Romper la tradición del matrimonio

IIréne Theorin, una de las sopranos wagnerianas más cotizadas de la escena internacional —con Isolda y Brünhilde ha obtenido clamorosos triunfos en el Liceo— lleva una década dando vida a Turandot, papel con el que debuta en Perelada con las entradas agotadas en las dos funciones previstas el sábado y el lunes.

“La he cantado en más de un centenar de funciones y siempre descubro matices nuevos. Y me encanta la propuesta de Gas: también creo que no debe ser vista como una princesa de hielo, sin corazón, que disfruta viendo rodar las cabezas de sus pretendientes sino como alguien aterrorizado, con miedo a casarse, que quiere romper la tradición del matrimonio, pero acaba cayendo en el amor”.

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