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ÉRASE UNA CANCIÓN... DE VERANO
Columna
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‘Bailando’: el gran anticipo de ‘la movida’

Alaska y los Pegamoides contagiaron a toda España en 1982 de una nueva música pop más díscola

Alaska y los Pegamoides durante un concierto en Bilbao en noviembre de 1982.
Alaska y los Pegamoides durante un concierto en Bilbao en noviembre de 1982.Alfredo Garcia Frances

El verano de 1982 fue de Naranjito, mascota del Mundial de fútbol que se celebraba en España, del Bienvenidos de Miguel Ríos y también de Bailando, la canción que logró que Alaska y los Pegamoides sonaran en la radio. Era discotequera —un adjetivo despectivo entonces— y comercial, una de esas canciones que sus autores, Carlos Berlanga y Nacho Canut, componían al estilo de…, es decir, siguiendo un patrón determinado, que en este caso era Cuba de Gibson Brothers y alguna otra canción funk. La pareja hizo que su ironía, a caballo entre Warhol y papá Berlanga, impregnara una letra que ironizaba sobre el acto social de moda.

Fue una canción inesperada, sobre todo porque el grupo que la interpretaba no respondía a los cánones de la música disco. De imagen apabullante, Alaska y los Pegamoides eran un grupo madrileño asociado al punk y al rock gótico. Y esa es, precisamente, la gracia de Bailando, una especie de chiste postrero de Berlanga, fundador del grupo, el cual lo había dejado por desavenencias artísticas con sus compañeros. En cierto modo, fue una venganza perfecta: la banda quería seguir unos derroteros más duros, propugnados por Eduardo Benavente y Ana Curra, y de repente quedaron condenados a tocar su canción más comercial, durante un verano que les proporcionó más de 80 conciertos gracias al éxito de la canción.

Los Pegamoides eran un grupo díscolo que incordiaba con su arrogancia a los ejecutivos de Hispavox, su discográfica y también la de Rafaella Carrá, Paloma San Basilio y Raphael, la misma que no sabía entenderles ni a ellos ni a Radio Futura. Por ingobernables, la discográfica los tenía olvidados hasta que tomó cartas en el asunto Carlos Juan Casado, un ejecutivo con talento para entender lo nuevo. Casado les hizo grabar Bailando en inglés; después la presentó en una reunión de lanzamientos diciendo que se llamaba Dancing y que era obra de un nuevo grupo europeo. Solamente cuando sus compañeros y jefes acogieron con entusiasmo el single, Casado contó la verdad. La canción no tuvo más remedio que ser publicada.

Apareció en marzo de 1982, precediendo el primer y último álbum del quinteto, Grandes éxitos, aparecido poco después. Ese mismo verano fue sin duda, y a pesar de su innegable vocación comercial, la punta de lanza de una nueva música pop española que empezaba a contagiar al país. La música independiente —como era conocida entonces— de Aviador Dro, Gabinete Caligari, Derribos Arias, todavía operando en el underground y contrapuesta al creciente éxito de Mecano —que entonces triunfaban con En tu fiesta me colé—, a los que se vendía como parte de esa modernidad que, pocos años después, fue etiquetada como la movida.

Hispavox nunca declaró al grupo las copias vendidas pero Ignacio Pito Cubillas, su entonces manager, calcula que debieron superar las 50.000 unidades. Bailando consiguió que Alaska y los Pegamoides tuvieran un éxito más que merecido, por pioneros y por valientes. Alaska comenzaba a ser un personaje aceptado por el público más allá de su papel como cantante; en cambio, la música del grupo confundía a quienes únicamente les conocían por la canción de marras. Según Pito, en una discoteca de Logroño, el público permaneció sentado e inmóvil hasta que la banda interpretó su éxito. Al acabar, los asistentes se marcharon dejando la discoteca vacía.

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