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“Cuando lo superas, el cáncer te hace mejor persona”

La escritora Verónica Díaz cuenta en su libro 'Diecisiete' cómo superó un linfoma de Hodgkin

Borja Hermoso
Verónica Díaz, autora de 'Diecisiete', posa para la entrevista de EL PAÍS.
Verónica Díaz, autora de 'Diecisiete', posa para la entrevista de EL PAÍS.LUIS SEVILLANO (EL PAÍS)

La adolescencia se le escapó a Verónica Díaz (Carboneras, Almería, 1990) con la primera vía de quimioterapia. Un linfoma de Hodgkin le dio el pasaporte hacia el final de la inocencia. Subió varias cordilleras a pelo y ahora, ocho años después, cuando mira a los ojos desde los suyos oceánicos, uno tiende a creer que la caducidad de las cosas, de la vida, bien merecen el combate. Lo cuenta todo, lucha, putadas, plenitud, en Diecisiete. Cuando desperté el dinosaurio estaba allí (Amat Editorial).

Pregunta. Después de 80 páginas, tuve que dejar de leer este libro. Y me estaba gustando mucho…

Respuesta. Eso debe de ser por alguna parte de tu vida que no quieres aceptar o que te cuesta digerir. Y por eso paraste. A lo mejor el libro te estaba dando alguna pista sobre una parte de tu vida que es importante que trabajes. Para mí, escribir este libro fue una terapia definitiva. A veces tuve que parar de escribir e hincharme a llorar, pero era muy liberador. Era poner paz y perdón en aspectos en los que aún no había puesto paz.

P. Vamos aplazando las cosas y…

R. …vamos metiendo las cosas ahí, en un cajón oculto, y de repente cuando nos enfrentamos con ellas nos damos cuenta de que nos duelen demasiado.

P. Pero este libro puede tener dos clientelas diferentes: aquellos a los que el cáncer les ha tocado directa o indirectamente y quienes gracias a Dios no lo han conocido ni de lejos… dos niveles de lectura, nada que ver.

R. Totalmente. El libro vale para el que está directamente enfermo y para el que está enfermo indirectamente —yo, por ejemplo, considero que el día que recibí el diagnóstico de cáncer no era mi enfermedad, fue la enfermedad de toda mi familia—, pero también puede valer para el que no lo vive en su piel ni en su entorno, porque le puede servir para echar los fantasmas de su vida fuera, para darse cuenta de que las cosas malas no siempre le pasan al otro, que te pueden pasar a ti… y entonces sentirte agradecido, o sentir que tienes que vivir la vida más intensamente y disfrutarla de verdad.

P. Es que hay gente que parece que se toma la vida como un entrenamiento para la que de verdad va a venir luego… pero la de verdad es esta, no hay más. ¿Se refiere un poco a eso?

R. Vivimos por inercia, dejándonos llevar por la corriente y sin poner conciencia de que el tiempo una vez que se pasa no vuelve. A veces sentimos nostalgia de los años de la niñez, o de los años de la universidad… y no nos damos cuenta de que echando tanto de menos el pasado nos perdemos el presente. Así que cuando llegue el futuro, de nuevo estaremos mirando atrás y echando de menos el tiempo perdido.

P. El libro es poderoso por posible, por real. No busca ser bonito, es eficaz. Y queda claro que las lágrimas también estaban en el tintero.

R. Casi vomitaba las palabras, las escupía porque me salían de dentro, no me resultó difícil ir escribiendo, pero sí ir enfrentándome a mi historia, claro. Quería que todo fuera real, que el lector sintiera que una especie de amiga le estaba contando lo bueno y lo malo, que le estaba abriendo su corazón con pelos y señales. Y esa sinceridad tiene un precio.

P. ¿Cuál?

R. Enfrentarte a todas las cosas que has querido enterrar. Y desenterrarlas. Ponerles nombres y apellidos, organizarlas, aceptarlas.

P. ¿Es otra persona no ya después de haber superado un cáncer sino después de escribir una historia así?

R. Sí, soy otra por varias cosas. Porque el perdón siempre te libera. Y en este libro me tenía que perdonar a mí misma por muchas cosas y tenía que perdonar a mucha gente que sentía que me había fallado y me había hecho daño. Todo tiene más sentido ahora.

P. ¿Este libro surge solo a posteriori o ya durante la enfermedad pensó en algún momento en que tenía que contarlo?

R. Desde el primer día. Porque yo, aquella experiencia la utilicé para fortalecerme y no para destruirme. Pensé que el cáncer tenía que ser mis mejores estudios, mi mejor formación, y así fue al final.

P. Aun siéndolo, no es un libro sobre el cáncer. Parece más bien un libro de lo que somos y de lo que podríamos llegar a ser, o de lo que dejamos de ser… Hace bastante daño.

R. Un libro de la vida. Y la vida es una montaña rusa. Y a veces te sientes solo y necesitas estar acompañado, y a veces estás acompañado y necesitas estar solo… y a veces te enfadas con quien más te quiere porque te dice la verdad a la cara…

P. En el libro habla usted de “una pérdida de la inocencia”, casi repentina, casi con la primera sesión de quimio… ¿cómo fue eso?

R. Cuando me dijeron lo que era pensé: Joder, que esto no solo les pasa a los demás, que esto me pasa a mí, que no me voy a ir a la playa con los amigos, que me toca quimio y ojeras y vomitar y retorcerme en mi cama… pues eso era.

P. Pero también hay resquicios, bastante, a para el humor. Tiene huevos, con perdón de la expresión, que le pidiera al médico si le podía poner los puntos de sutura a juego con el rímel…

R. ¡Ja, ja, ja! Es que mi familia y yo somos así. Desde el primer momento mi hermano me hizo cantidad de coñas con el cáncer. Bromeábamos con ello. Eso no quita para todos los momentos de tristeza que hubo, claro. A mi padre le tomaba mucho el pelo con lo de mis heridas, porque le tiene pánico a la sangre, y acabábamos muertos de risa… era hacer de nuestras debilidades nuestra fortaleza.

P. Defina quimioterapia.

R. El dulce veneno. Te quita lo malo, también lo bueno. Y con el cáncer, más allá de lo que hace con tus células, pasa lo mismo. El cáncer, si lo superas, te cambia la brújula. Hace un filtro en tu vida, te quita todas las malas hierbas. Se van de tu vida esas personas que no iban a estar para compartir contigo las alegrías y las miserias, sino solo las alegrías. Y si eres un poco valiente y masoquista, cuando lo superas, te hace mejor persona. Y eso que el cáncer es una mierda, ¿eh? Pero ¿qué vas a hacer? ¿Lamentarte todo el rato? Si llueve, bailemos bajo la lluvia.

P. Entra por esa puerta un señor malencarado y se sienta enfrente de usted. Es el cáncer. ¿Qué le diría?

R. Que gracias por todo lo que me ha enseñado. Que si no le hubiera conocido yo sería una versión un millón de veces peor de lo que soy. Y que es una putada. Y que es un hombre muy borde.

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Sobre la firma

Borja Hermoso
Es redactor jefe de EL PAÍS desde 2007 y dirigió el área de Cultura entre 2007 y 2016. En 2018 se incorporó a El País Semanal, donde compagina reportajes y entrevistas con labores de edición. Anteriormente trabajó en Radiocadena Española, Diario-16 y El Mundo. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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