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Columna
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La liberación de la mujer en Cuba

Mi madre decía que la liberación de la mujer no era una consigna, sino tener una lavadora eléctrica, una lata de conservas para darle una puñalada y sacar urgente de ella un plato de comida caliente tras sus largas jornadas en la emisora donde trabajaba. La liberación de la mujer, en ella, era encontrar ayuda práctica para facilitar su vida y así seguir ocupándose de las tareas sociales y de mí.

Mi madre pasaba perfectamente doce horas esperando en un carro de Control Remoto para transmitir al pueblo la llegada de varios presidentes del antiguo Campo Socialista: Honecker, Ceausescu, Breznev.

Las presiones ideológicas, las medidas de seguridad, las multitudes la ponían muy nerviosa.

¿Al llegar a casa qué le esperaba? Una niña, nada o muy poco para cocinar y un montón de ropa por lavar, loza por fregar a mano sin apenas detergente.

Si cierras los ojos, si tratas de recordar la jefatura política cubana ubicada en la Plaza de la Revolución, observarás, en su mayoría, hombres vestidos de verde olivo debajo del monumento a José Martí pasando revista a un desfile militar, mayoritariamente compuesto por viriles soldados.

¿Por qué en el mundo socialista nunca hubo presidentas? ¿Podría el mundo pronunciar el nombre de alguna ministra cubana? ¿Reconocerían una heroína tan fácilmente como a los famosos lideres revolucionarios? ¿Por qué no hay un movimiento feminista en Cuba? ¿Es acaso el feminismo contrario a los preceptos revolucionarios, marxistas, socialistas?

Haydée Santamaría y Celia Sánchez fueron figuras indiscutiblemente populares y queridas, pero ellas supieron conservar una discreción política, una humilde profundidad de campo que les permitió trabajar en segundo plano sus proyectos sin afectar el protagonismo de la viril jefatura.

Hoy es frecuente ver enfrentamientos entre mujeres y policías, no podemos hacernos los ciegos, esto ocurre aquí en plena calle y a la luz del día. Ellas quieren marchar; ellos impiden la marcha por ciertas zonas de la ciudad. Leemos textos de blogueras mujeres que, desde Cuba, describen con independencia su realidad. Las cubanas abren poco a poco sus negocios, desertan del llamado sector estatal, buscan su autonomía e instaladas allí, la defienden de los obstáculos estatales.

Mi madre murió demasiado joven, pero hoy me gustaría preguntarle: ¿Será todo esto parte de una nueva liberación de la mujer?

A pesar del machismo leninismo ¿Tendremos algún día una presidenta cubana mujer?

¿Me ocurrirá algo por escribir y enviar este texto a EL PAÍS?

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