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El patrimonio granadino se pone flamenco en verano

Javier Arroyo

Cuando anochece en verano, Granada se pone flamenca. Los jardines del Generalife, el Corral del Carbón, el Sacromonte o hasta hace unos días la Corrala de Santiago y la Peña la Platería convocan a cantaores, guitarristas y bailaoras y todo suena a compás. Todos los espacios citados son espacios singulares: por su configuración, como el Sacromonte o el Albayzín que alberga La Platería o por su antigüedad y consiguiente valor patrimonial. Es el caso del Generalife y el Corral del Carbón, lugares con algunos siglos de historia a sus espaldas. Los jardines acompañan a los palacios de la Alhambra desde el siglo XIV; el Corral del Carbón se construyó en la misma época como alhóndiga nazarí o almacén de grano. Y ahora, casi seis siglos después abren sus puertas al flamenco cada noche de verano.

En julio y agosto el duende recorre la ciudad nazarí. Varios ciclos flamencos se solapan sin molestarse ya que, al fin y al cabo, hay noches de verano de sobra. Acaba de concluir en La Corrala de Santiago, una residencia universitaria original del siglo XVII, el ciclo ‘La corrala y el flamenco’ y ahí seguirán en agosto ‘Lorca y Granada’, un programa residente en los jardines del Generalife, con todo lo que eso supone y que nació a principios del siglo XXI. Lo inauguró, con cierta heterodoxia sin duda, el dramaturgo José Carlos Plaza y han pasado por esos magníficos jardines todos los grandes del flamenco, tradicional o contemporáneo. Desde Antonio Gades o Cristina Hoyos hasta el momento excelso que supuso Poeta en Nueva York de la bailarina y coreógrafa granadina Blanca Li. En esta ocasión, el Ballet Flamenco de Andalucía pone en pie Tierra Lorca, un excelente montaje alrededor de la música popular y del encuentro entre Lorca y la Argentinita en 1931 con la dirección artística de Rafaela Carrasco que estará en cartel hasta finales de agosto.

El corral del Carbón acoge un formato más íntimo pero igual de gustoso. Desde hace algunos días y hasta el 11 de agosto, la alhóndiga nazarí se deslumbra con artistas consolidados y otros que lo serán. Ellos son el eje de una programación que no conviene perderse si se quiere conocer a futuras estrellas flamencas. Raúl Comba, productor y programador privado, responsable del ciclo ‘Los veranos del Corral’ cuenta que “en nuestra programación han venido artistas que luego fueron premios nacionales y flamencos de renombre” y añade “y procuramos que siga siendo así año tras año”. ¿Y cómo se descubre a estos futuros talentos? “Contamos con un círculo de complicidad, gente que nos cuenta quién tiene madera de gran artista” responde Comba.

La programación del Corral es heterodoxa en el mejor sentido de la palabra. El Laboratorio coreográfico de flamenco urbano, algo así como un grupo de investigación en busca de “nuevos caminos, conceptos y medios para expresar el arte flamenco” dirigido por Fuensanta La Moneta, abrió el ciclo. Un espectáculo lleno de belleza que abre el camino para una docena de funciones en la noche granadina.

Rafaela Carrasco, la directora artístico de Tierra Lorca, reconoce el elemento diferencial de trabajar en un espacio monumental como el Generalife. “El espacio enriquece la obra, la hace crecer” comenta mientras añade que el propio jardín actúa, a través de los juegos de luces, como parte relevante de la escenografía en su obra. Guillermo Quero, delegado de Cultura de la Junta en Granada y, por ello, responsable tanto de los espacios como de la programación pone el énfasis en la importancia del contenido en su continente. “Granada cuenta con espacios patrimoniales mágicos por si mismos, pero el flamenco engrandece esa magia más aún si cabe”. Así lo entiende Antonio Campos, uno de los cantaores del espectáculo. Se ha autoimpuesto una tarea diaria. Cada día, cuando llega a trabajar, al Generalife, sobre las ocho, dedica un minuto a fotografiar la puesta de sol que se disfruta desde allí. Solo entonces, con esa tarea cumplida que en un mes le proporcionará un preciosos muestrario de 30 anocheceres, deja paso a su ritual diario de vestirse, calentar voz y salir a uno de los escenarios más bellos del mundo.

También para Comba, la Alhambra tiene un papel relevante en el flamenco actual. “Allí nació el flamenco de gran formato”. Se refiere a espectáculos públicos, concursos y proyección más allá de los amigos y vecinos. Cuenta que el concurso de cante jondo que Falla y Lorca ponen en pie en 1922 supuso un nuevo formato de éxito, por cierto, más allá de Granada. En la ciudad, sin embargo, se trató de un “debut y despedida, cosas de esta tierra” concluye. Muchos años después, Granada descubre el potencial del flamenco y retoma aquel “gran formato”. Por unos días, Graná centra su mirada en este arte del que Stravinsky dijo que lo “elevaba del suelo en meditación”.

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