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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Adiós

Los prodigios semánticos que se enfrentan con tanto talento a la obviedad y los tópicos no son exclusivos del fútbol

Carlos Boyero

Durante esa Eurocopa abusivamente mediocre, con un vencedor destinado a que solo él recuerde en el futuro su hazaña, no hacía demasiado caso a lo que transmitía la pantalla, pero sentía frecuente rubor al escuchar originales comentarios de los narradores. Incluso hice una lista de las tonterías involuntariamente surrealistas que oía, pero la he perdido. He aquí una muestra de ese sentido de la lógica que hubiera admirado la filosofía pura: “Ambos equipos quieren ganar pero está claro que solo lo conseguirá uno”. Respuesta del especializado comentarista que acompaña al narrador: “Tienes toda la razón, aquí solo puede pasar uno”. Estos prodigios semánticos que se enfrentan con tanto talento a la obviedad y los tópicos no son exclusivos del fútbol. Se multiplican en la política y son expuestos con énfasis y repetidos hasta la náusea, dando por supuesto que el oyente no solo es tonto sino también sordo.

Y su efecto contagioso tiene un notable éxito en las televisiones. En un espacio de cinco minutos te pueden repetir diez veces la misma imagen. Por si no te ha quedado claro o por algo tan comprensible como que hay que llenar el informativo y la tertulia (aunque con lo segundo resulta ilógico, ya que sus protagonistas podrían hablar de cualquier tema humano o divino durante horas, como esos muñecos a los que les dabas cuerda o le colocabas las pilas garantizándote que su discurso sería infinito) desgastando la retina del espectador. Y también lo utilizan en los intermedios publicitarios. El mismo spot se repite tan mareante número de veces como para que acabes odiando lo que te pretenden vender.

Sueño que durante un mes no veré la televisión, ni estaré conectado con ningún medio que informe sobre la actualidad política, ni sabré nada sobre la trascendente formación del gobierno. Y al despertar sabré que ya he conocido el Nirvana.

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