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Ortega Cano, Manzanares y Morante no despiertan interés en Benidorm

La plaza se cubrió menos de la mitad la tarde de la enésima reaparición del torero cartagenero

Los diestros José Ortega Cano, Morante de la Puebla y José María Manzanares (de izquierda a derecha), anoche a hombros tras la corrida en Benidorm.
Los diestros José Ortega Cano, Morante de la Puebla y José María Manzanares (de izquierda a derecha), anoche a hombros tras la corrida en Benidorm.MORELL (EFE)

José Ortega Cano, dos orejas y dos orejas.
José Antonio Morante de la Puebla, dos orejas y dos orejas.
José María Manzanares, dos orejas y dos orejas y rabo.
El artista Marcos Núñez amenizó con su violín varios pasajes del festejo.
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria del torero Víctor Barrio.

El diestro Ortega Cano protagonizó, ayer, sábado, en Benidorm una reaparición soñada al cortar cuatro orejas en una tarde triunfal, en que la Morante de la Puebla hizo también el pleno de desorejar a dos oponentes, mientras que José María Manzanares logró pasear cuatro orejas y un rabo. 

Con menos de media entrada en los tendidos, se lidiaron toros de Núñez del Cuvillo, terciados y cómodos, nobles y de buen juego en conjunto, especialmente el cuarto, de nombre Gavilán, y el sexto, Laborioso, premiados ambos con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Volvía Ortega Cano a vestirse de luces siete años después desde que lo hiciera por última vez en la localidad cacereña de Navalmoral de la Mata (Cáceres) en 2009; y lo hacía también después de atravesar una etapa personal de lo más complicada, lo que le daba a la tarde en Benidorm un aliciente más allá de lo taurino.

Lástima que la gente no acabara de responder en la taquilla, cubriéndose algo menos de medio aforo. Ni la reaparición del veterano espada de Cartagena, ni la presencia de dos colosos del escalafón como Morante y Manzanares, lograron lo que todo el mundo esperaba, un éxito de público sin precedentes en la historia taurina de esta localidad alicantina.

El reaparecido Ortega, ataviado con un terno carmín y oro, y que recibió una ovación tras el paseíllo, se mostró a muy buen nivel con el primero, al que enjaretó bonitas verónicas y con el que reverdeció laureles en una labor de muleta presidida por la suavidad, cadencia, compostura y galanura de un torero al que no le pesó ni la edad ni los siete años fuera de los ruedos. Cayó la estocada arriba del cuvillo y para él fueron a parar las dos orejas.

Y otros dos apéndices paseó en el cuarto, otro buen toro de Cuvillo, con el que volvió a estar igual de asentado y de templado en una faena cimentada nuevamente sobre los mimbres del corazón y el sentimiento, y brindada a su mujer y a su hijo. Gran toro este de Cuvillo, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Morante estuvo cumbre con el capote en su primero. Lances mecidos, cadenciosos y de bellísima ejecución dieron paso a una faena de muleta también de notable torería, y brindada a la mujer y al hijo pequeño de Ortega Cano. El inicio con ayudados al hilo de las tablas tuvo sabor añejo, pero los muletazos que logró el sevillano por el derecho fueron también exquisitos, tanto que, tras una estocada, logró las dos orejas. Igual de arrebatado estuvo Morante con el quinto, al que toreó con mucho gusto y encaje por los dos pitones, lo que, tras una estocada, le valió para lograr otros dos apéndices.

Manzanares se aseguró también la salida a hombros en su primero, al que cuajó una gran faena, con el empaque, el gusto, la expresión y la plasticidad de cada muletazo como pilares fundamentales para lograr también las dos orejas. En el que cerró plaza llegó el éxtasis manzanarista con otra faena pletórica, de muy buena compostura y bella ejecución, premiada con los máximos trofeos de un toro también excepcional, premiado con la vuelta al ruedo en el arrastre.

Triunfo de la terna en Manzanares

Los diestros David Mora y Rubén Pinar, con dos orejas cada uno, salieron a hombros en la localidad ciudadrealeña de Manzanares, en una tarde en la que brilló el malagueño Fortes, que hizo lo más destacado y rotundo de la función, y que solo logró un apéndice por fallar con la espada.

Con media entrada, se lidiaron cuatro toros de Torrehandilla (primero, cuarto, quinto y sexto) y dos de Torreherberos (segundo y tercero): primero resultó tardo y de escaso celo; segundo y tercero manejables; cuarto sin entrega; y quinto y sexto broncos y complicados.
David Mora, oreja y oreja.
Rubén Pinar, dos orejas y ovación.
Fortes, oreja y ovación.

Lo mejor se quedó sin premio. Tremendo Fortes. Simple y llanamente. Dando la cara como si se tratara de una plaza de mayor relevancia de lo que en realidad era. Y frente a dos toros distintos. Mucho. Recibió a su primero en los medios, se lució con un ajustado quite, y con la muleta estuvo firme, hilvanando una faena de mando, actitud estoica, de trazo templado y pausado. Apabullante, hizo honor al brindis al cielo. Fue faena de rabo, que se quedó en simple oreja por el mal uso de la espada; mal uso que repitió en el sexto, un ejemplar complicado por rebrincado y mirón ante el que no dudó un instante y al que redujo con aplomo y decisión.

David Mora anduvo decidido, pero sin cuajar faenas de relieve, mientras que Rubén Pinar destacó en el segundo de la tarde, con pasajes de buen toreo.

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