_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Darín nos da una lección: hay vida

La película 'Truman' nos enseña que la generosidad no tiene mérito ante la buena suerte, sino ante la desgracia que nos puede hacer grandes

Berna González Harbour

A partir de ahora, cada vez que veamos a François Hollande pensaremos en su peluquero, y no en si se merece los 9.000 euros que cobra al mes por peinar al presidente —es obvio que no— sino en cómo ha tenido la suerte de llegar al lugar justo en el momento adecuado. La envidia, sentimiento nada recomendable pero palpitante, está exactamente ahí, en esa cuestión.

La suerte es un factor de mucho riesgo como motor de éxito o progreso porque depende de factores externos que no podemos controlar, pero lo que sí está en nuestra mano es nuestra posición interna ante ella. Y elegir la correcta nos puede hacer grandes.

La película Truman, que estos días puede verse en Movistar+, es un canto a la amistad, a la lealtad en una relación en todos los vaivenes de la vida, y es sobre todo un homenaje a la fortaleza, la dignidad, la entereza que puede ser capaz de adoptar un ser presa de la enfermedad. El personaje interpretado por Ricardo Darín, como siempre fabuloso y veraz, ha contraído un cáncer terminal que le lleva a preparar el escenario de su muerte de forma mucho más cabal que sus seres cercanos.

—¿Qué tal? —pregunta él a unos conocidos que le han eludido en un restaurante, tras acercarse a su mesa.

—Bien —responden—. Bien.

Y el silencio se adueña de sus conocidos, incapaces de devolver la pregunta necesaria y habitual en una situación similar: ¿Y tú?

Es Darín el hombre entero en su vulnerabilidad y son los demás los débiles en su supuesta suerte y fortaleza. Es muy difícil acompañar en la desgracia, pero la mayor lección de esta película de Cesc Gay y de aquellos seres queridos que sufren a nuestro alrededor es hacerlo.

Ser generosos con la buena suerte no tiene mayor mérito, pero serlo ante la mala suerte y aprender a estar bien en el mal puede ser un gran regalo para uno mismo y los demás.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Berna González Harbour
Presenta ¿Qué estás leyendo?, el podcast de libros de EL PAÍS. Escribe en Cultura y en Babelia. Es columnista en Opinión y analista de ‘Hoy por Hoy’. Ha sido enviada en zonas en conflicto, corresponsal en Moscú y subdirectora en varias áreas. Premio Dashiell Hammett por 'El sueño de la razón', su último libro es ‘Goya en el país de los garrotazos’.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_