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Se busca tumba para un poeta revolucionario

La Procuraduría de El Salvador pide que se reabra el caso del asesinato del poeta guerrillero Roque Dalton y que se localicen sus restos

Jan Martínez Ahrens

El Salvador busca una tumba para el poeta Roque Dalton. Hijo de un tiempo confuso, el intelectual y guerrillero murió el 10 de mayo de 1975 a manos del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP). Su asesinato, un ajusticiamiento interno por su enfrentamiento con la dirección, vino seguido de un largo silencio oficial. Jamás se condenó a los autores, nunca se recuperó su cuerpo. Ahora, 41 años después, la Procuraduría para la Defensa de los Derechos Humanos de El Salvador ha instado a que se reabra el caso, se hallen los restos y se ponga fin a la “impunidad”.

La figura de Roque Dalton (San Salvador 1935-1975) no ha dejado de crecer desde su muerte. Dueño de un verso preciso y luminoso, su obra ha trascendido los límites de la poesía social revolucionaria y ocupa un lugar dominante en la lírica centroamericana. En su pensamiento pesó, como en tantos jóvenes de los años cincuenta y sesenta, el marxismo y sus selváticas variedades americanas. Una fe que quedó sellada en 1957 durante un viaje a la Unión Soviética. El imperio de la hoz y el martillo le deslumbró, y a su regreso, Dalton emprendió un camino que, pese a los desencantos, ya nunca abandonaría. Por su militancia fue detenido una y otra vez, expulsado de su país, torturado y hasta condenado a muerte. En 1964, incluso la propia CIA intentó ganarle como espía.

En esta senda, Dalton encontró en Cuba una segunda patria. Allí mantuvo durante años una intensa actividad artística y publicó una de sus obras más conocidas, Taberna y otros lugares. En la isla también recibió instrucción militar y se sumó a la estela de Fidel Castro. “Roque es el ejemplo muy poco frecuente de un hombre en quien la capacidad literaria, la capacidad poética se dan desde muy joven mezcladas o conjuntamente con un profundo sentimiento de naturalidad con su propio pueblo, con su historia y su destino. En él, desde los dieciocho años, nunca se pudo separar al poeta del luchador, al novelista del combatiente, y por eso su vida fue una serie continua de persecuciones, prisiones, exilios y fugas”, dejó dicho Julio Cortázar.

Roque Dalton, en el centro, en Cuba.
Roque Dalton, en el centro, en Cuba.

A finales de 1973, un Dalton ya famoso abandonó Cuba y regresó clandestinamente a El Salvador. Fue su último viaje. Incorporado al Ejército Revolucionario del Pueblo no tardó mucho en ser considerado un revisionista. “Se opuso al ala militarista; él defendía un movimiento más social y amplio”, señala uno de sus hijos, Juan José Dalton. colaborador de este periódico. Otras fuentes añaden que en este distanciamiento fue clave su procastrismo, contrario a la ideología imperante en la cúpula.

El choque con la dirección supuso el fin del poeta. El 13 de abril fue detenido por sus compañeros de armas. Durante casi cuatro semanas, la organización guerrilla le mantuvo recluido en una casa de seguridad. Allí fue torturado y, en un simulacro de juicio, se le acusó de pertenecer a la CIA. Luego le asesinaron a tiros. Para evitar que los balazos alertasen al vecindario, una militante salió al exterior de la casa y, aprovechando que era el Día de la Madre, prendió cohetes pirotécnicos. Su cuerpo, siempre según la reconstrucción de la familia, fue finalmente metido en una bolsa de plástico, subido a una pick-up y llevado hasta un lugar desconocido. Los hijos creen que se le enterró en El Playón. Una planicie lunar, al pie de del volcán de San Salvador. La localización exacta se desconoce.

Los intentos por aclarar el caso no han tenido resultados tangibles. En 2010, la familia acusó de un crimen de lesa humanidad a dos antiguos dirigentes del ERP, Jorge Meléndez y Joaquín Villalobos. Pero la justicia desestimó la denuncia por considerar prescrito el delito. Los hijos acudieron entonces a la Procuraduría de Derechos Humanos. En su resolución, este organismo concluye que “El Salvador ha incumplido sus obligaciones de garantizar la justicia a los familiares del poeta Roque Dalton” e insta a la Fiscalía General que reconozca la “imprescriptibilidad de la ejecución extrajudicial” y que “haga las acciones necesarias para recuperar los restos humanos”.

La Procuraduría, en esta línea, considera que hay “elementos suficientes para presumir la participación” en el crimen de los antiguos dirigentes del ERP y solicita a Villalobos y Meléndez que colaboren con la investigación. Ambos han negado reiteradamente su participación en los hechos. Meléndez, actual director de Protección Civil en El Salvador, incluso rechaza haber conocido a Dalton. Y Villalobos, quien en su día fue el único guerrillero que pidió perdón por lo errores cometidos, ha señalado que en 1975 no era jefe militar ni político del ERP.

Roque Dalton, a la salida de la cárcel.
Roque Dalton, a la salida de la cárcel.

La pelota ahora está en manos del fiscal general de El Salvador y en la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, donde la familia ha denunciado al Estado salvadoreño por denegación de justicia. Hay un crimen por resolver y una tumba por abrir. En algún lugar de El Playón, entre rocas volcánicas, los restos del poeta esperan volver a la luz.

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Sobre la firma

Jan Martínez Ahrens
Director de EL PAÍS-América. Fue director adjunto en Madrid y corresponsal jefe en EE UU y México. En 2017, el Club de Prensa Internacional le dio el premio al mejor corresponsal. Participó en Wikileaks, Los papeles de Guantánamo y Chinaleaks. Ldo. en Filosofía, máster en Periodismo y PDD por el IESE, fue alumno de García Márquez en FNPI.

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