El legado de Obama
La aspiración de objetividad tiñe a veces las páginas de Vicente Palacio equidistancia forzada
El balance de Barack Obama es prometedor, pero incompleto. Acarrea claroscuros. En política económica, “lo fundamental es que se cortó la hemorragia financiera en un tiempo récord, en poco más de seis meses”. En política exterior “ha estado a la altura en un momento de ajuste geopolítico”. Internamente solo contrarrestó parcialmente la “gran desigualdad” social y territorial y la “gran polarización” política fraguadas desde decenios atrás. Esas son las conclusiones del —ágil y bien escrito— libro de Vicente Palacio sobre la presidencia norteamericana cesante. Es un análisis sofisticado porque aplica un doble baremo. Respecto a esas expectativas levantadas, Obama “tenía un proyecto y apenas pudo llevarlo a cabo”. Sobre el legado recibido de George W. Bush, su época ha sido “muy rica en transformaciones”, sostiene.
La aspiración de objetividad, sin embargo, tiñe a veces sus páginas de equidistancia forzada. Como cuando subraya el coste del salvamento bancario, asimétrico con el muy inferior alcance del rescate a los ciudadanos… obviando que las inyecciones a la banca se recuperaron.
Su disección sobre la política exterior, el grueso del volumen, es precisa. Sobre su visión doctrinal pragmática y prudente, que le ahorró los graves errores del anterior militarismo imperial. Sobre los grandes éxitos geopolíticos, pero aún en su inicio (Irán y Cuba), y las limitaciones de sus opciones intermedias o erráticas (mundo árabe). Sobre el “giro asiático”, intentando contrarrestar a Pekín.
O sobre los desafíos de la gobernanza mundial, como los acuerdos comerciales, asiático y europeo, a los que critica, reconociendo que “no hay nada mejor”; o la lucha contra el cambio climático, lo “más revolucionario” de sus mandatos. En suma, el libro es muy útil.
Después de Obama. Vicente Palacio Catarata / Alternativas. Madrid, 2016. 136 páginas. 14 euros
