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El individuo sobre el grupo

El mapa calcinado, de Kobo Abe, es otra vuelta de tuerca al tema de la identidad, que le distingue en la novelística japonesa

Kobo Abe es un escritor atípico dentro de la literatura japonesa contemporánea. Su interés por la literatura occidental y por el individuo son determinantes en su escritura, hasta el punto de que se despega de manera notoria de sus antecesores inmediatos (Akutagawa, Kawabata, el mismo Tanizaki, que es quien más lejos había llegado en acercar la cultura occidental a la japonesa) para crear un mundo y un estilo propios que lo identifica de inmediato. Habitualmente se le relaciona con Franz Kafka, por quien sentía una gran admiración, pero en la introducción a la edición de El mapa calcinado, Ednodio Quintero menciona también con acierto a Samuel Beckett como referente. Sea como sea, sus historias pesadillescas o alucinadas, pero relatadas pie a tierra, crean una atmósfera que apasiona y desconcierta por igual. En un país de mentalidad tan grupal como Japón, este predominio del individuo sobre el grupo que caracteriza la escritura de Kobo Abe supone un cambio radical en la novelística japonesa del siglo XX.

La historia de El mapa calcinado es laberíntica. Una mujer de mediana edad, atractiva, encarga a un detective (que trabaja en una agencia de investigación) la búsqueda de su marido, que desapareció seis meses antes. El marido, el señor Nemuro, había quedado con un empleado suyo, Tashiro, para que le llevase unos documentos al lugar de la cita a la que no acudió. El detective (del que nunca conoceremos el nombre) comienza su indagación a partir de este empleado y de la viuda hasta que aparece un cuñado del desaparecido y hermano de la viuda, personaje ambiguo, misterioso y vividor que trata de apoyar la investigación que el detective lleva a cabo.

Kobo Abe delimita enseguida los espacios donde sucede la historia (la casa de Nemuro, la empresa, la explanada de los microbuses, la cafetería Tsubaki…) y su detective va de unos a otros sin hallar pistas y embrollándose hasta quedar atrapado en ese espacio repetitivo. Vaga por un mundo que no le dice nada, persigue fantasmas. Los diversos personajes son figuras que huyen, se esconden, aparecen y se desvanecen en un mundo donde nadie parece saber qué hace; son personajes desasidos que no se reconocen ni pueden hacerlo porque todo es duda. Es una historia surreal, asfixiante, agotadora.

El gran tema de Kobo Abe es el de la identidad. Su aproximación al individuo es la que le permite indagar en este tema, a su vez novedoso en la narrativa japonesa. Todos los personajes son tales, pero aparecen difusos, no saben o no quieren saber; actúan, pero no acaban de mostrarse; sólo el detective sin nombre sigue tras el desaparecido por una cuestión de dignidad, pero el enredo es cada vez mayor, la confusión le supera. Ahí asoma el problema de la identidad: ¿Quién es? ¿Quién es quién? ¿Por qué hace lo que hace? ¿Qué es real y qué es sueño? ¿Qué es verdad y qué es falsedad? La vida confunde. El autor de La mujer de la arena y El hombre caja, con su poderosa fabulación, insiste en sus temas predilectos: la búsqueda de sí mismo, de su lugar en la vida y en el mundo, el extravío en la propia mente, la alienación, el miedo, la inseguridad… La presión sobre el lector es intensa, progresiva, determinante. Otra vuelta de tornillo a la atomización de la conciencia del hombre moderno.

El mapa calcinado Kobo Abe Traducción de Ryukichi Terao Eterna Cadencia Buenos Aires, 2016 314 páginas 18,50 euros

El mapa calcinado Kobo Abe Traducción de Ryukichi Terao Eterna Cadencia Buenos Aires, 2016 314 páginas 18,50 euros

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