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Palabras como bolas de billar

Javier Pérez Andújar reúne en su 'Diccionario enciclopédico de la vieja escuela' diversos textos que conforman una poética autodidacta en el extrarradio de Barcelona

Javier Pérez Andújar (Sant Adrià de Besòs, Barcelona, 1965) escribe libros que tienen mucho de mapas en los que el tesoro es precisamente el mapa. Leyéndole sabes que te encuentras a un autor lejos de la manada. Con una manera de escribir —cómo y desde dónde— y escribirse muy particular y perfectamente identificable. Es brillante tanto en su estilo de escritura, con un alambre lírico que parece sostenerle frases y páginas, como en lo que descubre y nos hace descubrir mientras escribe. Imágenes y metáforas que permiten desentrañar la realidad sólo por un instante, como levantar un velo, mirar y volver a bajarlo.

Diccionario enciclopé­dico de la vieja escuela representa, más que cualquier otro de sus libros, eso. Una manera de buscar quién es, una forma muy suya de autoficcionarse, en un juego llamado escribir que nunca excluye al lector. Entre las buenas noticias que tiene este libro está la sensación de cosa viva. Parece que Pérez Andújar mientras teclea —desde las tripas y el corazón pero sobre todo desde la inteligencia— comprueba lo fascinante de las palabras que no son fósiles, sino bolas de billar que chocan entre sí, produciendo otras palabras, referentes, imágenes, mitos, puertas, libros, personajes de tebeo, siempre lugares.

El mapa que es este libro es una poética personal, pero también algo así como su propio manual de instrucciones que le lleva a sitios que ni sabía que existían o, mejor dicho, que no recordaba haber estado hasta que el propio misterio de las palabras le ha llevado. Hay algo de asombro y sorpresa de su autor en los sitios por los que pasa o llega que nos consigue transmitir mediante su lectura.

Ordenado alfabéticamente como una enciclopedia de las de toda la vida, Pérez Andújar despliega el mapa de quién es y su mundo. Da salida a artículos publicados en prensa —la mayoría en este periódico—, en blogs y algunos inéditos, escritos para conformar este volumen. Recuerdos, denuncias, posicionamiento político, filias y fobias en fotos hechas para no ser borradas por el atosigamiento del futuro inmediato. Instantáneas de un paisaje del que no quiere su propia desmemoria. No es nostalgia, es tradición autodidacta como arma con el que vivir el presente, defender lo ya perdido o nunca tenido. Con un estilo umbralesco de disfrutar el lenguaje pero con sus propios cortafuegos vanidosos — esos chistes malos—, despliega su cartografía. Hilos de un telar para explicar todo, para llegar a todas partes ya sea escribiendo sobre políticos, música pop de los setenta y ochenta, dibujantes de Bruguera o cine español. Temáticas que eran el nervio de su blog Lady Filstrup.

El diccionario se nutre con una mirada lúcida y valiente sobre nuestra vida política, sobre libros y escritores, tebeos, personajes, héroes cotidianos y gente mezquina, tanto como sobre la matanza de Charlie Hebdo, La Banda Trapera del Río como el anarquismo del extrarradio de Barcelona. Su prosa no es un fin en sí misma. Es útil para definir contornos, para delimitar todo un amplio territorio de pasos perdidos en la formación cultural y sentimental de un hombre y su clase social.

Con la mirada del chaval de la calle bajo el peso de las derrotas de los que le precedieron y el sin futuro que aún se le exhibe. Sólo las palabras encerradas en libros y canciones ofrecen la fuga de la prisión. Disfruten de este libro y de su autor. Dedíquense a saltar de aquí y allá. Lean entradas, apunten referencias, disientan o le agradezcan el pensar así o asá, que les haga mirar de otra manera las cosas ya vistas. Nada es sólo lo que parece y el mundo es todo lo amplio que puedan ser mapas y palabras.

Diccionario enciclopédico de la vieja escuela Javier Pérez Andújar. Tusquets. Barcelona, 2016. 478 páginas. 21 euros

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