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Ana Moura: “El fado es vida, son emociones”

La portuguesa, que participó en el Festival de Fados de Madrid, cautivó a Prince y tiene nuevo disco

La cantane Ana Moura en Madrid.
La cantane Ana Moura en Madrid. SANTI BURGOS (EL PAÍS)

Su anterior disco es el más vendido de los últimos años en Portugal. Así que había cierta expectación. “En Desfado tuve el valor de arriesgarme, y salió bien. Fue tan liberador, y estaba en un estado de felicidad tal cuando empecé a buscar canciones para Moura, que no sentí ese peso del que todo el mundo me hablaba”. Con las entradas agotadas hace días, Ana Moura –en agosto cantará en San Javier (Murcia) y, en noviembre, en Santiago de Compostela, Madrid, Bilbao, Zaragoza y Vigo- inauguró ayer el Festival de Fado de Madrid (Teatros del Canal).

La portada de Moura es un retrato de la portuguesa con una mariposa posada en su mano. “Quería simbolizar que me gusta reinventarme, esa idea de metamorfosis”, explica. Igual que para Desfado ha contado con el productor Larry Klein (Joni Mitchell, Melody Gardot, Madeleine Peyroux…). El disco se grabó en California con músicos como el guitarrista Dean Parks o el baterista Vinnie Colaiuta. “Es un poquito más arriesgado porque Desfado tiene un sonido más crudo. Comienza con Moura encantada cuyo inicio, casi imperceptible, es el arranque de la bobina de una grabadora de cinta. Y la guitarra portuguesa, en varias canciones, tiene un tratamiento de guitarra eléctrica lo que le da una sonoridad diferente”.

“Con Moura tenía también otro objetivo: rescatar el hecho de que el fado se bailaba en el siglo 19. El baile se fue perdiendo y el fado acabó siendo relacionado exclusivamente con una música triste y nostálgica. Pero el fado es vida, son emociones, todo tipo de emociones. Hay fados en los que el cuerpo pide bailar”, afirma Ana Moura, nacida en Santarém. “Allí las personas tienen la costumbre de reunirse para cantar y tocar. Desde que tenía cuatro años pasaba los fines de semana con mis padres en esas tertulias fadistas. También se cantaba mucha música tradicional portuguesa y mucha música africana. Mis padres recuerdan que la primera vez que me oyeron cantar un fado tenía seis años. Les dije ‘yo también quiero cantar una canción de esas” (se ríe).

El fado, en Lisboa, es un núcleo cerrado, pero ella dice que fue muy bien recibida. “Estaba a punto de grabar un disco de pop-rock que nunca llegó a salir. La fadista Maria da Fé, dueña de Sr Vinho [una de las mejores casas de fado], me oyó cantar por casualidad y se empeñó en que fuese allí todas las noches. Yo era reticente, pero al final acepté y fue un enamoramiento. El fado en las casas de fado es una experiencia maravillosa porque convives con poetas, contadores de historias que atravesaron varias generaciones, músicos que han tocado con los más grandes…“.

“Creo que el fado puede suceder, como decimos nosotros, en los espacios más inesperados. Una vez estaba en un festival de rock preocupada por lo que iba a hacer. Además me tocaba cantar al atardecer. De pronto toda la gente se sentó en el suelo con la puesta del sol. Es la sintonía que se crea entre el público y el fadista, y los músicos sobre el escenario, lo que determina si puede suceder o no”.

El escritor Agualusa, que ha contribuido a uno de los fados de Moura, asegura que la voz de Ana es cada vez más negra: “Desde niña siempre tuvo más cuerpo que las de mis amigas. Cuando llamaban a casa, y yo cogía el teléfono, pensaban que era mi hermano quien contestaba. Salí a la familia de mi madre, que es de Angola, y algunas de mis mayores influencias vienen de la música soul, Etta James, Nina Simone, voces con esas características”.

En 2007 cantó No expectations con los Rolling Stones en el estadio de Alvalade. A su último concierto en Londres, en abril, asistió Mick Jagger, y después cenaron juntos. Su expresión se vuelve triste al hablar de la muerte de Prince. Suspira y dice: “Fue complicado y ya está”. Se conocieron en París, en mayo de 2009. Prince llegó a La Cigale diez minutos antes de la actuación de Ana. “Le encantó el concierto y empezó a crecer nuestra amistad”, cuenta. El 18 de julio de 2010, la portuguesa salió en el bis de un concierto de Prince para cantar con él Walk in sand y el fado Vou dar de beber à dor. “Era un feminista. Fue fundamental para que me fuera sintiendo más segura y me arriesgara a hacer cosas en las que yo creía, independientemente de ser aceptada o no”.

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