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CÁMARA OCULTA
Columna
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Memorias de Margarita

Un libro rescata a aquella mujer que dirigió películas en la España franquista y se enroló en el cine de la revolución cubana

Se presentó ayer en Madrid un libro sobre Margarita Alexandre, aquella mujer fascinante que dirigió películas en la España franquista, sorteando la censura o siendo victima de ella, que se enroló luego como productora en el cine de la revolución cubana, y que más tarde durante su exilio de Italia propició el rodaje de Operación Ogro, donde Gillo Pontecorvo contaba la preparación del atentado que costó la vida a Carrero Blanco… entre otros trabajos o intentos frustrados. Pero ante todo, contra viento y marea, ella fue una mujer libre en épocas o lugares en que serlo no era nada fácil: “Yo he sido libre desde que nací. Lo que pasa es que no he sido muy consciente de que era libre. Pero he sido visceralmente libre durante toda mi vida”, confiesa Margarita Alexandre en El cuerpo y la voz, obra de la profesora de Comunicación Audiovisual Sonia García López, un libro que viene a cubrir la injusta laguna informativa que ha existido hasta ahora sobre persona tan singular. En las largas entrevistas que la escritora mantuvo con la cineasta se repasa de forma amena su apasionante trayectoria tanto en el cine como en la vida, sin obviar detalles, o al menos ninguno que a la cineasta le pareciera relevante.

Margarita misma estaba escribiendo su propio libro aunque enfocado exclusivamente sobre los once años que vivió en Cuba participando en la revolución, sin dejar por ello de criticar su burocracia. Un testimonio que permanece inédito, porque le daba una y mil vueltas a su escrito sin darse nunca por satisfecha. El libro El cuerpo y la voz que aparece ahora se detiene en la parte cubana con mucho detalle, aunque seguramente Margarita querría ahondar aún más en recuerdos de sus experiencias. Su fallecimiento el pasado diciembre a los 92 años dejó inconclusa la obra. Pero quizás algún día vea la luz.

El cuerpo y la voz es un homenaje que Margarita Alexandre merece. Hubiera sido mejor leerlo con ella en vida, pero al menos llega hoy y permitirá recordarla, revisar su obra “que merece ser estudiada por su valor estético y político” y hasta aprender de su coraje.

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