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El músico que ama las limitaciones

El estadounidense Joshua Abrams, que inicia hoy su gira española, ha hecho del guembri, un instrumento africano de tres cuerdas, el centro de su sonido

Joshua Abrams
Joshua AbramsEL PAÍS

El guembri es un instrumento africano de aspecto rudimentario. En Occidente el sonido de sus tres cuerdas es conocido por ser la base de la música Gnawa, creada en Marruecos por descendientes de los esclavos negros traídos al Magreb.

 Su sonido ha fascinado a músicos como el estadounidense Joshua Abrams. “Lo escuché por primera vez interpretado por Maleem Mahmoud Ghania en el álbum de Pharoah Sanders The Trance of Seven Colours (1994). Más tarde tuve la oportunidad de ir a Marruecos y mi prioridad para escuchar el instrumento tocado en vivo. Tuve la suerte de encontrar un par de malems (maestros Gnawa )”, explica en mitad de la gira que esta noche le trae a la sala El Intruso, de Madrid, y mañana a la donostiarra Dabadaba.

Porque en la tradición Gnawa, solo los iniciados pueden tocar el guembri. La música mística y repetitiva se usaba en rituales sanadores. Abrams, virtuoso del bajo, lo ha convertido en parte central de sus grabaciones. “Fue gradual. Me alentó el gran batería Hamid Drake , mi amigo y mentor. Grabé con el guembri en varios discos de Hamid”.

Abrams, residente en Chicago, es como su amiga Matana Roberts un intérprete de jazz de formación clásica. Pero eso, no le ha llevado hacia el virtuosismo onanista. Para otros bajistas de jazz, usar un instrumento de tres cuerdas recubierto de piel de camello sería como obligarles a tocar con una mano atada a la espalda. “Trabajar con el guembri me mostró nuevas posibilidades a través de sus limitaciones. Quería crear un nuevo contexto para el instrumento, uno que absorbiera a otros improvisadores con facilidad, pero en un contexto”.

Porque Abrams, procedente de filadelfia, es un jazzman distinto. A mediados de los noventa, siendo todavía un chaval, fue miembro de la que hoy es banda de hip-hop orgánico más famosa del mundo, The Roots. “Fue una época muy divertida, libre e inspiradora. Centró mi vida en la música. Después de esa experiencia se me hacía difícil imaginar dedicar mi vida a otra ocupación”.

Sus intereses musicales son variados. Devoto del trompetista Don Cherry —“La gente dice que la música es un lenguaje universal, Don encarna esa noción. Logró incorporar su amplio conocimiento de las tradiciones populares del mundo en su propio universo”—, ha trabajado para artistas más cercanos al pop como el cantautor Bonnie Prince Billy. “Es uno de los más grandes compositores estadounidenses vivos. Llegar a tocar con él es un honor. Es un músico muy espontáneo que valora mantener los directos llenos de descubrimientos. Compartimos esos valores por lo que ir de gira con él es una experiencia inspiradora”.

A España llega en formato de trío, con el proyecto Natural Information Society, con el que ha grabado tres álbumes desde 2012, el último, Magnetoception, editado en 2015. Es un conjunto que puede ser grande o pequeño según la situación lo permite. Hay seis o siete músicos que han sido parte constante, algunos desde su inicio en 2010. “Es raro que todos toquen a la vez, pero es fantástico cuando sucede”, dice Abrams.

Depende quien escuche estos discos se los clasifica como jazz, folk, experimental y en las publicaciones más prestigiosas de cualquiera de estas ramas es considerado uno de los grandes. “Me veo como un músico en la tradición del jazz, pero también parte de lo que Yusef Lateef describe como ‘La Gran Tradición’ de la música. La música de la humanidad. El jazz es a la vez estilo y método. Música para sobrevivir; una visión global e improvisación”.

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