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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Arte y coraje

El boxeador Clay me hipnotizaba cuando empezaba a danzar, se replegaba y demolía, desprendía elegancia y genialidad

Carlos Boyero

Nunca me acostumbré a que un ser excepcional llamado Cassius Clay cambiara su nombre y que solo respondiera cuando se dirigían a él como Muhammad Ali, militante estelar en los tan pulcros como radicales Hermanos Musulmanes. Para mí, acaba de morir Cassius Clay. Y recuerdo sus hazañas a través de la televisión en blanco y negro, aunque es probable que ya existiera la televisión en color. Y asocio sus peleas más legendarias a levantarte de la cama en la noche o en la madrugada para ver algo presumiblemente irrepetible.

Y sigo sin saber si me gustaba un deporte, espectáculo o matadero en el que dos personas saltan a un cuadrilátero para hacerse inevitable daño, en el que corres el riesgo de que te maten o sufras heridas a perpetuidad, pero sí sé que el boxeador Clay me hipnotizaba cuando empezaba a danzar, se replegaba y demolía, desprendía elegancia y genialidad. Y hay que estar ciego y sordo, aunque no te interese especialmente la creatividad que sale del alma y del cerebro logrando algo perfecto. No hace falta conocer la firma para darte cuenta de la belleza que existe en las esculturas de Miguel Ángel, la luz prodigiosa que inunda los pequeños cuadros de Vermeer, el sentimiento que transmite el saxo de Coltrane, una prosa en la que no falta ni sobra nada como la de Borges, la inmensa delicadeza y fascinación del piano de Glenn Gould interpretando a Bach, el prodigio como norma en los pies de Pelé, Cruyff, Maradona, Laudrup, Romario, Zidane, Messi, esa gente. Generan arte, nos hacen felices, su regalo es impagable.

¿Y qué contar del ciudadano Clay, del chulazo que declaró que no iba a la guerra de Vietnam porque los vietnamitas no le habían hecho nada malo pero sí sus compatriotas blancos, que se expone a cárcel, le despojan de la corona, se queda sin un dólar (cuentan que Frazier le dejó dinero en los tiempos duros), desafía al poder? Olé sus huevos y su arte, Clay.

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