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Paco León es una máquina

Tras triunfar en televisión, su película 'Kiki, el amor se hace' ha arrasado en taquilla. Ahora rompe esquemas en la zarzuela

Rocío García
Paco León, el jueves pasado en la Plaza de Santa Ana, de Madrid.
Paco León, el jueves pasado en la Plaza de Santa Ana, de Madrid.Bernardo Pérez

Si hay algo que preside su vida es el empeño por no aburrirse nunca, el afán por no darse pereza a sí mismo y buscar la sorpresa como sea. Lucha día a día por estar en el sitio que quiere y no convertirse en alguien que no desea. "Invierto tiempo, trabajo y energía para obligarme a no dejarme llevar por la inercia de seguir explotando algo que he visto que funciona". Es tenaz y práctico. Es la luz de un artista que va dejando un rastro de éxito allá por donde pisa. Parece que nada se le resiste. El sevillano Paco León es una máquina. Tras sus triunfos televisivos, —sus imitaciones de Raquel Revuelta y el Luisma de Aida le perseguirán de por vida y a mucha honra—, su tercera película como director, Kiki, el amor se hace, ha superado con creces el millón de espectadores, una cifra casi insólita en el cine español. Ahora, su estreno en el género chico como maestro de ceremonias de una zarzuela rompedora y satírica, Cómo está Madriz, dirigida por Miguel del Arco, no deja indiferente a nadie. La corrupción, la burbuja inmobiliaria, el bipartidismo, Pablo Iglesias, los independentistas catalanes, la historia de Madrid y sus habitantes. Todo cabe en esta función en la que por encima de todo gana el tono festivo.

A sus 41 años, ha superado sus miedos y se ha lanzado a esta aventura zarzuelera, rompedora y gozosa, con la misma pasión que le pone a todo. Los abucheos y huidas de algunos espectadores, junto a los calurosos aplausos que jalonan casi todas las funciones, lo vive Paco León con absoluta tranquilidad. "Prefiero provocar a aburrir. Prefiero que la gente grite y se indigne a que se aburra. Miguel del Arco ha desempolvado y desacralizado ese templo de la zarzuela, ha sacado la momia del sarcófago. No me importa la bronca. Me encanta, porque, de repente, ves que algo está pasando, que está vivo. Frente a un teatro burgués y complaciente, el teatro tiene que ser diversión".

Algunos abandonan la obra en mitad de la representación, -"si a la gente no le gusta, que se vaya, hay que también ser tolerante con eso"- y en escenas puntuales como la de la supuesta felación a un cura en un burdel. Es uno de los momentos críticos de la función, que ni siquiera le gusta a León. "Ójala que toda esa gente se indignara con todos los casos reales de curas pederastas y fueran a protestar al Vaticano a pedir explicaciones. Igual que con la corrupción. ¿Por qué no se indignan con sus partidos y luchan contra ella? No es ningún ataque a nadie, es la realidad misma”. Un día, desde el escenario y ante las quejas en voz alta de uno de los espectadores, el actor paró un segundo la función e imitando la voz del rey Juan Carlos en su encuentro con el ex presidente venezolano Hugo Chávez, soltó: “¿Por qué no te callas?”. El hombre se calló, la gente se rió y la función pudo continuar.

Mira que le gusta la calle, observar a la gente, oir lo que dicen. De esa realidad, asegura, nace parte de su inspiración. Ya no es una persona anónima. La popularidad le impide pasear como a él le gustaría. Poco puede espiar ya. Le paran por la calle de manera continua, se presta a centenares de selfies con ciudadanos anónimos, graba decenas de mensajes de felicitación a amigos de amigos. “Hola Borja, me han dicho que es tu cumpleaños. Muchas felicidades y muchos besos”, fue el vídeo que grabó el pasado jueves en una cafetería de la Plaza de Santa Ana ante la petición amable de uno de los camareros. No le importa. Tiene sonrisas para todo el mundo. “No quiero convertirme en Greta Garbo”, asegura divertido. “La tendencia podría ser a aislarme, pero me resisto. No quiero perder la calle, porque, entre selfie y selfie, siempre hay alguien que me cuenta algo grandioso e inspirador”. Durante la escritura de Kiki, el amor se hace se coló en una fiesta de intercambio de parejas, con una máscara de lucha mexicana y unos bombachos, para poder escuchar con libertad las conversaciones. Unas conversaciones, observa divertido, de lo más corriente.

“Soy miedoso y pudoroso, pero me esfuerzo por hacer uso de la libertad”

El éxito lo vive con felicidad, pero no sin cierta prevención. “Estoy contento, es verdad, pero tengo que luchar contra una sensación muy fuerte para que todo esto no me haga perder la libertad. El éxito te obliga a determinadas cosas, a seguir la inercia de seguir explotando lo que funciona. La vida es muy corta y yo quiero meterme en muchos sitios y experimentar en lugares diferentes. Es un riesgo, pero sé que el riesgo también se premia.Yo soy un buen ejemplo de ello. Me da pánico que la gente se aburra de mí. Para mí, la libertad del éxito es hacer lo que te da la gana. Soy muy miedoso y pudoroso pero me esfuerzo por hacer uso de la libertad que tenemos”. Reconoce haber tenido una buena brújula en esta vida, su madre Carmina, a la que le dedicó dos películas nada complacientes (Carmina o revienta y Carmina y amén) . “La miro y me digo, 'así tengo que hacerlo’. Es un referente de tolerancia vital muy grande. Ha sido una de mis brújulas, primero para alejarme de ella y sentir que yo también tengo gravedad, porque a su lado no hay gravedad posible”.

Esa misma libertad y naturalidad que utilizó para asegurar hace poco en un programa de televisión que había tenido novios y novias. Se rie. “Nunca dije que fuera bisexual, esa etiqueta nunca la he empleado, aunque tampoco estoy en contra de que me definan así. Fue una cosa completamente natural. No confesé nada, porque se confiesan los pecados y aquí no había nada que confesar. La gente ha aplaudido mucho el qué y el cómo. Ahora resulta que lo más provocador es ser natural. No soy tonto y sé lo que provoca ese tipo de cosas, pero es algo que me lo quiero permitir y lo hago”.

“La tendencia sería aislarme, pero me resisto. No quiero perder la calle”

El que fuera un niño triste y callado, eso dice y, claro, uno se lo cree, es ahora un hombre práctico que asegura no tener memoria, ni ningún apego al pasado, sin fotos, ni recuerdos. Su mirada hacia la vida es amorosa. “Me voy a poner un poco pedantón pero el otro día leí una cita que me gustó mucho. Era de Jacques Tati. Decía: ‘Hago comedia porque miro al mundo de manera crítica, pero con amor’. Lo suscribo. No es que yo no vea las cosas malas, pero las quiero retratar con amor, busco ser condescendiente con las debilidades y las miserias de los personajes y para eso lo mejor es la comedia”.

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