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LIBROS

El precursor sin pedestal

Martín Caparrós escribe fascinado una novela biográfica del escritor y político argentino Esteban Echeverría en las lindes de lo probable y lo verosímil

Retrato de Esteban Echeverría realizado por Ernest Charton en 1874.
Retrato de Esteban Echeverría realizado por Ernest Charton en 1874.

Borges ya señaló, en El escritor argentino y la tradición, que la tradición argentina “es toda la cultura occidental”. Como en tantos escritores argentinos, en la impredecible obra de Martín Caparrós se cumple la famosa aseveración. Una obra de una prolijidad igualmente atenta a la imaginación que al propósito de la crónica. La prosa de Caparrós posee una formidable ductilidad. Incluso con sus obstinados vericuetos, en sus vueltas atrás para restaurar lo obvio, a veces en el límite de la redundancia, su escritura parece estimulada por una eficaz variación en busca de un tono preciso.

Con Echeverría se ha lanzado a escribir una novela que sea a la vez una biografía del escritor y político argentino Esteban Echeverría (1805-1851), en las lindes de lo probable y lo verosímil. Autor de poemas hoy indigeribles, con un cuento bosquejado, muy violento (‘El matadero’, publicado póstumamente), de obligada lectura en las escuelas, a Echeverría se le atribuye el designio de fundar una literatura que arraigara en identidad nacional, sin concordar la modernidad con el surgimiento de una nación, apelando a elementos arcaicos y rechazando la tradición española. Un afán que hubiera necesitado de mejor suerte y del genio no concedido por el cielo. Muy conocido en Argentina, con muchas calles que llevan su nombre (“las personas, cuando se vuelven calle”, dice Caparrós, “se deshacen de todo lo que fueron”), su figura es de repertorio, pero conforma el origen de la literatura argentina, y Caparrós aborda al personaje con fascinación engorrosa, pero fascinación al cabo, de una insólita desmesura que ni siquiera con el fracaso adquirió aura de leyenda.

Caparrós nos presenta, en las primeras páginas, a un joven Echeverría en una estampa romántica, a punto de pegarse un tiro. Se sobrepone a la tentación, y su vida dará el giro que vinculará su nombre a la patria. Pero esta es una biografía no sólo de hechos, sino de conjeturas, y el novelista se incorpora a la narración en las secciones llamadas ‘Problemas’, lo más sustancial del libro, que propone una lectura indagatoria, no conforme con la información, pues “lo propio de la información”, dice Caparrós, “es disiparse”. De manera que invita al lector a una sinuosa travesía por la pedrería de un gran hombre, más tenaz que eficiente, cuya actitud política y literaria apenas alcanzó para unos pocos momentos de gloria.

Además de las intrigas políticas y su recalcitrante oposición al brigadier Rosas, que lo llevará al exilio en Montevideo (donde morirá debilitado y pobre), la novela proyecta una luz sombría sobre la misión a la que se entrega Echeverría. Una luz que no consigue alzar su estatura, pero que supone una introspección muy perfilada de su constitución anímica, de sus indecisiones y entusiasmos, lo que remite al artista confrontado a una expresión enquistada en un anacronismo que haría de su obra un precedente sin trascendencia. Y de ahí se desprende acaso la melancolía que subvierte la energía de la literatura argentina. Caparrós concede a Echeverría, no obstante, el mérito más poético que político de haber sido antiperonista antes de la existencia de Perón. No es un mérito menor.

Echeverría. Martín Caparrós. Anagrama. Barcelona, 2016. 376 páginas. 21,90 euros

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