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Joana Serrat, la niebla como inspiración

La cantante de Vic traspasa fronteras y publica 'Cross the verge', su aclamado tercer disco, la confirmación definitiva a su enorme talento

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Joana Serrat es una persona muy natural y accesible, quedas para hacerle una entrevista y enseguida te hace sentir cómodo. En esencia, habla de cosas cotidianas como si te conociera desde hace años, observa acerca de la necesidad de vivir en días concretos en silencio y desconectada de todo lo que nos rodea; gente, información, e incluso aficiones. Joana Serrat huye asimismo de estereotipos que se asocian a compañeras suyas de profesión. “No tiene que haber cuotas, a mí eso me deprime mucho. Tiene que ser natural, si hay tal número de mujeres, pues son las que son. A veces intentan meternos a todas en el mismo saco, y creo que no debería ser así, cada una tiene su lugar”, dice.

Vive pendiente de sus obsesiones y no se arruga ante los desafíos. Ante todo, quiere ser honesta consigo misma. “Estamos en una sociedad que no premia demasiado a la gente que es coherente. Y cuando eres coherente te conviertes en una persona incómoda. Entonces, en vez de aceptarte te acaban desplazando. Mi música habla de esto, a menudo es más fácil vivir con tu mentira”, apunta. Es consciente de la importancia del entorno, adora y valora la labor fundamental de su mánager, cuida los contactos que ha hecho en el extranjero (ahora le acaba de fichar para Europa el sello Loose Music), tiene buena conexión con músicos afines a su propuesta musical. No en vano, Cross the verge lo grabó en Montreal con Howard Bilerman (colaborador en Funeral de Arcade Fire), el guitarrista Gavin Gardiner de The Wooden Sky que ya es un habitual, o Neil Halstead de Mojave 3, una de sus mayores influencias. “Lo de Neil Halstead no lo considero un regalo, pues ya estaba previsto. En cambio, que apareciera Basia Bulat por el estudio sí que lo es, fue inesperado. No tenía pensado poner voces adicionales en este disco, pero dadas las circunstancias, tenía que aprovecharlo”, aclara.

Su primer concierto fue Prince a los diez años de edad, Neil Young es su guía espiritual, le fascina la bis maldita de Blaze Fowley a quien descubrió a través de un documental y sus últimos descubrimientos son perlas underground como Barna Howard y Sybille Baier. Ella tiene como meta aprender cada día un poco más, y eso repercute favorablemente en el resultado de sus discos. Cross the verge es un álbum más compacto que sus predecesores, una unidad rocosa, aquí no hay temas tan radiables como Green Grass (Tug of war o Cloudy heart serían las únicas candidatas), la pieza estrella de Dear great canyon, el álbum que la dio a conocer, significaba su estreno en El Segell del Primavera, y ahora, el título de aquel disco da nombre al sello que acaba de fundar junto a David Giménez (tienen a punto su primera referencia con Marta Delmont producida por la misma Serrat). “Cross the verge no es un disco tan ecléctico, y en ese sentido estoy contenta, he conseguido transmitir cosas a partir de un concepto, en el fondo hay más equilibrio que antes”, dice.

Desde luego, aunque primero firmó The relief sessions en 2011, con algunos temas cantados en catalán, si bien ahora solo canta en inglés, aquel fue un buen inicio. Obviamente, en Dear great canyon había folk y, también unas gotas significativas de pop. En Cross the verge el folk es el absoluto protagonista, guitarras densas y ese enigma permanente mientras ella amortigua el golpe emocional de una perdida. Y con la culpa presente como consecuencia a acciones que por desgracia, no tienen vuelta atrás. “El disco habla de la perdida desde diversos ángulos, es tributo a todas las personas que han estado ahí conmigo. Después de Dear great canyon han pasado bastantes cosas en mi vida, te cambia el entorno y te das cuenta de quienes están y los que no”, matiza. Ella es de Vic, una ciudad con una buena tradición musical, de allí es otro joven valor como Núria Graham, allí se celebra el Mercat de Música Viva, un escaparate para la industria musical, e incluso tienen un reconocido club de jazz, la Jazz Cava. “La gente de Vic es muy particular, eso es verdad. A nivel musical, al final voy a creer que es cierta la influencia de la niebla, a mí los días de invierno con ese clima me inspiran muchísimo, apetece quedarse en casa y me ayuda a concentrarme. La gente se queja cuando hay niebla, y a mí en cambio me encanta porque es fácil que salgan canciones. Eso sí, aunque soy de Vic, no noto que forme parte de ninguna movida, cuando explotó esa escena yo ya estaba a otras cosas, metida en otros lugares”, apunta.

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