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Quito instala la vitrina del cine documental

El festival internacional de cine documental de Ecuador arranca en la capital y Guayaquil

El festival internacional de cine documental Encuentros del Otro Cine (EDOC), que en estos días se desarrolla en Quito y Guayaquil, ya es un espacio de resistencia cultural en Ecuador. Así lo ha definido su director, Manolo Sarmiento, que hasta hace poco peleaba por fondos con el Ministerio de Cultura y organizó un crowdfunding con la frase #QueremosEDOC para conseguir recursos. Al final, consiguieron unos 100.000 dólares, casi la mitad de lo que se requería para el festival, pero con mucho trabajo ad honorem y la cesión de derechos por parte de algunos cineastas lograron sacar adelante la edición número 15, que se extenderá hasta el 31 de mayo en Quito y hasta el 3 de junio en Guayaquil.

Inauguración del festival de cine documental EDOC.
Inauguración del festival de cine documental EDOC.Edu León

“Los festivales de cine, de música, de teatro han ido desapareciendo en Ecuador en los últimos años por falta de financiación. Por eso el EDOC, que el año pasado tuvo más de 18.000 espectadores, es un espacio de resistencia”, asegura Sarmiento y añade: “Lo llevamos haciendo 15 años y en este tiempo hemos creado un público para el documental de creación y aquí también se han formado los cineastas del Ecuador que producen cada vez obras más interesantes”.

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La producción local que ha llegado al festival este año es muy significativa. Diez cineastas ecuatorianos presentan sus filmes en la sección Cómo nos vemos. Los temas son muy variados, al igual que los estilos visuales y narrativos. “El cine documental abrió el debate en torno a temas que eran tabú en el país, como la experiencia guerrillera de Alfaro Vive Carajo o temas polémicos como la explotación petrolera o minera en los territorios de los pueblos indígenas”, explica Sarmiento. “Esas líneas de interés se mantienen entre los realizadores, pero aparecen otras más introspectivas o más ligadas a una reflexión sobre el sujeto que narra, o que observa, o sobre los dilemas existenciales propios de una sociedad sujeta a tantas formas de violencia pasiva como la nuestra”.


Explorando en la memoria familiar, por ejemplo, Paul Narváez dio con la historia de su bisabuelo que fue obrero y atracador profesional de carteras, y que presumía de haber robado el reloj del cinco veces presidente Velasco Ibarra. Con este pretexto, Narváez cuenta una época y reflexiona sobre la familia, el poder y la política. Por su parte, Daniela Merino encontró en la New School de Nueva York uno de los murales más bellos y desconocidos del pintor quiteño Camilo Egas y, en su documental, contribuye a transmitir la biografía casi desconocida de este artista que murió en esa ciudad. “El festival es una escuela super sólida, un escritor aprende leyendo libros y un director de cine aprende viendo películas, es así, y eso hacen los EDOC, mostrar esas películas”, afirma Merino.

El EDOC reúne 106 filmes rodados en más de 40 países diferentes


Los realizadores documentan también las realidades de los países donde viven. Como María Campaña en su filme Derivadas, que cuenta la historia de dos adolescentes brasileños de una escuela rural que ganan una olimpiada de matemáticas y comparten su pasión por los números con un prominente investigador que tiene 86 años. Hay siete historias extranjeras contadas por ecuatorianos en la sección Cómo los vemos.


El EDOC de este año reúne 106 filmes rodados en más de 40 países y mantiene su tradición de proponer un tema coyuntural para la discusión. Esta vez el tema es el refugio y las personas que se ven forzadas a huir por haber perdido su lugar en el mundo, como las definió Hannah Arendt el siglo pasado. En la sección En busca de refugio hay títulos como Fuocoammare (Fuego en el mar) de Gianfranco Rosi, que narra la llegada de refugiados a la isla siciliana de Lampedusa y que se llevó este año el Oso de Oro a la mejor película en la Berlinale. También hay otras historias como los chilenos que se refugiaron en Suiza tras la caída de Allende (La barca no está llena, de Daniel Wyss) o los hijos de exiliados uruguayos que vuelven a Montevideo a reconstruir su identidad (Tus padres volverán, de Pablo Martínez Pessi) o la huida de una familia siria grabada durante cinco años (A Syrian Love Story, de Sean McAllister).

Tráiler del documental Fuocoammare.

Finalmente el festival, que no es inmune a la situación que vive Ecuador tras el terremoto del pasado 16 de abril, ha incluido en su programación la película Assistance Mortelle (Asistencia Fatal) del cineasta haitiano Raoul Peck, como una manera de fomentar el diálogo y la reflexión, y evitar que la historia de Haití se repita en Ecuador. El filme, que fue presentado en 2013, presenta una investigación sobre el nefasto papel de la comunidad internacional y las ONG en la reconstrucción de Haití tras el terremoto de 2010.

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