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LOS DISCOS DE LA SEMANA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Thomas Cohen, belleza redentora

El disco del músico inglés recibe un 7 sobre 10. Consulta también las reseñas de los trabajos de Pet Shop Boys y Mambo Jambo

Thomas Cohen en un concierto en Brighton, Inglaterra, el 19 de mayo.
Thomas Cohen en un concierto en Brighton, Inglaterra, el 19 de mayo. Ollie Millington (Redferns)
EL DISCO DE LA SEMANA: Thomas Cohen - Bloom Forever

En Inglaterra, Thomas Cohen es conocido sobre todo por haberse casado con Peaches, hija de Bob Geldof, con la que tuvo dos hijos y de quien enviudó de una manera trágica dos años atrás. Sus méritos artísticos, sin embargo, van mucho más allá y ya eran un hecho cuando pasó a ser presa de los paparazis británicos. Cohen fue vocalista de SCUM, una joven formación surgida, como Toy, alrededor de The Horrors. Grabaron un prometedor estreno (Again Into Eyes, 2011) y poco después se separaron. Para entonces, Cohen ya escribía sus propias canciones, inspirándose en fuentes como Townes Van Zandt, que nada tenían que ver con la psicodelia electrónica del grupo.

Artista: Thomas Cohen

Disco: Bloom Forever

Sello: Recordings / PIAS

Calificación: 7 sobre 10.

Aunque Cohen estaba en su legítimo derecho de exorcizar su tristeza como le viniera en gana, Bloom Forever es mucho más que una expiación. A través de una serie de canciones secuenciadas según fueron escritas, Bloom Forever revela sensaciones divergentes, unificadas por un tono melancólico y la fragilidad de unas letras que buscan curar heridas a través de la música. Honeymoon, la primera de las nueve composiciones del álbum, fue compuesta cuando la vida del autor era feliz: acababa de nacer Phaedra, su segundo hijo. La canción marca con su medio tempo el tono del álbum, ribeteada por incursiones en el rock y un elegante saxo evocador de Roxy Music. Esa voz profunda que en SCUM resonaba dentro de un abigarrado torbellino eléctrico, corona ahora canciones donde el sonido se expande en un espacio amplio y evocador. Lo mismo ocurre con Bloom Forever, marcada también por arrebatos de guitarra y batería que interrumpen puntualmente la ternura de la canción. La letra de Morning Fall recuerda el momento en el que una conjunción de leves señales hizo ver al autor que quizá la armonía de la vida familiar corría peligro. A pesar de todo, suena redentora y esperanzada

Bloom Forever no es un disco sombrío, más bien funciona una especie de filtro a través del cual, el desencanto y el dolor buscan convertirse en otra cosa. Hazy Shades es un buen ejemplo de ello, una canción de aires country que, junto a New Morning Comes, ofrece uno de los pocos estribillos pop del álbum. Campestre suena también Country House, el momento en el que Cohen se enfrenta a la evidencia de que, a pesar de vivir retirados en Kent, la mujer de la que enviudó quizá fuera consciente de que nunca podría superar la adicción que la mató. Ain’t No Gonna Be Rain también aporta luz con un estribillo liberador, cercano al soul, con coros góspel envolviendo a una voz solista que se eleva como el cruce entre Rufus Wainwright y Brett Anderson. Only Us, interpretada únicamente con piano, voz y unas sutiles intervenciones de guitarra, marca otro de los puntos álgidos del disco. Bloom Forever es un notable debut tras el cual opera un artista que ojalá no tarde mucho en comenzar a ser juzgado únicamente por la belleza de su música y el poder de sus baladas. Rafa Cervera. 

Pet Shop Boys - Super

Más allá de filias y fobias, no cabe duda de que Pet Shop Boys son una de las más grandes leyendas vivas del pop electrónico. Quizás sea porque, por mucho que el tiempo pase, siempre tienen algún nuevo hit que sumar a su factoría de canciones atemporales que se pegan a los labios como el algodón de azúcar. Y Super no va a romper precisamente la regla. Más bien al contrario, supone la confirmación de que Neil Tennant y Chris Lowe han recuperado de nuevo el mojo al apostar abiertamente por su cara más festiva y bailable. Seguramente algo haya tenido que ver Stuart Price (Les Rhytmes Digitales, Zoot Woman), quien se encarga nuevamente de la producción de los temas del dúo británico. Curtido en mil batallas tras los controles o como compositor invitado (Madonna, The Killers, Kylie Minogue y un largo etcétera), Price ha sabido aprovechar al máximo las cualidades melódicas de Pet Shop Boys apostando por un sonido que navega entre la electrónica de los noventa y ciertos tics EDM sibilinamente colocados aquí y allí (en la adictiva ¡Pazzo! uno puede ver algo de Soulwax y de The Chainsmokers al mismo tiempo).

Artista: Pet Shop Boys

Disco: Super

Sello: X2/Popstock!

Calificación: 7 sobre 10.

Super son doce canciones que se extienden a lo largo de cuarenta y seis minutos, todas ellas (a excepción de Sad Robot World y Into Thin Air) con la intención que provocar que saltemos a la pista de baile de inmediato y sin que nos sintamos culpables por ello.

Tras treinta años de carrera, Tennant y Lowe tienen muy claro qué les apetece hacer en cada momento y Super huele y suena a aquí y a ahora. Y ahora el cuerpo les pide fiesta. Insultantemente, con todo el descaro. Para reflejarlo en sus composiciones, manejan sus herramientas habituales con destreza y no dudan en saltar adelante y atrás en el tiempo para acercarse a la sonoridad que mejor le encaja a cada pieza. Así es como pasamos de ese hit incontestable que es The Pop Kids (una suerte de declaración de principios de lo que fueron Tennant y Lowe en sus años mozos, y al mismo tiempo una suerte de homenaje en toda regla a sus admiradores más fieles) a la robusta Inner Sanctum, pasando por la vocación eurodisco de Undertow, la rudeza electro de Burn, el espíritu kraftwerkiano de The Dictator Decides, ese mantra con aires setentas que es Happiness o una Groovy que suena cien por cien a ellos mismos. Quizás el peor momento de Super sea Twenty-Something, de ritmo latino y tecladillos casi de juguete que suena demasiado cándida para encajar como debería en este disco, una obra que da un paso más en la línea marcada por Electric (13), el de devolvernos a los Pet Shop Boys más bailables. Joan S. Luna

Mambo Jambo Jambology

Tras poner patas arriba al público de todos los rincones de España con un directo que resucitaría a un muerto con resaca, los Mambo Jambo han vuelto al estudio con la mano caliente y la cabeza cargada de ideas para grabar su tercer álbum, Jambology (Buenritmo Records). La nueva entrega del combo catalán mantiene la fuerza que caracteriza a estos músicos criados en el rock and roll más crudo y salvaje. Su nuevo trabajo, producido por Jairo Zabala (Depedro o Calexico) y grabado en los Garate Studios, es una colección de canciones instrumentales que bien podrían ser la banda sonora de una fiesta sin fin en el último bar abierto del infierno. Música del diablo para bebedores de barra, para rompepistas y virtuosos de instrumentos invisibles.

Artista: Mambo Jambo

Disco: Jambology

Sello: Buenritmo Records

Calificación: 8 sobre 10.

La nueva entrega de la banda barcelonesa -compuesta por tres músicos bien rodados como Dani Nel·lo, Ivan Kovacevic, Anton Jarl- supone una nuevo paso en una trayectoria notable que comenzó en 2012 con un homónimo debut que llamó la atención de los amantes del rock, pero el sonido de los Mambo Jambo se nutre de más géneros, de una pasión por el swing, el surf y el rhythm and blues más tradicional, géneros sobre los que han ido tejiendo su propia identidad. Una genial combinación de los sonidos de los cincuenta y sesenta actualizada y acelerada que una vez arranca resulta difícil de frenar. Su música primero golpea y luego pregunta, y cuando lo hace ya no escuchas porque no puedes parar de bailar, saltar y gritar.

Curtidos en los escenarios nacionales y europeos, la banda ha conseguido llevar a sus discos la fuerza que desprenden sobre las tablas. Tarea complicada bien ejecutada. Aunque a los Mambo, si te ha gustado el disco, hay que verlos en acción, donde brillan con una puesta en escena tan cuidada como abrasiva. Energía que han compartido con grandes artistas como el veterano y poderoso Barrence Whitfield, con quien compartieron escenario en 2014 y con el que grabaron algunos sencillos.

Su última entrega, Jambology, es un disco breve, pero que capta la energía de la banda con canciones tan poderosas como Fuego cruzado, Los ases del baile o la genial Blue iguana, canciones perfectas para la banda sonora de esa película que tienes en la cabeza y que nadie ha rodado todavía. Hay discos que encajan mejor con un momento concreto del día. Hay discos mañaneros, de café y cigarro, discos nocturnos, de copa y oscuridad, y discos que exigen soledad para disfrutarlos mejor. Los Mambo Jambo se escapan de esas etiquetas. Su energía condiciona el momento. Si es mañana, tarde o noche carece de importancia. Sus canciones te harán bailar ya tengas el cepillo de dientes en la boca, estés recién salido de la ducha o sean las tres de la mañana y te cueste mantener abierto el ojo izquierdo. Tendrás que saltar y mover la cadera ya se rompa la ducha, se caiga la copa o se pierda la dignidad. Alfonso Cardenal.

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