_
_
_
_
_

“Me gusta que mi peluquera diga que ha leído mis libros”

El escritor y jurista alemán Bernhard Schlink, autor de la exitosa ‘El lector’, publica su última novela, ‘Mujer bajando una escalera’

El escritor alemán Bernhard Schlink en la plaza berlinesa Viktoria Luise, el pasado 13 de mayo.
El escritor alemán Bernhard Schlink en la plaza berlinesa Viktoria Luise, el pasado 13 de mayo. Patricia Sevilla Ciordia

¿Bastan 14 días para cambiar el rumbo de una existencia vacía? ¿Incluso si uno percibe el fracaso solo al final de su vida? A estas preguntas trata de responder Bernhard Schlink (Bielefeld, 1944) con Mujer bajando una escalera, la novela publicada hace dos años en Alemania y que ahora Anagrama edita en español. El autor de la exitosísima El lector volvió a la lista de bestsellers con una obra de fácil digestión que la crítica alemana recibió con tibieza. Pero a Schlink no parece importarle demasiado. Él se enorgullece al proclamarse como un “escritor de masas”. “No escribo solo para lectores de los suplementos culturales. Me gusta ir a cortarme el pelo y que la peluquera me diga que ha leído mis libros, y que le han gustado”, asegura desde una terraza del barrio berlinés de Schöneberg en una mañana primaveral.

“Merkel no ha pensado en Europa”

Schlink, militante socialdemócrata desde hace décadas, está muy preocupado por la crisis que atraviesa su partido y el ascenso de los populismos en toda Europa. “Fue un gran error aliarse con los democristianos de Angela Merkel en lugar en encabezar una coalición con los verdes y Die Linke (La Izquierda). Las grandes coaliciones no traen nada bueno, solo hacen más fuertes a los extremistas. Y los socialdemócratas volverán a perder el próximo año”, sostiene.

También es muy crítico con la política de Merkel. Pese a reconocer sus buenos propósitos al acoger a los refugiados, Schlink reprocha a la canciller alemana no haber pensado en clave europea. “No habló antes con los socios europeos para buscar a una solución a la crisis migratoria. Se precipitó, y se encontró con una oposición tan grande que ahora ha tenido que hacer lo que al principio rechazaba, cerrar las fronteras. Su política no ha sido buena”.

Como ya hizo en El lector, Schlink desliza en su última novela un canto a la importancia de la narración en las relaciones amorosas. No se trata aquí de un adolescente que lea a su amante los clásicos de la literatura alemana. El protagonista de Mujer bajando una escalera, un abogado que ya ha cumplido los 70, aprovecha el escaso tiempo que le queda con la mujer que siempre ha amado reconstruyendo la historia en común que pudieron haber compartido y que nunca sucedió. “El hecho de contar algo es consustancial al amor. Cuando se quiere a alguien, también quieres abrirle los ojos a otros mundos”, asegura.

Es precisamente esa necesidad de entrar en nuevos mundos lo que empujó a Schlink a la literatura. Con una sólida carrera como juez y profesor de derecho a sus espaldas, publicó primero relatos policiacos y más tarde novelas en las que mezclaba su pasión por el derecho con la exploración del pasado. La literatura y el derecho, sostiene, no están tan alejadas. Ambas tienen como herramientas las palabras. “Hoy abunda un uso horrible del lenguaje jurídico; pero si lees a autores clásicos del derecho como Savigny o Schmitt, te das cuenta del idioma tan preciso y con tanta fuerza que usaban”.

Pese a las novedades que presente, las preguntas siempre acaban volviendo a El Lector. ¿Cómo se relaciona con un libro que ha sido traducido a 55 idiomas, el último de ellos el mongol? ¿No se desarrolla una extraña relación de amor-odio? “Si lo hubiera escrito con 20 años, habría sido más difícil. Pero viví ese éxito tan espectacular cuando ya era profesor en la Universidad y juez. Fue una experiencia tranquila que pude disfrutar”, responde. Como disfrutó también viendo a Kate Winslet, actriz que él había propuesto desde el principio, interpretar a la Hanna de la novela. El lector protagonizó una pequeña polémica cuando recibió acusaciones de ejercer una especie de “pornografía de la cultura” que relativizaba el concepto de culpa por los crímenes nacionalsocialistas. A Schlink le parece esta crítica “bastante tonta”. “Veo otros fallos en el libro. Cuando lo releo en público, hay cosas que no me gustan o que hoy escribiría de otra forma”.

El pasado y la turbulenta historia del siglo XX alemán juegan también un papel importante en Mujer bajando una escalera. Pese a no mencionar en ningún momento el nombre de las RAF, el terrorismo de izquierdas que asoló el país en los años setenta se esconde al fondo de la historia. Schlink, como muchos de sus contemporáneos, ha arrastrado el horror nazi, una carga cada vez menos pesada para las nuevas generaciones. “No conozco a nadie de mi edad que tarde o temprano no haya tenido que enfrentarse a nuestra historia. Nos pesó la sensación de que mientras crecíamos se mantenía en silencio algo que había marcado a nuestros padres. Y tuvimos la necesidad de hablar de ello. Saber a qué respondía ese silencio”, concluye.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_