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CÁMARA OCULTA
Columna
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Emma Suárez

La actriz se apodera de la pantalla en cuanto aparece y te cautiva en 'Julieta'

Emma Suárez, en Cannes.
Emma Suárez, en Cannes. Ian Gavan (Getty Images)

Julieta, la última película de Almodóvar, es ante todo Emma Suárez, al menos en mi opinión, sin que ello merme en un ápice la buena encarnación de Adriana Ugarte como la Julieta joven, ni otros méritos de la película. Pero Emma Suárez, como esa madre angustiada que sufre la ausencia de la hija, se apodera de la pantalla en cuanto aparece, y te cautiva. Una capacidad para fascinar que transmite desde cuando con solo 14 años protagonizó Memorias de Leticia Valle, (1980), su primera aparición en el cine.

Desde entonces la hemos ido viendo crecer como actriz y también como mujer: la fascinante Valentina que encandilaba al posible trasunto de Ramón J. Sender en Crónica del alba, la cantante sexualmente liberada de Orquesta Club Virginia, la putita sentimental de Besos para todos, la amenazada esposa de Una casa en las afueras, la enfermera enamorada de un preso peligroso en Horas de luz, la imposible mujer madura de pasado oscuro en La dama de Porto Pin, la amnésica de La ardilla roja, la calculadora condesa de Belfor en El perro del hortelano, un trabajo por el que Emma Suárez obtuvo el Goya como mejor actriz… Ha intervenido en más de 80 películas –además del teatro y la televisión– en las que ha mostrado una versatilidad admirable, una sensibilidad a prueba de bomba y un gran sentido del humor… aunque pocas veces haya sido premiada. En el último festival de Málaga lo fue por su trabajo en La próxima piel, de Isaki Lacuesta y, entre otros, recibió en Valladolid el mismo premio por La mosquitera. Pero Emma Suárez merece mucho más, como demuestra esta Julieta, en la que te estruja el alma.

Hay, además de Emma Suárez, otras muy buenas actrices cuyo talento no es reconocido como merecería. Su caso quizá se daba a una actitud discreta alejada de pompas con la que se planta ante la vida, en escena y ante las cámaras, haciendo muy bien su trabajo sin alardes de estrella. A sus 52 años continúa con el mismo esplendor de siempre. Julieta es una buena muestra. Ese estar suyo en el festival de Cannes estos días es la última evidencia.

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