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Un queso gruyer en Teotihuacán

Los arqueólogos mexicanos descubren un entramado simbólico parecido a un paisaje lunar que aporta más información sobre la misteriosa metrópolis mesoamericana

David Marcial Pérez
Los trabajos de exploración en la Plaza de la Luna
Los trabajos de exploración en la Plaza de la LunaINAH

Al levantar el corazón de la Plaza de la Luna, una de las zonas más importantes de la ciudad de Teotihuacan, los arqueólogos se han encontrado debajo de la tierra con algo parecido a un queso gruyer. Fosas decoradas con estelas de piedra verde, pasadizos y más de 400 perforaciones circulares en las rocas rellenas con cantos de río. Un entramado simbólico que recuerda también a un paisaje lunar repleto de cráteres y que podría corresponder con el mapa del universo a ojos de los antiguos teotihuacanos. Los investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que llevan un año trabajando en la zona, resaltan la importancia del hallazgo, que aporta algo más de información sobre la misteriosa civilización que construyó esta imponente ciudad en el valle de México hace 1.900 años.

“Nos encontramos frente a un nuevo ombligo de la ciudad, frente a un nuevo centro cósmico”, señaló este viernes en un comunicado Verónica Ortega Cabrera, directora del proyecto. Las excavaciones se han enfocado en un edificio contiguo a uno de los epicentros de la urbe, la Pirámide de la Luna, desembocadura del eje sagrado y gran avenida central de 2,5 kilómetros conocida como Calzada de los Muertos. El hallazgo ha sido localizado en un patio de 25 metros cuadrados donde se han encontrado 10 pequeños altares.

Los investigadores están tirando del hilo para profundizar en los orígenes de este espacio ritual, que habría sido modificado a lo largo de los años. “Una investigación anterior ya había apuntado que tenía una planta que semejaba a un “quincunce” o “cruz teotihuacana”, que está asociada a un orden cosmológico, pero no había más elementos para entender esto. Cuando hallamos estas fosas y las estelas de piedra verde empezamos a generar la idea de que, efectivamente, fue un espacio con una carga simbólica que une la parte subterránea, el inframundo, con el plano celeste”, detalla la arqueóloga.

Oquedades halladas en el subsuelo de Teotihucan
Oquedades halladas en el subsuelo de TeotihucanINAH

La ciudad de Teotihuacán se ha comparado en grandeza a Alejandría, Roma o Constantinopla. Durante décadas, las excavaciones en sus ruinas, a unos 70 kilómetros de Ciudad de México, han aportado descubrimientos sobre los usos religiosos de las grandes pirámides, los pasadizos subterráneos con significados rituales y la compleja organización política de esta ciudad que floreció entre el siglo I y VI, antes del asentamiento y dominio absoluto de la zona por parte del imperio mexica. Uno de los grandes misterios es quién la gobernaba, porque según estudios recientes no se han hallado restos en las tumbas, como en el caso de las áreas mayas, que permitan identificar la correspondencia histórica.

A través de pozos de sondeo y estudios del subsuelo mediante radares de penetración terrestre, los investigadores constatan que la Plaza de la Luna no era como ahora la ve el visitante. La construcción original estaba formada por multitud de hoyos, canales y estelas que abarcaban un territorio aún más extenso. Los edificios adjuntos estaban más retirados y la Pirámide de la Luna, levantada al final del periodo, entre los años 350-550 d.C., era de menores dimensiones a los actuales 42 metros de altura y 18.000 metros cuadrados de base.

Los arqueólogos creen que la piedra verde de las fosas proviene de Puebla, a más de 100 kilómetros de Ciudad de México

“El tepetate que conforma la superficie de la Plaza de la Luna fue modificado. Se han identificado más de 400 oquedades usadas a lo largo de cinco siglos, pequeños hoyos de 20-25 centímetros de diámetro y unos 30 centímetros de profundidad que se hallan en toda la extensión de la plaza. En muchos de ellos había piedras de río, traídas de otro lugar”, añade Ortega.

Los arqueólogos creen que la piedra verde de las fosas proviene de la región de Puebla –a más de 100 kilómetros de distancia de la capital mexicana– , al igual que otra decena de estelas halladas anteriormente en Teotihuacan. “Aunque tenemos un contexto aún por comprender en su totalidad, éste nos habla de la importancia de la piedra verde y de su vinculación con las deidades acuáticas. Aquí (en la Plaza de la Luna) se han encontrado las esculturas más grandes de la diosa de la fertilidad Chalchiuhtlicue, y es probable que el culto en este lugar estuviera íntimamente relacionado con ella”.

El equipo de investigadores está formado por arqueólogos, arquitectos, restauradores, físicos y diseñadores industriales. El objetivo de este proyecto multidisciplinar es trazar un mapa completo de la zona que permita una radiografía más precisa de los misteriosos habitantes de la ciudad de Teotihuacan.

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Sobre la firma

David Marcial Pérez
Reportero en la oficina de Ciudad de México. Está especializado en temas políticos, económicos y culturales. Ha desarrollado la mayor parte de su carrera en El País. Antes trabajó en Cinco Días y Cadena Ser. Es licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid y máster en periodismo de El País y en Literatura Comparada por la UNED.

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