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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Laforet

Una mujer que en la España de la posguerra deslumbró a crítica y público con una primera novela, ‘Nada’

Ángel S. Harguindey

No son muchas las ocasiones en las que la televisión ofrece un programa inteligente que estimula el ansia de conocimiento: el Imprescindibles que La 2 dedicó el pasado viernes a Carmen Laforet, la chica rara, es uno de ellos.

“Yo no he conocido una emoción más loca, más embriagadora, más de pleno triunfo que esta que se siente de ir apartando obstáculos para una fuga”, líneas de un relato que la autora escribió a los 18 años cuando, en el verano de 1939, decidió irse desde Gran Canaria a Barcelona siguiendo los pasos de un primer amor, al mismo tiempo que se alejaba de una madrastra que reunía todas las características de las de los cuentos infantiles.

Carme Riera y Nuria Amat no dudan en alabar la prosa de una mujer que en un entorno social profundamente mediocre y gris, la España de la posguerra, deslumbró a crítica y público con una primera novela, Nada, con la que obtuvo el primer premio Nadal, en 1945. Tenía 23 años, una precocidad que, además, marcó el camino para un extraordinario grupo de escritoras (Ana María Matute, Josefina Aldecoa...) a las que una de ellas, Carmen Martín Gaite, no dudó en calificar de “chicas raras”. Cierto es que antes que Laforet surgieron notables escritoras republicanas, pero también lo es que la autora de Nada tuvo que realizar su obra en un ambiente hostil para la cultura no oficial y sin el apoyo de un núcleo de amistades que compartieran sus gustos.

El excelente documental dirigido por Ana Pérez de la Fuente y Marta Arribas describe la trayectoria vital y creativa de una mujer extraordinaria, fiel a sus convicciones y que paulatinamente descendió desde la luz y el éxito a la oscuridad y el silencio sin dejar por ello de escribir. Ella lo explicó mejor: “Si uno es escritor, escribe siempre, aunque no quiera hacerlo, aunque trate de escapar a esa dudosa gloria y a ese sufrimiento real que se merece por seguir una vocación”.

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