Los humoristas también tienen hijos

Joan Antoni Martín Piñol tardó nueve meses en descubrir la diferencia entre un body cruzado o sin cruzar, qué era una ranita o cómo encontrar un arrullo. Nueve meses después, este periodista barcelonés es capaz de acertar el precio exacto de un predictor -“ese palito para mearle encima”-, explicar con soltura qué es una episotomía o el lanugo, y detallar todo el ingente papeleo, “esa maldición burocrática por la que todos los bebés deben ser inscritos a la vez en varios sitios muy alejados uno del otro y con horarios muy raros”.

Martín Piñol es un padre primerizo y escritor y por eso ha escrito un libro, Harry Pater y el pañal filosofal (Planeta, 2016), que permite a cualquiera hacerse una idea sincera y realista, y sobre todo, humorística, de lo que le espera durante el embarazo y tras el parto. Y si con la lectura de esta “guía definitiva” no es suficiente, hay que acudir a uno de sus monólogos.

Este humorista quería montar un espectáculo donde pudiera llevar a su bebé, que ahora tiene 10 meses, y así ha sido. Los jueves se le puede ver en los cines Maldà de Barcelona y los espectadores tienen la opción acudir con sus bebés. “Cuando llevo a la niña al monólogo, la subo al final al escenario para saludar. Tiene más carisma que yo”, confiesa. Hasta 15 asientos están reservados en el cine para los carros. Disponen de cambiador en la entrada. Y te regalan una revista para bebés con un gorro. “Si lloran, no importa”. Y así es, Piñol no pierde el hilo cuando alguno sube el tono. “No soy pediatra ni ginecólogo ni gurú, pero soy un padre atento y amoroso que se ha documentado mucho”, se presenta Piñol, que empezó con los monólogos con 15 años y a los 21 un cazatalentos de Paramount lo descubrió en la universidad.

Sin embargo, Harry Pater es diferente a todo lo que ha hecho hasta ahora, incluyendo sus 23 libros: “Tanto el libro como el monólogo son lo más personal que he hecho porque no hay ficción por el medio. Sólo exageración y escalibada”.

Piñol describe algunos momentos clásicos del embarazo y el parto, como el síndrome del nido (“esa especie de claustrofobia lenta que se va apoderando de las embarazadas y las oprime”); la lactancia materna (“todos los padres hemos hecho la broma de probar la leche materna, no lo hagas”); o las visitas al hospital (“las señoras, sean de la familia que sean, se sentarán en el sofá de la habitación, que viene a ser tu mierda-cama, en la que pensabas echarte un rato justo ahora que no te llega la vida, se pondrán mano sobre mano en plan Sálvame deluxe y empezarán a soltar su chorro de opiniones, para que no se les pudran dentro”. Pero también hay momentos muy prácticos en esta guía, como la lista de todo lo que hay que comprar o los consejos para cuidar al bebé.

"Escribí todo lo que un tío podía necesitar", afirma, y lo hizo desde el humor "no porque crea que los padres somos como un mono tonto que necesite ese planteamiento, sino porque es la gran vía para dar información y atraer público". Y es cierto que a veces su humor es un tanto salvaje, pero defiende que lo que cuenta en el libro y en el monólogo está suficientemente documentado. "Leí unos 20 manuales de maternidad y crianza, pero es que están llenos de advertencias de peligro. ¡Cómo amargan la vida! Estaba al borde del suicidio", ríe. Y sentencia: "Lo han leído varios pediatras y ginecólogos y no me han hecho objeciones".

El libro de Piñol permanece sobre la mesa cuando pasa un niño y lee el título: “Anda Harry Potter… ¡¡¡¡y es cuando tiene hijos!!!! Seguro que pronto sale la peli”. Pues eso, seguro que a Piñol pronto le llega la peli.