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Javier Marín sorprende en su debut en Las Ventas y corta una oreja

El segundo debutante, Jesús Álvarez, y Alejandro Fermín destacaron por su entrega

Javier Marin, en el momento de matar al toro en Las Ventas.
Javier Marin, en el momento de matar al toro en Las Ventas.Francisco Seco (AP)

El novillero Javier Marín salió relanzado en la tarde de su debut en Las Ventas, en la que sorprendió por la actitud y la aptitud artística que atesora, y en la que logró cortar una oreja de peso.

Con más de un cuarto de entrada, en tarde primaveral, se lidiaron cinco novillos de Los Rodeos, bien presentados y de juego desigual. Nobles y dóciles, aunque con poquito fuelle, primero y cuarto; manejable también aún sin terminar de humillar, el segundo; sin fuerzas, el tercero; manso y sin fondo, el quinto. El sexto fue un sobrero de Herederos del Conde de Cabral, al devolverse el tercero y correrse el turno, más vareado y deslucido.

Javier Marín: tres pinchazos y estocada trasera (ovación tras aviso); y estocada (oreja).

Alejandro Fermín: no encontró novillo en su primer envite con la espada, pinchazo atravesado "en el número" y bajonazo (silencio tras aviso); y media tendida y trasera (palmas).

Jesús Álvarez: pinchazo y estocada (silencio); y pinchazo, y estocada perpendicular y trasera (silencio).

Javier Marín, un torero forjado en su tierra -Cintruéñigo (Navarra)- durante los cuatro años que lleva con los del castoreño, salió relanzado en su debut en Madrid con una oreja de las que deben valer para abrirse paso.

Marín ya sorprendió en el novillo que abrió plaza por la finura y el gusto que atesora. Lo demostró en varios derechazos, de uno en uno, en los que embarcó y meció a su oponente con cadencia, temple y por abajo. Lástima que estos buenos apuntes no tuvieran continuidad por el poco gas del novillo de Los Rodeos.

No obstante, interesante debut del joven navarro, que, como único lunar, se alargó demasiado, y dio tiempo a que sonara un aviso antes de montar la espada. Saludó una merecida ovación.

Con un farol de rodillas recibió Marín al cuarto, al que recetó después estimables lances a la verónica. Pendulazo de apertura y media distancia para ponerse por el derecho. Al novillo, de alegres arrancadas, le faltaron fuerzas para viajar a ras de albero y, sobre todo, más fondo. Dio igual. La actitud del navarro fue otra vez espléndida para superar con nota alta el examen en la difícil cátedra madrileña, y logró, incluso, muletazos de exquisito trazo y compostura por los dos pitones en las postrimerías.

Muy bien Marín, al que se le vio muy asentado y comprometido toda la tarde, en la que se aunó la entrega del debutante con unas muy buenas aptitudes artísticas. Se tiró como una vela con la espada y logró una oreja de peso.

El primero de Alejandro Fermín tuvo la virtud de la movilidad, pero el defecto de rematar los viajes por arriba. Bonita apertura de faena del extremeño, que puso mucha voluntad, pero no acabó de imponerse, demasiado encimista, sin el mando y la convicción suficientes.

El quinto fue un manso que no permitió nada lucido. Fermín volvió a mostrarse tesonero, pero lo poco que aportó el astado hizo que la faena no fuera a ninguna parte, por mucho que se empeñó en alargar lo imposible.

Al segundo debutante en la tarde, Jesús Álvarez, no le pudo tocar peor novillo para presentarse en Madrid. Un animal claudicante y desfondado, que a punto estuvo de herirlo al echarle mano tras perder pie el novillero con el capote, y con el que quedó prácticamente inédito en la muleta.

El sobrero del Conde de Cabral que hizo sexto, más escurrido que los titulares, mostró pocas fuerzas, pero duró lo suficiente para, al menos, atisbar las buenas formas que posee Álvarez.

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