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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Cervantina

El extraño homenaje que rindió el Congreso de los Diputados al Cervantes el último jueves tuvo mucho más de sarcasmo que de burla fina

Ángel S. Harguindey

Si, como señalaba Javier Cercas en su diálogo con Jordi Gracia en el programa que Página 2 dedicó a Cervantes el pasado sábado en La 2, el Quijote supuso la incorporación de la ironía a la novela y con ello una aportación esencial para la creación de un mundo mejor, el extraño homenaje que le rindió el Congreso de los Diputados al autor el último jueves tuvo mucho más de sarcasmo que de burla fina, porque no dejaba de ser una humillación a la inteligencia el que quienes desde el Gobierno han mantenido durante toda la legislatura una batalla fiscal contra la cultura y desde la oposición —cualquier oposición— una indiferencia absoluta ante dicho acoso y derribo, se reconvirtieran durante un rato en un mal corral de comedias cervantino.

Los informativos del sábado, en una nueva demostración de la inacabable banalización de todo lo que toca el electrodoméstico, destacaban en sus portadas la ceremonia de entrega del Premio Cervantes al mexicano Fernando del Paso, pero lo hacían centrando la atención no en el escritor y su obra, o en su discurso, sino en la frialdad que imperó entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, dos personajes secundarios o, para ser más precisos, dos figurantes sin frase. Resulta ya indiscutible que los responsables de los medios sufren una idea fija, la política, obsesión que trasladan a las mentes de la ciudadanía.

Cervantes: la búsqueda, un documental que se exhibió en la noche del sábado en Aragón TV, Canal Sur, Castilla-La Mancha Televisión y Telemadrid, podría sintetizar todo lo dicho. Una iniciativa privada en busca de los restos del escritor. Intervinieron forenses, geólogos, historiadores, antropólogos, arqueólogos y muy pocas instituciones. Javier Balaguer, el director, ya lamentó en su día el que desde las instituciones no hubieran querido abordar la búsqueda como “un proyecto de Estado”, algo que, al parecer, solo está previsto para malas comedias bufas en el Congreso.

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