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LA PELÍCULA DE LA SEMANA | TORO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Fatigosos y rentables clones

No me creo nada en esta historia, que además me la sé desde la primera secuencia

Carlos Boyero
Mario Casas, en una imagen de 'Toro'
Mario Casas, en una imagen de 'Toro'

Hay términos anglosajones que se repiten tanto entre gente que habla otros idiomas que acaban resultándome cargantes. Por ejemplo, esa cosa tan suculenta para la taquilla como previsible ante su ausencia de calidad, realizada según fórmulas seguras y exhibidas preferible o exclusivamente en multicines, llamada blockbusters. Los productores Joel Silver y Jerry Bruckheimer se hicieron inmensamente ricos explotando esa receta. Y lamento mucho que el director Tony Scott (sí, el hermano de Ridley, pero él nunca hizo Los duelistas, Alien ni Blade Runner, Dios es muy caprichoso con el talento, no lo extiende a la familia) se suicidara cuando le pronosticaron un cáncer invencible, pero celebro no ver más películas suyas, casi todas rutinarias, estridentes, inverosímiles e insoportables, reinas del blockbusters.

TORO

Dirección: Kike Maíllo.

Intérpretes: Mario Casas, Luis Tosar, José Sacristán, Ingrid García Jonsson.

Género: thriller. España, 2016.

Duración: 110 minutos.

Cuentan y me cuentan que es complicadísimo realizar actualmente una película en este país, si TeleCinco o Antena 3 no te otorgan su producción y su bendición. Si te atienes a la fórmula, recibirán una promoción incesante en sus medios, que obligue a ir al cine incluso a los que presumen de que nunca van al cine. Y existen dos modelos, comedias en el tono de esos apellidos vascos y catalanes que tanto me aburren o cine de acción o negro con toque sentimental. Eso se puede hacer bien o mal. El niño, No habrá paz para los malvados y La isla mínima son modélicas en el mejor sentido. En cualquier caso, pueden presumir con datos de los beneficios que les reportó ese estilo, sea bueno o malo. O añadir: “Es lo que pide el público y también incontestable, hacemos una oferta que posee demanda”. Y la publicidad, que hasta el más tonto de la cadena le exija al que le está viendo y escuchando que es cuestión de supervivencia que la gente acuda en masa a ver determinadas películas, imagino que se la cobran muy cara a los creadores de ese cine en serie. Nunca pierden.

Y trato de imaginar como presentan el proyecto de Toro sus múltiples productores a sus financieros televisivos. Primero: la protagonizan Mario Casas (el fervor de adolescentes, jovenzuelas y divorciadas), Luis Tosar (el cejijunto intenso que borda a los malos con buen corazón) y José Sacristán (ídolo de los directores jóvenes con pretensión de autoría). El guion es malo, una copia previsible, rutinaria y lamentable de lo que triunfa en el mercado. Pero la dirige Kike Maíllo, cuya primera película Eva me pareció tan inquietante como atractiva, contando la existencia de una adorable cría que es un robot. Esa película injustamente fue un fracaso. Con esta sospecho que este inteligente director va a lograr eso tan anhelado que es el triunfo.

Y no me creo nada en esta historia, que además me la sé fatigosamente desde la primera secuencia. Hermano delincuente pero en el fondo bueno que no puede encontrar una nueva vida porque sus raíces le exigen compromiso; hermano golfo y traidor porque su genética es así; patriarca mafioso y tradicional de Torremolinos cuyos viles intereses son mayores que sus afectos. Y funcionará. Y tendrá descendencia. Con lo bonita y original que era Eva.

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