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OBITUARIO

Lars Gustafsson, figura clave de la literatura sueca

Novelista, editor y poeta, se le ha considerado ‘el Borges escandinavo’

El escritor sueco Lars Gustafsson, en 1999.
El escritor sueco Lars Gustafsson, en 1999.HORST TAPPE (GETTY)

Lars Gustafsson (Västeras, 1936), uno de los autores suecos más prolíficos desde Strindberg, falleció tras una breve enfermedad en Estocolmo, donde vivía, el pasado 3 de abril a poco más de un mes de cumplir los 80 años. Filósofo, escritor, editor, traductor, autor de más de noventa libros entre novela, cuentos, poesía, ensayo y teatro desde su debut en 1957 hasta su última novela, publicada en 2015 —Las recetas del doctor Wasser—, era considerado en Escandinavia uno de sus pensadores principales y un poeta a la altura del Premio Nobel Tomas Tranströmer; el propio Gustafsson fue también nominado al Nobel.

Sus principales novelas están disponibles para el lector español desde que a lo largo de los años ochenta Muchnik Editores publicara su pentalogía Grietas en el muro —El señor Gustafsson en persona, La lana, Fiesta en familia, Segismundo y Muerte de un apicultor, esta última reeditada en 2006 por Nórdica— en la que Gustaffson hacía balance y crítica del modelo socialdemócrata nórdico de los años setenta.

En años más recientes, Akal publicó su trilogía americana (Wendy habla, La historia del perro y El decano), situada, como el autor entonces, en torno al campus de la Universidad de Austin en Texas.

Peor suerte ha tenido hasta el momento en España su obra ensayística y su producción poética, que es la que Harold Bloom incluye en su Canon occidental. Salvo por alguna selección dispersa de sus poemas, no conoce traducción al castellano.

Muerte de un apicultor, publicada en 1978, es, sin duda, su obra más conocida. Comentando esta novela, John Updike dijo que Gustaffson es “afable y translúcido, como un prisma que refractara la luz hacia los ángulos más inesperados; a medio camino entre Susan Sontag y Woody Allen”. Esa mezcla de falta de pretensiones y tono ligero con la efervescencia y profundidad de sus ideas es una forma de abordar sus principales obsesiones: los límites del lenguaje —su tesis doctoral versaba sobre el lenguaje y la mentira—, el tiempo y la identidad en una realidad caótica y carente de certezas. Sus temas, y el tratamiento que hacía de ellos, le han valido el apelativo de “el Borges escandinavo”.

Sus poemas, eminentemente filosóficos, son también artilugios juguetones y lúcidos en los que una estructura transparente y sencilla encuadra un universo entero de intereses: de las matemáticas a la zoología, de la muerte a la apicultura, de la música a la política, del tenis a la ingeniería (el autor era miembro de la Real Academia Sueca de Ingeniería).

Tras sus estudios universitarios en Upsala, que amplió en Reino Unido y Alemania, Gustaffson abandonó Suecia, en la que se consideraba un outsider por su oposición al socialismo, la corrupción y los burócratas a principios de los años ochenta. Recaló en Estados Unidos, donde fue profesor de Filosofía y Cultura Germánica durante casi 25 años en Austin. En 2006 regresó a Estocolmo, sin abandonar su actividad polémica: firme defensor de las libertades en Internet, en 2009 apoyó públicamente al controvertido Partido Pirata sueco.

Andrés Catalán es poeta y traductor.

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